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«Dulce Chinita», una apuesta que traspasó los sueños de la pastelera Adriana, en Roca

Un mes antes de que iniciara la pandemia Adriana apostó a su emprendimiento. Gracias a la calidad de su trabajo y su constancia logró tener su propio local ¿Cómo es su historia y de qué manera logra llevarlo adelante siendo mamá?

En noviembre de 2022 Adriana Moschini decidió apostar por su emprendimiento. Luego de trabajar tres años en un banco en Roca, eligió dedicarse a lo que más le apasionaba: la pastelería. «Pequeños pasos llevan a grandes destinos», expresó decidida.

Dulce Chinita arrancó en 2015 en Regina mientras Adriana trabajaba en un cotillón. Desde allí podía ver cómo las personas compraban cosas para vender en sus casas. Un día pensó en esa opción para tener ingreso extra. «Empecé haciendo tartas de coco, pastafrola. Lo que hace uno cuando arranca porque no te pones a hacer de cero una torta de tres pisos», explicó Adriana. Su emprendimiento duró dos años hasta que se mudó a Roca.

Meses después de llegar a la ciudad ingresó a trabajar en el Banco Patagonia donde estuvo tres años. Pero su gusto por la pastelería seguía latente. Así fue que le comentó a su marido, Martin, que quería volver con Dulce Chinita y decidió comprarse su primera batidora profesional la cual llamó «Cereza». Siempre soñó con tener su propia casa de té y sabía que la iba a necesitar.

La pastelería cuenta con diversos productos que se destacan por su calidad. Foto: Andres Maripe.

En marzo comenzó la pandemia e igualmente decidió seguir. Sus primeros trabajos en Roca fueron los alfajores de nutella y dulce de leche los cuales vendía a través de sus redes sociales. «Empecé a vender bastante. Iba a mi trabajo en el banco y luego en mi tiempo libre seguía con el emprendimiento», expresó.

Con el tiempo aumentó sus seguidores y también la demanda. «Eso hizo que esté a full con el banco y con Dulce Chinita. Empecé a dejar de lado un poco mi vida y estaba colapsada, eran las 2 de la madrugada estaba cocinando y al día siguiente me levantaba a las 6 para ir a trabajar al banco. No quería dejar el emprendimiento porque fue siempre mi sueño», apuntó y agregó «el banco me satisfacía económicamente, pero no era lo que a mí me gustaba, a lo que yo me quería dedicar«.

Decidió hablar con Martín y con su ayuda Adriana se determinó a seguir adelante con su emprendimiento. «Él siempre vio potencial en mí y mi emprendimiento. Sola podés hacer cosas, pero en conjunto, con una buena compañía podes llegar muy lejos. Todos los días lo veo«, resaltó la pastelera.

Adriana dejó de lado su trabajo en el banco para apostar a su sueño. Foto: Andres Maripe.

En noviembre de 2022 renunció al banco y apostó de lleno a Dulce Chinita desde su casa. Sus producciones cada vez eran más pedidas y decidió estudiar pastelería. Debido a que mucha gente asistía a su hogar para buscar los pasteles tomó la decisión de separar su trabajo de su casa. Alquiló su primer local ubicado en las calles La Plata y Bahía Blanca con la misma idea: trabajar a puertas cerradas, por encargo.

Con el tiempo comenzó a realizar algunas cosas para tener en stock por si alguien pasaba por el local. De a poco decidió abrir primero los sábados, luego también los viernes hasta lograr hacerlo durante toda la semana.

El desafío de delegar


«Me di cuenta que no podía sola», contó Adriana. Así llegó Vicky quien la acompaña en su emprendimiento. El local se les fue haciendo cada vez más chico debido a la demanda y en octubre se mudaron a un lugar más grande ubicado en Mitre 45, donde se encuentra actualmente.

«Necesitaba más gente», expresó y por primera vez publicó un anunció solicitando a alguien más. Llegaron más de 40 currículums a sus manos de diferentes personas. «Fue tremendo cuánta gente veía que en Dulce Chinita se podía trabajar». Adriana los revisó y entrevistó a Lucía, quien forma parte del equipo y también es un gran apoyo. Meses después ingresó Ailín. Juntas son el bastión de la emprendedora, quienes le dieron su confianza para llevar adelante el local en caso de que ella no estuviera.

En diciembre hicieron 350 panes dulces y ahí se dio cuenta que también le iba a quedar pequeño. «Considero que los pasos chicos y firmes son los que te llevan a grandes destinos y la verdad es que así como estamos me re gusta. Es mi sueño tener mi casa de té, pero va a ser paso a paso. La mesa y el café ya van a llegar. Hoy tenemos un montón de gente que nos sigue y es un gran halago», dijo la pastelera.

«No es fácil delegar. Uno a veces cree que puede con todo y que como uno no hay. La verdad es que tuve la suerte de encontrarlas. Se ponen la camiseta del local», destacó.

Ser emprendedora y mamá


Hace tan solo cuatro meses nació León, el primer hijo de Adriana. La emprendedora trabajó durante todo su embarazo hasta el día que lo parió. «Me sentía muy bien», dijo en la entrevista.

Luego de su nacimiento tuvo que acomodar sus horarios. «Hago las compras del local, siempre estoy atenta a través de Whatsapp y cuando voy al negocio León se queda con su papá. A veces cuando no queda otra opción lo llevo al trabajo», contó y resaltó que su familia es un gran apoyo.

«Cuando nació León fue un cambio enorme y de repente pensé que sólo era mamá. Venir al local me hizo acordar que no era solo mamá, sino que también seguía siendo Adriana, la china, la que vende, la que hace. La maternidad pega, es movilizante y para mí volver a mi trabajo fue volver a mi eje. Sigo siendo todo lo que era antes«, admitió.


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