La nieve como espacio de inclusión: el programa de esquí adaptado en el cerro Catedral

La Fundación Desafío Bariloche lleva adelante, una vez más, un programa de esquí social destinado a personas con discapacidad intelectual.

«¡Esperá, Milly! No te largues sola. Esperame«, le decía un instructor de esquí con una pechera azul en la que se leía «Esquí adaptado», mientras se apuraba a ponerse sus esquíes, a una adolescente con antiparras que no podía ocultar su ansiedad por lanzarse en la montaña. «¡Dale! Una más y descansás«, le suplicaba otro instructor a un chico que, luego de sacarse los esquíes, se sentaba en una de las cuatro sillas ubicadas al lado de la cinta transportadora en el Play Park del cerro Catedral, en Bariloche. «No -fue la respuesta-, yo me voy a casa».

Con 34 años de experiencia, la Fundación Desafío Bariloche lleva adelante, una vez más, el programa de esquí social intensivo para personas con discapacidad intelectual. Durante dos semanas, reunieron a 80 personas, de 17 a 70 años, de instituciones como Crearte (un centro cultural para personas con discapacidad), la Escuela Laboral 6 y ADAM (Actividad Deportiva Adaptada Municipal) de la Subsecretaría de Deportes de Bariloche.

«Hay muchos principiantes, pero todos terminan esquiando. Le buscamos la adaptación que necesiten. Incluso, esquiamos abrazados», recalcó María Josefina Franco, integrante de la Fundación que se recibió como instructora de esquí hace un año, pero esquía desde que tenía dos años.

«Con el esquí adaptado -admitió-, descubrí el verdadero disfrute de la montaña. Para muchos chicos es la oportunidad de conocer el cerro Catedral y lo que queremos es transmitirles está pasión por la montaña. Al igual que el Esquí Escolar, este programa genera posibilidades: sin él, no vendrían. Es una semana entera de esquí que muchos esperan todo el año«.

El programa va más allá de la parte deportiva, aseguran. Foto: Chino Leiva

La Fundación Desafío Bariloche es pionera en el esquí adaptado en Argentina. Se puso en marcha en 1991 y desde entonces, el programa nunca se interrumpió, a excepción del 2020 debido a la pandemia. Brinda la posibilidad para que personas con discapacidades físicas o mentales puedan disfrutar del deporte.

Los instructores tienen a mano punteras, separadores y todo tipo de elementos de estabilidad que se emplean según la necesidad de cada chico.

«¿Cómo adaptan el esquí de acuerdo a cada discapacidad cognitiva o motriz?», se consultó al director de la institución, Martín Saccomanno. «Cada persona es diferente tanto en su discapacidad como en sus capacidades. El mayor desafío es encontrar la forma de comunicar lo que queremos y qué elemento necesitamos. No es una enseñanza convencional de esquí. Se trata en primera instancia de que aprendan a deslizarse. Ellos nos copian mucho. Imitan«, respondió sin dejar de observar a los chicos que se deslizaban a su alrededor.

La Fundación Desafío Bariloche es pionera en el esquí adaptado en Argentina: se puso en marcha en 1991. Foto: Chino Leiva

«¡Bien, Pedro! -le gritó a uno de los chicos-. Ahí abriste bien las piernas». Cinco minutos después, otra joven llamaba su atención: «Mirá, Martín, voy sola«. La respuesta no se hizo esperar, seguida de un abrazo: «Genia, no es para menos: tenés a dos profes que son competidoras mundiales».

34 años, cuatro programas sociales

La fundación nació por el Programa de Esquí Adaptado que se lleva a cabo durante dos semanas en septiembre. Pero además, cuenta con otros tres programas sociales.

El Plan Deportivo contempla hoy a tres jóvenes con discapacidad motriz que están federados con el objetivo de competir en los Juegos Paralímpicos. «En Argentina no hay semillero. Por eso nos juntamos con FASA y otros centros de esquí», señaló.

Por otro lado, durante toda la temporada, se brindan clases de esquí a turistas con discapacidad. De esa forma, recaudan fondos para ofrecer clases, a su vez, a otros barilochenses. Este año, aún con la escasez de nieve, la fundación cerró agosto con 260 clases de esquí.

La fundación cuenta con 60 voluntarios. Foto: Chino Leiva

«A los turistas les mandamos un tarifario y pueden solicitar una beca. La idea es que todos los que lleguen pueda esquiar», dijo y agregó: «También se contactan con nosotros muchos padres de chicos barilochenses. Dependemos del costo del pase, por eso necesitamos recaudar fondos a través de donaciones. El año pasado, el titular del Ente Autárquico Municipal del cerro Catedral, Héctor Leguizamón Pondal, nos dio dos pases de cortesía para que los chicos puedan esquiar».

Finalmente también se puso en marcha el Programa de Intercambios Challenge Aspen (Estados Unidos). De hecho, muchos equipos fueron donados por el centro de esquí de Colorado. «Se trata de un intercambio cultural y profesional. Ellos no dejan de asombrarse de lo mucho que hacemos acá con tan pocos recursos: tienen un padrino que aporta la suma que representa nuestro presupuesto anual», advirtió.

Los instructores tienen a mano punteras, separadores y todo tipo de elementos de estabilidad que se emplean a la necesidad de cada chico. Foto: Chino Leiva

Este programa va más allá de la parte deportiva. Les da herramientas como la independencia y la inclusión. Uno no sabe lo difícil que puede resultar para los chicos lograr una vida normal. De modo que cada gesto suma un montón»,

Martín Saccomano, director Fundación Desafío Bariloche.

La fundación está conformada por cuatro personas que integran la comisión directiva, a quienes se suman otros 10 trabajadores. En estas dos semanas intensivas, hubo alrededor 60 voluntarios.

«¿Cómo te fue esquiando?, ¿la pasaste bien?«, le preguntó cariñosamente una joven voluntaria a uno de los alumnos. Este año, para el programa de Esquí Adaptado, la Fundación Desafío sumó a estudiantes de cuarto y quinto año del Colegio Woodville como voluntarios y a alumnos de la carrera Educación Física del Centro Regional Universitario Bariloche (Crub) que, de esta forma, realizan prácticas.

La Fundación Desafío Bariloche lleva adelante el programa de esquí adaptado desde hace 34 años. Foto: Chino Leiva

El reto es extender el programa cada vez a más personas durante toda la temporada, por eso también se lanzó un Programa de Socios. «Todo esto se sostiene gracias al apoyo de mucha gente. El transporte, por ejemplo, lo provee Travel Rock con quien tenemos una especie de canje. Nosotros, a su vez, damos clases de esquí a egresados con discapacidad. Para estas dos semanas, Capsa nos aporta los pases», planteó.
Recalcó que los equipos de esquí convencionales son «prestados» por las empresas de rental del cerro Catedral y también se brinda un desayuno y merienda a los chicos. «El empresariado nos ayuda mucho. Nuestro objetivo es ampliar el alcance del programa a toda temporada», afirmó.

«Hay muchos principiantes, pero todos terminan esquiando», aseguran los instructores. Foto: Chino Leiva

Saccomanno advirtió con orgullo que «todos aprenden a esquiar. Al séptimo día ya se ven logros increíbles. Pero el aprender a esquiar es lo de menos. Esto es inclusión, saber que pueden conocer la nieve, sentirse uno más. Todos hablan de ‘esa sensación de libertad’ al bajar solos».

Este hombre trabajó muchos años como «instructor convencional» hasta que se volcó de lleno al esquí adaptado. «Es un camino de ida. La gratificación de estos chicos es única. Todos te abrazan para expresarte su agradecimiento y su felicidad y todo es una sonrisa», concluyó.


«Sumate vos también a Fundación Desafío Bariloche y seamos parte de una montaña inclusiva» es el lema del programa de socios. Basta con ingresar a la página web www.desafíobariloche.org.ar. El valor es de 17 mil pesos por mes.


"¡Esperá, Milly! No te largues sola. Esperame", le decía un instructor de esquí con una pechera azul en la que se leía "Esquí adaptado", mientras se apuraba a ponerse sus esquíes, a una adolescente con antiparras que no podía ocultar su ansiedad por lanzarse en la montaña. "¡Dale! Una más y descansás", le suplicaba otro instructor a un chico que, luego de sacarse los esquíes, se sentaba en una de las cuatro sillas ubicadas al lado de la cinta transportadora en el Play Park del cerro Catedral, en Bariloche. "No -fue la respuesta-, yo me voy a casa".

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