El nuevo obispo de Bariloche que reivindica los movimientos indigenistas

Juan Carlos Ares asumió en la Diócesis de Bariloche y dialogó con Diario RÍO NEGRO de la situación actual de la Iglesia Católica.

Juan Carlos Ares se crió en el barrio porteño de Balvanera. Con solo 18 años ingresó al Seminario Metropolitano de Buenos Aires y hoy, con 59 asumió como obispo de Bariloche.

Hasta la designación del papa Francisco, se desempeñaba como vicario parroquial en el barrio de Devoto, con 47 parroquias a cargo.

Reconoce que descubrió su vocación como sacerdote en una peregrinación a Luján. “En esa ocasión, me ofrecí como servidor. Pero se ve que el Señor quería que el mío fuera un servicio más duradero”, cuenta y se ríe de su comentario. Cursaba en ese entonces quinto año del secundario. Fue un año de fuertes decisiones.

“¿Cómo recibí ahora la noticia de ser obispo? Me llamó el nuncio apostólico justamente el 8 de mayo, la fiesta de la Virgen de Luján. Así que fue muy significativo. Entendí que venir a Bariloche era una misión de la virgen. Pasé de la Virgen de Luján a la Virgen de las Nieves”, indica.

En octubre del año pasado, el entonces obispo Juan José Chaparro anunció que dejaría Bariloche para trasladarse a Merlo y Moreno, provincia de Buenos Aires. Desde entonces, la Diócesis de Bariloche quedó acéfala hasta que recién en mayo se conoció que Ares sería la nueva autoridad eclesiástica en la región.

P:- Cada vez hay menos sacerdotes. Es un fenómeno a nivel mundial y Argentina no es la excepción: ¿esta situación dilató su designación?

R:- Sí, todo se ve reflejado. Y en el caso de los obispos, además de haber una designación, también hay una propuesta. No es que directamente uno está obligado. Por supuesto que, para decir no, hay que tener una razón de peso. Yo soy hijo único. Mi padre falleció en 2017 y mi mamá en 2019, antes de la pandemia. Viéndolo ahora, uno dice: ‘Es providencia de Dios´ porque la pandemia fue dura. Quizás el Señor me llamó a salir ahora de Buenos Aires porque estaba libre. Si tuviera a mis padres, siendo grandes, quizás hubiera dicho que no podía al Papa Francisco.

Juan Carlos Ares nació en la ciudad de Buenos Aires. Con 59 años desembarcó con una nuevo desafío en la Patagonia. Foto: Chino Leiva

La Diócesis de Bariloche abarca unas 18 iglesias (incluida la Catedral) y 18 sacerdotes activos en esa ciudad, El Bolsón y la Línea Sur.

P:- En el Valle Medio, hay un solo sacerdote para varias localidades: ¿esto se refleja también en Bariloche?

R:– Sí. No somos muchos. Los últimos meses hubo congregaciones religiosas que han dejado la Diócesis por falta de vocación. Y los sacerdotes deben cubrir lo que hay. Abarcamos toda la Línea Sur y, por ejemplo, la parroquia de Los Menucos no tiene párroco. Lo cubrimos con otros sacerdotes. Hay ministerios laicales que nos ayudan un montón a presidir una celebración o a compartir la Palabra, pero se extraña la eucaristía. En Los Menucos, la celebramos una vez por mes.

P:- El colegio María Auxiliadora de Bariloche, por ejemplo, ¿ya no cuenta con una congregación de hermanas?

R:– Exactamente. En El Bolsón, hasta el año pasado, estaban los franciscanos. Estuvieron como 40 años. Los salesianos que hoy cubren San Cayetano del Alto de Bariloche, antes tenían parroquias en el centro. Tuvieron que ir dejándolas.

P:- ¿Qué lectura hace de esta falta de vocación?

R:– El señor sigue llamando. Quizás nosotros mismos no entusiasmamos en ese acompañamiento que necesitan los jóvenes para hacer un servicio constante. Hoy las cosas son más perecederas. No se ven las cosas con mayor amplitud: el ‘para siempre’ parece algo imposible. Nosotros tenemos que testimoniarlo como que es posible. Ahora también puede suceder que Dios llame, pero uno puede estar con los oídos cerrados o con mucho ruido y, entonces no escucha.

Juan Carlos Ares nació en la ciudad de Buenos Aires. Con 59 años desembarcó con una nuevo desafío en la Patagonia. Foto: Chino Leiva

La celebración de inicio del nuevo obispo se llevó a cabo días atrás en la Catedral de Bariloche.

P:- ¿Qué cambia dejar de ser vicario para ser obispo de Bariloche?

R:- Cuando estaba recién ordenado de sacerdote, después de 5 años me propusieron ser párroco. El párroco de esa parroquia me dijo: ‘Vas a experimentar de ser tío a ser papá”. Y es verdad. El sacerdote es un padre espiritual. El obispo también lo es, pero al tener una diócesis, esa paternidad se agranda. Ahora tengo muchos hijos y hermanos que debo alentar, cuidar y rezar por ellos.

P:- Bariloche es una sociedad con una gran polarización: ¿tuvo oportunidad de recorrer los barrios?

R:– He venido muchas veces a Bariloche de vacaciones. Año por medio. Pero me falta recorrer mucho más. He visto como ha crecido el Alto de Bariloche. Es impresionante. No llegan los servicios esenciales, la gente no está capacitada para ser mano de obra en cierto tipo de cosas. Es una pobreza distinta, pero muy dura. Hay que pasarla.

P:- En esta situación actual, ¿cuál es el rol de la iglesia?

R:- El rol es acompañar los procesos de la humanidad y el plus es el valor de la fé. Hay muchos hermanos que, sin ese incentivo de la fe, se hubieran desorientado más de una vez. El Papa Francisco alienta los principios de la doctrina social de la iglesia que sintetiza en la triple T: techo, trabajo y tierra. En eso hay un déficit. El otro día los sacerdotes de Bariloche me hablaban de la falta de viviendas debido a los alquileres temporarios. No se trata solo de denunciar ese tipo de cosas, hay que trabajarlas. He conocido a la gobernadora (Arabela Carreras) y al intendente (Gustavo Gennuso) que han venido a la toma de posesión. Pero como están en época de campaña, prefiero esperar para hablar de proyectos y no de promesas.

P:- ¿Cómo jugará la campaña electoral en estos meses?

R:– El tema es la incertidumbre que fue una de las palabras que más se repitió en la pandemia. No necesitamos recetas, que nos digan lo que hay que hacer porque sabemos. Sí necesitamos una orientación, cómo perfilar la realidad de Argentina ante el mundo de hoy con la idiosincracia de nuestro pueblo. Con el Papa Francisco no estamos en contra de la globalización, pero que no todo sea homogéneo: cada pueblo tiene muchas cosas para decir y aportar. Nosotros tenemos todo tipo de riquezas y la riqueza mayor somos nosotros mismos, pero no nos damos cuenta.

P:- Otra particularidad de la sociedad de Bariloche es la contraposición en torno al pueblo mapuche: ¿piensa trabajar con las comunidades?

R:- Todas las comunidades de pueblos originarios son hermanos nuestros. Hay que entender que la reforma constitucional del 94 los acepta como pueblos anteriores a nuestra nación. Nosotros como argentinos somos peronistas, antiperonistas, federales, unitarios. Siempre nos identificamos con algo. Pero esa brecha hay que cortarla. Más allá de la Constitución del 94 hay una ley de relevamiento de pueblos originarios que se fue prorrogando no se cuántas veces. Sin embargo, el relevamiento de los barrios populares y las villas de emergencia se hizo y se llegó a la conclusión de que hay 5800 barrios. Me sorprendió el número. Acá no sé cuántos intereses hay que no queremos saber quiénes somos. Tenemos que respetarnos.


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios