Los atletas que fabrican ladrillos de mañana y corren por la tarde

Tras agotadoras jornadas al pie del horno, Teresa y Alberto salen a entrenar. Vivieron del reciclaje y pasaron a hacer ladrillos. Los findes se destacan en las pruebas combinadas.

Los ladrilleros no suelen trabajar en invierno por las bajas temperaturas. Pero Alberto Méndez y su esposa Teresa Quidel son dos apasionados que sostienen su negocio desde hace dos años. No saben de limitaciones y tras agotadoras jornadas le hacen un lugar al deporte. Tres veces por semana salen a pedalear y trotar por las bardas, ya que compiten en pruebas combinadas.

Han competido en distintos lugares de la región y con buenos resultados.

A pesar de las heladas, es habitual verlos trabajar en su horno de ladrillos por la mañana, hasta después del medio día. Antes de que baje el sol, salen a entrenar.

Viven detrás del parque industrial de Roca, donde levantaron su propio emprendimiento.

“Antes nos dedicábamos al reciclaje, pero cuando se mudó el basural municipal a más de 15 kilómetros, tuvimos que buscar algo diferente para sobrevivir”, contó Alberto, sin dejar de agregar leña para mantener el fuego de su horno.

Atrás quedó el horno, es tiempo del ejercicio físico.

Ellos juntaban desde plásticos hasta fierros en el basurero y lo vendían. Sin embargo, todo se complicó y los costos no daban para seguir con esa actividad.

Alberto no se quedó con los brazos cruzados y empezó a indagar sobre cómo se fabricaban los ladrillos.

“Nadie me quería enseñar, hasta que vino otro ladrillero y me ayudó”, recordó emocionado.

Con el apoyo incondicional de Teresa, fueron comprando de a poco el equipo de trabajo, que no fue barato.

“Conseguimos la rueda para batir el barro, el aserrín, la leña y el limo que es la arcilla”.

Preguntando aprendieron. Y se animaron a construir su propio horno y ahora no paran de producir.

“Tiene capacidad para cocer unos 12 mil ladrillos y nos costó más de 15.000 levantarlo”, detalló.

En verano arrancan a las 7 a trabajar. Sacan el barro del pisador y lo cortan con un molde. Luego, cuando queda bien seco, se quema el producto.

“Tenés que rogarle a Dios para que salga bien y poder venderlo”, dijo sonriendo.

Pero su entusiasmo no decayó cuando empezaron y recibieron sus primeros pedidos. Hoy venden a varios particulares.

En invierno se trabaja un poco menos porque se cristaliza el barro y tienen que parar un rato de mañana por la helada.

“Si llega a llover tenés que tapar los ladrillos para salvarlos del agua y destaparlos para que se sigan secando”, contó Teresa mientras cortaba más leña.

“Lo que más nos gusta es que somos trabajadores independientes”, expresó tranquila.

Con amor y dedicación salen adelante. Además son padres de un pequeña de 9 años y ese mismo amor es el que los alimenta para darle una vida digna.

En cifras

“El trabajo independiente nos permite entrenar”

Alberto y Teresa han competido en carreras de mountain bike y pedestres. Ella es la que más ha ganado. En el Cuy terminó primera y en Regina ganó en los 7 kilómetros de running.

“Lo bueno de trabajar de manera independiente es que acomodamos nuestro tiempo para entrenar”, dijo Teresa.

Tres veces por semana salen a trotar por la zona donde está la antena de Canal 10.

También son muy cuidadosos con su alimentación. “Desayunamos todas las mañanas con leche y cereales”.

Alberto tiene una bici modesta pero en buenas condiciones.

“La compre este año a fuerza de pulmón. Desde chico quería andar en bici pero no tenía el dinero”, recordó emocionado.

Ahora con sus 39 años, sueña con ganar el Paralelo en Paso Córdoba, un circuito de 28 kilómetros.

“El año que viene quiero estar en los primeros puestos en la tabla de Master B”, dijo con sonrisa ansiosa.

“Uno vive de sueños. El tema es conquistarlos”, expresó.

Cuando era muy chico vivió lo que es pasar hambre. De grande empezó a trabajar y pudo disfrutar de comer afuera y abundante, pero se descuidó y sufrió de sobrepeso. “El médico me dijo o te dejás de comer tanto o te morís. Estuve mucho tiempo depresivo”, contó. Ahora come sano y se ejercita junto a su esposa.

Antes de levantar el horno para producir ladrillos, detrás del Parque Industrial, Alberto y Teresa se dedicaron al reciclaje en el basurero.

hebe rajneri

emiliana cantera

Datos

3 meses
tardaron en secarse los ladrillos para quemarlos.
4.500
cuestan los 1.000 ladrillos
de primera.
Antes de levantar el horno para producir ladrillos, detrás del Parque Industrial, Alberto y Teresa se dedicaron al reciclaje en el basurero.

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