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Vendría bien una revolución

Más de la mitad de los niños en situación de pobreza. Llegan pocos alimentos a las escuelas. Hace décadas que los colegios están en mal estado edilicio. Falta de insumos, materiales básicos y una capacitación docente que sabemos, es insuficiente.

Plazas abandonadas o decadentes. Espacios urbanos sin tomar en cuenta a la infancia.

Escasos espectáculos dirigidos a la infancia. Agradezcamos que tenemos clubes e institutos de arte y de culto religioso donde nuestros niños pueden sentirse con cierta contención.

Consulto, porque tal vez tanto trabajar me pierdo algunas cosas y vivo en un mundo paralelo. Los niños, ¿son parte de la sociedad?

Veo en los comercios muchos dispositivos seductores, provistos de todo tipo de artefacto que estimula la inacción corporal, la desconexión social y otros factores con varias connotaciones negativas que requieren un abordaje particular.

También se observan jugueterías tentadoras, llenas de colores y opciones para comprar. Alimentos chatarra, llamadores de consumo.

Observando estas escenas no es difícil advertir que la infancia y también la adolescencia, son simples objetos mercantilistas.

¿Dónde están las políticas públicas basadas en ellos que no implique un voto ni un corte de calles, puentes o avenidas?

Luego de las cifras que nos aterran, afirmando que la mas de la mitad de la infancia en la republica argentina son pobres, ¿dónde están los planes para modificar, trabajar para revertirlas?

¿Dónde están las mesas de debate y organización con llamados a diversas especialistas de áreas?

Por supuesto que hablo de entes gubernamentales y aquellos que reclaman con poder y fuerza.

Somos muchos que tenemos ideas claras y factibles de hacer. ¿Y?

¿No dan votos los niños? UPS, perdón. Se me escapó.

Las plazas bonitas podrían darlas. También las escuelas con presupuesto y los docentes capacitados y bien pagos.

Ya lo sabemos. Es un argumento viejo, como los políticos que defienden siempre lo mismo.

Hago foco en la niñez y adolescencia como siempre lo hago, mientras escucho a esos seres maravillosos de pocos años de vida, abriéndose camino con escasos recursos y siento la magia de la Vida.

Más allá de todos los impedimentos, hay mentes brillantes. Almas que dan luz y proyectos que esperan.

Necesitamos una revolución de padres exigiendo todo lo que sea necesario.

Calles seguras para que puedan transitar solos.

Redes de contención en caso de necesidad. Aclaro: no vengan con esas denuncias que tardan mil años y los pibes que denuncian abuso, por ejemplo, deben volver a vivir con esos monstruos. No se burlen más.

La perversidad para con la niñez y adolescencia suele ser criminal.

¿Somos cómplices? Porque el silencio nos da esa categoría.

¿No sabemos como comenzar esta revolución? ¿En serio? ¿O nos da miedo? ¿O tampoco nos importa mucho y no queremos salir del lugar de confort?

Hago estas consultas porque siempre es más fácil tirar la pelota afuera y decir que la culpa la tiene otro. ¿Y por casa? ¿Yo, argentino es la respuesta?

¿Que no se puede hacer nada? Pregúntale a los grandes revolucionarios de la historia si es así.

Capaz que ellos no tenían posibilidad de distraerse en tan bellas vidrieras y con muchos dispositivos.

Perdón si te incomodé. Fue mi intención.

Seguí nomas con tu día, pero acordate que somos muchos los que latimos fuerte para un presente inclusivo. No de E, sino de PERSONAS, las que salen del vientre de una mujer.

Licenciada Laura Collavini

Psicopedagoga

Autora del libro Mi ambiente y yo.

Presidente de la Fundación Siendo

laucollavini@gmail.com


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