«Mandato clandestino»: la historia de resiliencia que unió Polonia con Argentina y Neuquén
Una novela intimista en la que el autor se mete en el corazón de esos luchadores que escaparon del horror y armaron otro futuro lejos de su patria.
Como empezar a contar esta historia… Es una más de las tantas familias que para salvarse de las atrocidades de lo que fue la década de entreguerras en Europa y poniendo el cuidado pleno de la descendencia, iniciaron un camino hacia el exilio desde su Polonia natal, escapando de la persecución antisemita y el nazismo. Una mujer viuda con sus siete hijos, tenía que tomar una decisión y aunque fue dolorosa y repleta de incertidumbres, organizó la logística para que todos estuvieran a salvo. Unos barcos los trajo a Argentina. Vinieron uno por uno, a tierras desconocidas sin seguridad de nada. La última en llegar fue esa madre con sus hijos menores. Entre los primeros y los últimos pasaron 13 años para finalmente tocar tierra argentina. Y allí comenzó todo. Y fue el inicio de una historia de vida que vale la pena ser contada.
Y la voz de un miembro de la cuarta generación se hizo presente. Fue el disparador de Fernando Miodosky, descendiente de esa familia que un día «desempolvando» recuerdos que le quedaron grabados en la memoria, decidió escribir el libro «Mandato clandestino», editado por la Editorial Dunken.
Fernando viene de esta familia que encontró un primer lugar en la provincia de San Juan y luego, las generaciones posteriores recalaron en la provincia de Neuquén. Fue Fernando quien para reivincar su historia, como un homenaje al linaje y para preservar la historia, resolvió contar su historia y la de su familia.
«Sin saber cómo fui cultivando, copiando relatos familiares desde muy chico sin saber por qué . Esas cosas que se van contando y de chico no sabes por qué. A uno le llama tanto la atención, pero los vas colocando en algún lugar, en la memoria, en el recuerdo de niño sin saber que lo estaba guardando. Es una memoria activa que esta ahí. En 2017 fallece mi papá y eso fue muy movilizador para mi. Un poco me despierta la idea de tratar de explicarme quien era él y a partir de quién era él, quien soy yo. Es tratar de encontrar algunas explicaciones que fui a buscar a esa biblioteca inmensa que tenia de un montón de relatos familiares y ahí traté de encontrar un hilo conductor», contó Miodosky.
En díalogo con DIARIO RIO NEGRO, Fernando dijo que quería encontrar «el origen histórico de su familia porque desde algún punto había relatos vedados en la familia». Una historia que comenzó a gestarse en un pequeño pueblo, Sokolów, ubicado a casi 100 kilómetros de Varsovia. Allí nació la historia hecha papel.
Fernando relata en su libro cómo se inició la historia desde que su bisabuelo enferma sin acceso a la salud pública para su atención y cuidado y al fallecer deja a toda una familia desprotegida. Una viuda con siete hijos, uno de ellos, abuelo del autor del libro. Amenazada por la guerra y el desamparo. Había que encontrar una estrategía de supervivencia.

En posguerra, Polonia había logrado independizarse y llegar a instituirse como país pero las amenazas bélicas de la Unión Soviética y Alemania continuaban. «Los poderes tenían vocación de ampliar territorios de dominio y Polonia necesitaba militarizarse y lo primero que hace es convocar al servicio militar a un motón de jóvenes. Y los que pertenecían a la comunidad judía terminaban siempre en el frente de batalla y eran carne de cañón. Comienza una necesidad tremenda de empezar a pensar en la fuga en la familia porque los hijos de mi bisabuela estaban destinados a ser carne de cañón. Había que encontrar una estrategia de fuga, de fuga clandestina», agregó.
Y ahí estaba el hermano mayor «que termina siendo un poco el jefe de familia luego que mi bisabuelo fallece. Pero es el primero que se tiene que ir porque era el primero convocado en la milicias», contó Fernando. Se subió a un barco con destino a América. Detrás dejaba su terruño y su familia, con un bolso pequeño y la poca certeza de un futuro.
Llegó a Argentina, hizo pie sin siquiera carta de recomendación. «Fue a la nada misma. Llega al hotel de inmigrantes sin saber el idioma, sin tener noción de cómo era la Argentina. Este país es ocho veces más grande que Polonia. Era todo tan díficil», recordó Fernando. Y si algo le faltaba a esta familia resciliente, sucedió: uno de los últimos barcos que trasladaban a «tierra segura» al resto de sus integrantes fue bombardeado por los nazis. «Estaba destinado que todos iban a sobrevivir. Lograron escaparse con los nazis tocándoles los talones», recuerda.
San Juan fue el primer destino porque en las estaciones de Buenos Aires estaba el último tren que los llevaría hacia cualquier lugar de la Argentina donde volver a empezar. Luego llegaron a tierra de Neuquén. Y la historia que sigue hay que leerla en el libro «Mandato clandestino».

Contar la historia desde cerca
En la memoria siempre hay imágenes e historias que deben ser contadas. Fernando Miodosky las encontró y las transformó en un libro. Sus sensaciones están plasmadas acá:
«De los relatos de mi bisabuela tenemos lo que fue. Ella sentía por un lado que sus hijos iban a tierra donde podían estar a salvo del odio, pero a la misma vez estaban tan lejos. Pero además, el crecimiento del nacizmo fue tan significativo que les daba un futuro incierto y no sabían cuánto de todo lo que pasaba ahí podía llegar a la Argentina».
«En algún punto terminas conviviendo con esa incertidumbre y dejando la vida en manos del destino, porque uno es tan vulnerable. Es como una hoja al viento, todas las variables comandan».
«Rescato su propósito de vida, su capacidad de poder mechar la risa para amortiguar la tragedia».
«El sueño de mi abuelo era que mi padre sea abogado porque después de todo lo que pasaron, era decirles a los demás yo ahora tengo alguien que me cuida».
«Mi padre tuvo esas increíbles situaciones que te ponen en juego nuevamente. Cuando uno piensa que llegó a destino y todo terminó, pero viene un huracán. Neuquén fue el refugio. Una vez mas».
«En lo personal fue el año más cargado de sentido que tuve. Es alocado pero es algo que me llenó profundamente, Me permitió reconciliarme con los mandatos». Y acá hacemos «slow» para saber qué pasa por acá: el título del libro es «Mandato clanestino»
Un título dice más que mil páginas
«Muchas de las cosas que uno siente cree que no tienen ningún cimiento pero están ahí atrás. Hoy los mandatos tienen mala prensa pero en tiempos tan dífíciles como los que vivieron ellos, donde tuvieron ese propósito de vida tan fuerte, quizás fueron esos mandatos los que los mantuvieron vivos. Creo que es una receta ancestral que va guiando por dónde hay que ir».
«Hay mandatos secretos, silenciosos y otros que son muy explícitos. Es muy difícil pensar que uno nace de la nada. Uno es muy la expresión de lo que vivieron los ancestros. Uno es la memoria viva de ellos».
«Reinvindar la palabra mandato es reivindicar la palabra de mi padre. Hay mandatos que se hacen incompresibles en algun momento de la vida, pero llega el momento en que lo pones a discusion; era por esto o por eso y tratas de entenderlo. No siempre uno está preparado para enternder, creo que ese proceso de escribir la novela me permitió de alguna manera, desgranar esas miradas de elllos que están en la vida de uno».
«Tengo un profundo orgullo de darle relevancia a esa historia. Estoy orgulloso de ser depositario de esa historia. Su trayecto de vida me carga de enseñanzas. La novela me completó».
«Estoy identifcado plenamente con la forma de ver la vida de mi padre. Me es muy fácil mirar todo desde la mirada de mi padre. Tener la misma matriz. tener una mochila equlibrida y poder identificar donde están las cosas importante».
Como empezar a contar esta historia... Es una más de las tantas familias que para salvarse de las atrocidades de lo que fue la década de entreguerras en Europa y poniendo el cuidado pleno de la descendencia, iniciaron un camino hacia el exilio desde su Polonia natal, escapando de la persecución antisemita y el nazismo. Una mujer viuda con sus siete hijos, tenía que tomar una decisión y aunque fue dolorosa y repleta de incertidumbres, organizó la logística para que todos estuvieran a salvo. Unos barcos los trajo a Argentina. Vinieron uno por uno, a tierras desconocidas sin seguridad de nada. La última en llegar fue esa madre con sus hijos menores. Entre los primeros y los últimos pasaron 13 años para finalmente tocar tierra argentina. Y allí comenzó todo. Y fue el inicio de una historia de vida que vale la pena ser contada.
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