Intentan contener un aumento de la demanda comunitaria de cannabis terapéutico en Bariloche

Se reciben entre 5 y 10 consultas por semana. Muchas veces, el pedido de asesoramiento proviene de un paciente, pero otras del equipo profesional. La falta de un marco regulatorio impide entregarla como medicina.

Las consultas y la altísima demanda por parte de los pacientes hicieron que muchos médicos corrieran los prejuicios a un lado y comenzaran a capacitarse o al menos buscar información respecto al acompañamiento con cannabis terapéutico.

El aumento de los requerimientos -especialmente en los últimos tres años- no fue ajeno al hospital Ramón Carrillo de Bariloche.

El Servicio de Cuidados Paliativos brinda asesoramiento sobre el uso de cannabis para sus pacientes (un 80% del sector de Oncología) como así también para aquellos derivados por la Unidad de Dolor Crónico -que coordina Andrea Conte- y que padecen fibromialgia, enfermedades degenerativas, trastornos ocasionados por nervios o sin diagnóstico, pero sumamente dolorosos.

“Llegan con muchas dudas desde lo terapéutico: ¿puedo usar?, ¿cómo lo tengo que usar? Brindamos asesoramiento administrativo legal por los niveles de desconocimiento respecto a qué se puede y qué no”, explicó Alejandro Nespral, jefe del Servicio de Cuidados Paliativos. Aclaró que “el abordaje cannábico y el asesoramiento solo está destinado a la población de los pacientes que seguimos”.

Muchos médicos procuran capacitarse y los congresos científicos abordan la temática, pero la demanda comunitaria por diversos síntomas y situaciones avanza a un ritmo mucho más veloz.

El cannabis suele emplearse en casos de epilepsia y como parte del tratamiento de dolor, pero también para combatir el insomnio, estimular el apetito y levantar el ánimo.

Nespral advirtió que reciben entre 5 y 10 consultas por semana. Muchas veces, el pedido de asesoramiento proviene de un paciente, pero otras por parte de un equipo profesional.

Alejandro Nespral, jefe del Servicio de Cuidados Paliativos del hospital Ramón Carrillo, cabecera de la zona andina. Foto: Chino Leiva

“Es todo un desafío porque el cannabis llega a la escena médica con mucha fuerza, pero las leyes que lo reglamentan no va a la velocidad de la gente. Entonces es necesario pensar garantías”, señaló Nespral, al tiempo que recalcó que el hospital no provee el aceite de cannabis sino que simplemente orienta y asesora. “No es solo atender a las personas que lo necesitan sino estudiar y capacitar”, puntualizó.

Nueva forma

Antes de la pandemia, Santiago Alonso, uno de los médicos paliativistas, empezó a ocuparse y a profundizar en el abordaje del cannabis terapéutico. Hoy es el responsable de asesorar a los pacientes.

Sucede que el alcance del cannabis terapéutico excede a los cuidados paliativos. Se puede utilizar en el ámbito de la neurología, en trastornos como la epilepsia o esclerosis múltiple. En pediatría hay varias patologías en evaluación y hay algunos reportes de su uso en pacientes con trastorno autista. También en gerontología, a raíz de los dolores crónicos típicos de la vejez, como artrosis o demencia”, puntualizó Alonso.

Este médico de clínica médica reconoció que hay usuarios que lo utilizan para “conectar con su vida doméstica, con su familia, con sus hijos. Quizás no encontraron una buena calidad de sueño y de esta forma, pueden dormir bien. Tiene menos efectos adversos que otras opciones alopáticas. También se está usando en salud mental para la depresión y la esquizofrenia”.

Alonso se refirió a la idea de la medicina basada en evidencia. “Es lógico. La premisa es que todo medicamento debe pasar por una serie de estudios clínicos y ensayos en busca de efectos adversos. Eso es difícil de lograr con el cannabis: ¿de qué flor o de qué aceite hablamos?, ¿y cultivado de qué manera? Sabemos, desde la práctica, que la variabilidad es rica y permite acomodar la medicina a determinado paciente”, dijo.

Planteó la posibilidad de una nueva forma de practicar la medicina: “Estamos acostumbrados a que nos digan que determinada medicina se probó en ciertos estudios. Esta información escasea con el cannabis. Hay que cambiar nuestra forma de pensar y buscar otro tipo de información”.

Respecto al uso del cannabis terapéutico en Cuidados Paliativos, Alonso recalcó que se trata de aliviar síntomas, como náuseas o dolores hasta angustias y ansiedades. “Con el cannabis, escuchamos qué traen los pacientes como ideas, fantasías o búsqueda para acompañarlos en una perspectiva de reducción de daños. Sugerimos. Buscamos alivio de los síntomas de cáncer, la angustia, el sueño, las nauseas, la falta de apetito y tolerar mejor la quimioterapia”, indicó.

Tiempo atrás, contó, se hizo un trabajo de investigación con la organización Ciencia Sativa y la Universidad Nacional del Comahue sobre el uso de cannabis terapéutico en pacientes oncológicos. Un 50% de los encuestados lo había utilizado cannabis con fines terapéuticos y la percepción era de eficacia y satisfacción “para casi todos los síntomas”.

“La planta produce una sensación de bienestar particular. Si hablamos de curar, es más difícil de probar y para eso sí necesitamos ensayos. Hay líneas de investigación para el tratamiento del cáncer ya que hay distintos cannabinoides que generan respuestas en algunos tumores, pero se está investigando”, destacó.
Advirtió que el uso de cannabis terapéutico puede tener efectos adversos menores, “no catastróficos. No hay dosis letales. Pero tampoco es inocuo: en ciertos casos, puede interactuar con otras sustancias; por eso importante el asesoramiento y sobre todo, cruzar saberes”.

Falta decisión política

¿Cuál sería el próximo paso en el acompañamiento terapéutico de cannabis? Lograr que su acceso esté garantizado para los usuarios ya que actualmente el hospital no lo provee.

De esta forma, se generan dos escollos. Por un lado, quien no puede pagar el aceite de cannabis no accede. Pero además, tampoco se logra garantizar seguridad sobre el contenido de los aceites que la gente obtiene ya sea por autocultivo o compra.

Roxana Aguirre, presidenta de la asociación Ciencia Sativa, consideró que hay una demanda comunitaria creciente. Por eso, desde junio dos médicos que pertenecen a la organización atienden consultas cada jueves y sábado en el Centro Cultural, Social, y Deportivo Municipal 4 del Barrio La Alborada, en Diagonal Gutiérrez y Castex.

“Todo esto en dentro de la ley 27350 -que establece el marco regulatorio para la investigación médica y científica del uso medicinal, terapéutico y paliativo del dolor de la planta de cannabis y sus derivados-, las leyes provinciales y la ordenanza municipal sobre el uso de cannabis”, aclaró.

Desde Ciencia Sativa han dictado diversas capacitaciones en el hospital Ramón Carrillo en los últimos años. La finalidad de esta organización civil tiene como objetivo investigar, informar y acompañar a la comunidad en los usos de cannabis y otras plantas terapéuticas.

“A través de las diversas direcciones del hospital, hemos tenido las puertas abiertas para hacer capacitaciones en formación profesional de los médicos, enfermeros, la gente del laboratorio y la farmacia. Todos ellos también están ligados al uso del cannabis dentro del sistema de salud”, explicó Aguirre.

Dijo que se requiere un “mayor compromiso de la provincia ya que hay herramientas legislativas jurídicas para sostener la posibilidad de avanzar en el acceso de los pacientes. Falta la decisión política. La dificultad está ahí”.

Puso como ejemplo que el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) ya estableció un criterio único para los estándares nacionales para determinar la calidad de fitopreparados.

Un paciente, un médico y una regulación

Pedro Cuello, el referente de Cannabis Terapéutico del Ministerio de Salud de Río Negro, aseguró que el acompañamiento depende de cada hospital y que los equipos de Cuidados Paliativos “asumen el protagonismo”.

“El Ministerio de Salud de la provincia no tiene legislación por fuera de lo que ha asumido la cartera de Nación”, señaló.

“¿Qué tan lejos están los hospitales de proveer aceite de cannabis?”, preguntó este diario. “Lo veo medio lejos -respondió-. La legislación habla de un paciente que reciba el aceite de cannabis, un médico que lo prescriba y un productor registrado en el Reprocrann (una base de datos para registrar a aquellas personas que estén en condiciones de acceder a un cultivo controlado de la planta de cannabis, con fines de tratamiento medicinal, terapéutico y/o paliativo del dolor). Con los tres pilares, ese círculo se cierra y se puede generar una prescripción”.


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