Las Grutas vivió con emoción el Yo Corro

La cuarta edición que se vivió en la villa reunió a más de 400 personas. La convocatoria fue tan alta que las inscripciones se agotaron

 El mar azul desplegándose a orillas de la costa, un cielo nítido, la brisa marina acariciando y el sol llenándolo todo de puntos de luz. Ése fue el marco que tuvo la cuarta edición del Yo Corro que se vivió en Las Grutas.

Esta vez el evento que organizó este diario tuvo un corte netamente recreativo, y reunió a más de 400 inscriptos que gozaron de cada tramo del circuito, que tuvo 6 km de puro deleite. Porque se hizo al borde del agua, y la belleza de esa postal llenó de energía a los competidores.

La gran convocatoria fue un dato para destacar, porque esta vez se triplicaron los participantes de la carrera anterior, que se realizó durante el verano previo a la pandemia. De hecho, ante la magnitud de la demanda, las inscripciones se agotaron.

Ese entusiasmo y esas ganas de estar se vieron en todos los que formaron parte de la actividad. Ya sea corriendo, trotando o caminando le sacaron el jugo a la competencia, en la que se ganaba nada más y nada menos que el privilegio de oxigenarse, animándose a más y poniendo a prueba los límites personales.

Todo comenzó cerca de las 9.30, en la cuarta bajada. Allí, desde temprano, se dispuso todo lo necesario para recibir a los corredores.  Se montó un gran puesto de hidratación (más allá de los que estuvieron ubicados a lo largo del recorrido) se engalanó el escenario al aire libre y se instaló el gran arco de salida y de llegada, que atrajo todas las miradas, al recortarse imponente contra el paisaje.

La primera actividad fue la entrada en calor. Los participantes, que habían recibido un completo kit el viernes, vestidos con la clásica remera roja de la carrera recibieron tips para relajar sus músculos y estirarlos antes de comenzar la edición.

Luego, ver esa enorme cantidad de gente avanzando como una marea roja tras la largada fue llamativo. Y muchos vecinos y turistas se juntaron a palpitar los pormenores, atraídos por la enorme energía de la gente que, con palmas y gritando la cuenta regresiva, se preparó para iniciar la marcha.

En esta edición, además, se vieron runners de todas las provincias, más allá del público local. E incluso competidores de países como Venezuela, que no quisieron perderse la emoción de estar.

Es que ésa palabra, emoción, fue la más utilizada para describir la experiencia. “Me pescás emocionada. Tengo mi medalla. Caminé, pero llegué, y no sé, es tan lindo esto de sentir que lo lograste que lloro de felicidad” contó Ely, una vecina del balneario que quiso estar presente en el evento.

Otros de los emocionados fueron los integrantes de un matrimonio neuquino compuesto por Francisco y Elia, de Zapala. Con 61 años él y 57 ella los dos se lucieron en la competencia, disfrutando de cada tramo. “Y corrimos, no caminamos. Y Eso que la arena es pesadita” contó riendo el hombre, mientras se secaba el sudor.

Francisco y Elia, de Zapala, Neuquén, emocionados tras su llegada

Aunque la actividad no se centraba en quienes hacían podio,  es válido destacar que el que llegó primero, Alberto Bravo, es un hombre de Allen que también llegó primero en el Yo Corro anterior. Le siguieron Iara Vilches, una joven de Las Grutas que tiene una vasta trayectoria como runner, y una niña de Viedma llamada Alma.

Voces

“El Yo Corro fue la mejor excusa para venir al balneario, somos de Neuquén, y hace tres meses nos preparamos para estar acá” contaron con entusiasmo Susana, Alicia, Marisol y Luján, cuatro amigas que llegaron exclusivamente para la competencia.

Las tres amigas de Neuquén que viajaron especialmente para la competencia

Además, fue muy activa la presencia de eco runners, que son aquellos que, a medida que corren, recogen los residuos que encuentran en el circuito, para contribuir con la limpieza de los espacios naturales. “Me asombró para bien que esta vez Las Grutas estuviera más limpia que otros años”, destacó Juana, una mujer de 61 años de Río Grande, Tierra del Fuego, que atravesó los 6 km con una bolsita para juntar los desperdicios.

Juana, de Tierra del Fuego, participó como eco runner

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