La historia de Sabino Morales, el protagonista del «hola vieja, a que no sabes de dónde te estoy llamando»

La vida de Sabino Morales, aquel alegre protagonista del comercial de Telefónica, transcurre entre Bariloche, Jacobacci y Colán Conhué. Atiende un campo familiar, es Lonko de la comunidad Mariano Solo y cuida a su madre de 94 años.

La llegada de Internet para las 36 familias, le cambió la vida a Clemente Onelli, un este pequeño pueblo ubicado a unos 50 kilómetros al oeste de Jacobacci y a más de 1000 metros sobre el nivel del mar.

Hace unos días el gobierno de Río Negro, junto a Altec y la Dirección de Comisiones de Fomento, dejaron instalado el servicio en la mayoría de los hogares e instituciones públicas de este paraje.

La llegada de la nueva tecnología, trajo a la memoria aquel comercial protagonizado por Sabino Morales en 1993 cuando se privatizó la ex Entel y Telefónica anunciaba en plan de inversión Argentina con la instalación del primer teléfono semi público en este rincón de la provincia de Río Negro.

El director, Carlos Sorín, había traído un actor desde la Capital Federal, pero el papel no le salía. Conociendo lo extrovertido que era Sabino Morales, los vecinos le pidieron que “se anime” a realizarlo. Sin dudar, alzó en sus brazos a un pequeño niño y espontáneamente dijo: “Hola vieja, a que no sabes de donde te estoy llamando?”.

Este comercial hizo que Clemente Onelli se conociera en gran parte del mundo y catapultó a la fama a Sabino Morales. Por su espontaneidad, su gracia y su apariencia, Morales se ganó la simpatía y el reconocimiento de cientos de miles de argentinos que hasta hoy recuerdan al simpático gaucho que luego de llamar a “su vieja” sacaba la lengua y soltaba una carcajada.

Lo llevó a recorrer todos los canales de televisión de Capital Federal y ser tapa de la Revista Gente 1993, como uno de los “personajes del año”. También hizo que Sorín lo convocará para varias películas.

Por entonces, el sargento ayudante Sabino Morales estaba a cargo del Destacamento Policial de Clemente Onelli. El comercial y la fama, fueron contraproducentes para su carrera en la fuerza policial. Le costó su salida de la institución en la que tenía 21 años de servicio.

El celular forma parte de sus cosas cotidianas y lo mantiene «más comunicado» señala. . Foto: José Mellado.

Su presencia en la propaganda creó malestar en la plana mayor de la fuerza de seguridad, donde pasó de ser un número a una figura reconocida. Entonces sus superiores comenzaron a preguntarse que hacía ese hombre en Buenos Aires, por qué daba tantas entrevistas y quién era.

Sabino Morales continúo desempeñándose en el destacamento policial de Clemente Onelli. También llegaron algunos beneficios para el paraje: pintura para la escuela, computadoras, útiles y manuales escolares, entre otros elementos. Pero la situación había cambiado: mientras sus compañeros lo felicitaban, sus jefes lo visitaban en horas inusuales para ver si estaba en el lugar de trabajo y le iniciaron un sumario administrativo por “posible abandono de servicio” y otro por “realizar tareas lucrativas no relacionadas al servicio”. Nada pudieron probarle.

Morales había elegido Clemente Onelli para pasar sus últimos años en policía, pero al irse de la fuerza retornó a Bariloche con su esposa y sus cinco hijos. En la ciudad andina, en 1995 comenzó el secundario y en 1999 se recibió de Perito Mercantil en el CENS 77 de Bariloche, a los 46 años de edad.

Un año después de haberse recibido de perito mercantil, Sabino Morales volvió a su pueblo natal a cuidar a sus padres. También estaba latente la formación de la comunidad mapuche Mariano Solo de la que es lonco -cacique- desde el 2006.

Cada vez que llega a Jacobacci, Sabino se abastece de gas, pasto y alimentos para pasar el invierno en el campo. Foto: José Mellado.

Hoy, Sabino Morales tiene 73 años y su vida transcurre entre Bariloche, Jacobacci y Colán Conhué, un pequeño poblado ubicado a 95 kilómetros al norte de Jacobacci por la ruta provincial 6. Allí atiende el campo de la familia. Hasta el 2011 tenía unas 600 ovejas, pero luego de la erupción del volcán Puyehue le quedaron unas 200. Cuida a su mamá, Sabina Huentelaf, la “Vieja” a quien llamaba en la publicidad, que tiene 94 años. Ya no tiene el imponente bigote negro que lucía en el famoso comercial, pero mantiene intacta la frescura, el buen humor y la simpatía.

Y se siente muy orgullo de los adelanto que tiene Clemente Onelli, ese paraje que lo marcó para toda la vida.


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