La contención de personas sin techo, un compromiso del hogar Emaús que cumple 15 años

Alberga a diario a unos 30 hombres “en situación de calle”, pero no solo recibe sino que sale al encuentro de las personas que no se acercan al hogar.

El hogar Emaús, que surgió de una iniciativa de la iglesia católica y hoy pervive con apoyo oficial, alberga a diario a unos 30 hombres “en situación de calle” y cumple un rol clave en la atención de situaciones que “lamentablemente tiene cada vez más complejidad”.

Así lo admitió el sacerdote José María Lynch, impulsor inicial del proyecto, que logró reducir prácticamente a cero las muertes en la calle por hipotermia, que eran frecuentes en los inviernos barilochenses.

El hogar nació hace 15 años a puro trabajo voluntario, y sostenido con donaciones, hasta que el municipio se hizo cargo de los sueldos de los operadores. Luego también se sumó un aporte nacional a través del Sedronar y en fecha reciente la provincia de Río Negro también comprometió una asignación fija, que se emplean para los servicios y la infraestructura.

Lynch dijo que el modelo que hoy es puesto como ejemplo surge a partir de una iniciativa de la comunidad -que luego cosecha apoyo de dineros públicos- y reconoció que tal vez lo ideal sería que el propio Estado se haga cargo de ese servicio.

Pero señaló que, si no fuera allí, el impulso solidario se canalizaría en alguna otra idea del mismo tipo, porque “las necesidades son muchas”. Para el sacerdote, “es un orgullo” que Emaús de Bariloche tenga ya una réplica en El Bolsón, y a instancias de la provincia existen planes en marcha en Roca y en Viedma para desarrollar proyectos similares.

Lynch dijo que la realidad que ven cotidianamente es la de gente que debido al alcohol o el uso de drogas “pierden contacto con la familia” y quedan en la calle.

Uno de los cambios registrados en los 15 años de historia del hogar fue el descenso de la edad promedio de los usuarios. Según reconoció Lynch, el perfil de las personas que viven en la calle y necesitan ayuda cambió con el tiempo y cada vez hay más jóvenes.

Dijo que hoy la media ronda los 45 años, porque varios hombres de edad avanzada que permanecieron largo tiempo en Emaús “se fueron muriendo” y porque hay una población nueva, entre los que citó a algunos jóvenes que hacen malabares en los semáforos.

Señaló también que el alcoholismo está muy asociado a la marginación que padecen las personas sin hogar y que en Emaús procuran ayudarlos a superar esa adicción. De hecho, allí está prohibido tomar, y es una regla que aceptan todos.

Pero el hogar también se multiplica en otros servicios, por ejemplo el acompañamiento para mejorar las casillas precarias que algunos lograron establecerse en un espacio propio. “Se les consiguen chapas, se refuerza alguna puerta, tenemos gente dedicada a esa cuestión”, dijo el cura.

No solo esperar sino salir a buscar

Otro grupo de operadores y voluntarios de Emaús que tomó fuerte impulso en el último tiempo es el denominado “equipo de calle”, que se dedica a “ir al encuentro” a las personas que viven en “ranchadas” y no se acercan al hogar.

Dos integrantes de ese grupo, Sol Irujo y Joaquín Franchini, explicaron el trabajo realizado con el “trailer con ducha”, que desde febrero ponen a disposición los lunes y viernes de 9 a 11.30 en el gimnasio municipal 1.

Irujo dijo que además de ese servicio que muchos aprovechan, el trailer funciona como “un espacio de encuentro, de creación de vínculos, de escucha activa” con las personas en situación de calle.

Explicó que los hombres asistidos reciben acompañamiento por ejemplo para la realización de trámites, el acceso al sistema de salud y la interacción con instituciones que suelen ser “expulsivas” con ellos “solo por su aspecto”.

Según la operadora, la ducha “es un poquito la excusa” que sirve para establecer un contacto más fluido, y se crea así la confianza necesaria para mejorar su condición general.

Irujo resaltó que dijo que en el equipo de calle se da “una interacción muy buena” entre profesionales o estudiantes de distintas disciplinas, que van desde la licenciatura en antropología (que se dicta en la UNRN), enfermería, el profesorado de educación física, trabajo social o su propia especialidad que se la de terapista ocupacional.

Emaús creció con los años al punto de brindar no solo comida, abrigo y “ducha caliente” a quienes allí se acercan, sino que ofrecen talleres artísticos, paseos y actividades solidarias.

Irujo estimó que además de las personas que concurren habitualmente al hogar tienen censadas desde el año pasado no menos de 30 ó 40 personas que viven en “ranchadas”, en una vulnerabilidad “similar o mayor”, y por distintas razones no se ajustan a ese régimen, pero también necesitan acompañamiento.


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