Verónica y Melody, las carniceras más famosas de la meseta neuquina

Ambas cuentan cómo llegaron a ser expertas en un rubro “que no es fácil de llevar”. Trabajan en la carnicería de los productores unidos, la primera que vende únicamente carne de cerdo.

“Me dieron un pedazo de costeletero, me pusieron en frente de la sierra y me dijeron cortá costeletas, todas chuecas las costeletas me salieron la primera vez. Pero así empece a ser carnicera”, contó Verónica Zapata. Explicó que el de carnicero no es un rubro fácil de llevar. No es simplemente estar en una carnicería vendiendo carne. Hay que aguantar olores, ver sangre, tocar texturas raras, aprender a reconocer los tipos de carne, saber filetear, afilar el cuchillo y usar la sierra. “Hay que colgar los cerdos, pesarlos, entregarlos. Cuando empecé trabajaba afeitando en el matadero y nunca me dio impresión”, agregó al relato de Verónica su compañera de trabajo Melody Fuste.

Este oficio consiste en la preparación de la carne en cuanto al peso, la cantidad y saber sobre los diferentes cortes que tiene el animal, ya que se pone en venta lo que el vendedor solicite. Hay que faenar el animal, deshuesar la pieza, recortar las partes malas y separar la costilla del costillar.

Sin embargo, existe el dúo experto en el tema. Verónica y Melody son las carniceras de carne de cerdo más famosas de la meseta. Los clientes, en su mayoría hombres, las alaban por el simple hecho de colocarse el lechón al hombro sin ningún problema.

Ellas no tienen problema: pesan, cortan, afilan cuchillos y usan la sierra.

“Algunos hombres que vienen a comprar son mañosos pero nos tratan bien. Son caballeros con nosotras y se asombran de que hagamos este trabajo y estemos cortando carne. Nos dicen: “Hay que estar en la sierra” o “hay que cargar el peso de los lechones y cosas así”, comentó Melody.

“Nos gusta lo que hacemos, nos divierte y también aprendemos. Ya es normal cortar con la sierra, ya es normal el olor, ver los lechones, escuchar como los matan. Aunque al principio nos dio un poco de impresión, pero ahora ya estamos acostumbradas”, aclaró Verónica.

Ellas no tuvieron una guía. Simplemente agarraron la carne y se atrevieron a cortar. Así lo contó Melody: “Mi mamá trabaja en el puesto de carnes que hay en la feria. Ahí empece a ver cómo se cortaban los tipos de carne y me sumé enseguida sin saber nada. Yo sola aprendí, nadie me ayudó. Ahora soy la que corta toda la carne para los sábados de feria y para los días de semana. Y cuando llegó la sierra a la carnicería fui la primera en usarla”.

Verónica empezó de a poco. Iba a la feria a vender pero no tocaba la carne: “Hasta que empece a ir más seguido y tuve que ayudar a hacer los cortes de carne. Cuando inauguraron la carnicería donde estamos hoy, Melody me ayudó a conocer más los cortes y también a usar la sierra, porque yo no tenía idea de nada”, relató.

Cada una tuvo sus maneras de aprender. Aunque al principio costó hoy ya son maestras carniceras. “Entre las dos nos enseñábamos. Mira el hueso, la forma, el color y te vas a dar cuenta de qué parte es esa carne, me decía Melody. Después cuando teníamos tiempo libre juntábamos todas las partes del cerdo para darnos cuenta de donde salía el corte”, detalló Verónica. Y Melody agregó: “Necesitábamos ver todo junto. Éramos como médicas forenses juntando las partes del lechón”.

Por todo lo que aprendieron, las dos carniceras de la meseta neuquina, agradecen con humildad el poder trabajar en una carnicería. “Me cuesta ponerme el título de carnicera todavía porque siento que me falta mucho por aprender. Me gusta trabajar acá y estar acompañada con otra mujer que se esforzó por conseguir el reconocimiento en este trabajo”, concluyó Verónica.

Melody anhela poder avanzar y encontrar otro trabajo que le enseñe nuevas cosas. “A mi me gusta ser carnicera pero siento que va a ser un trabajo pasajero. Quiero dentro de poco tener otro que supere todo lo que me enseñó este rubro. Ya me acostumbré a esto pero me gustaría aprender algo nuevo”, reconoció.

“Me cuesta ponerme el título de carnicera todavía. Me gusta trabajar acá y estar acompañada con otra mujer que se esforzó por conseguir el reconocimiento en este trabajo”.

Verónica Zapata

“A mi me gusta ser carnicera pero siento que va a ser un trabajo pasajero. Quiero dentro de poco tener otro que supere todo lo que me enseñó este rubro”.

Melody Fuste

El lugar donde solo se vende cerdo

El pasado 31 de julio se inauguró, por medio de la Asociación de Fomento Rural (AFR), la única carnicería de venta exclusiva de carne de cerdo en la ciudad. “Productores Unidos – Carnicería de Cerdo” dice el vinilo que está en la puerta de acceso a la carnicería de la meseta. El edificio cuenta con una cámara de frío y esta ubicado detrás del matadero municipal que se encuentra en la esquina de El Lúpulo y Cañada de Azúcar.

En la carnicería se venden al rededor de 900 lechones por semana. En la meseta son alrededor de 97 crianceros que faenan sus animales en el matadero. Pero además hay otros dos puntos de ventas para la carne: la feria del Parque Central y el programa el Mercado en tu Barrio.

Respecto al control sanitario, el Matadero Municipal de Neuquén está administrado por la AFR, por ende todos los productos que salen a la venta en la carnicería como los que se faenan son analizados y certificados por un veterinario profesional. Además cuenta con la fiscalización de bromatología.

Los productores venden su carne también en la feria del Parque Central.

Datos

“Me cuesta ponerme el título de carnicera todavía. Me gusta trabajar acá y estar acompañada con otra mujer que se esforzó por conseguir el reconocimiento en este trabajo”.
“A mi me gusta ser carnicera pero siento que va a ser un trabajo pasajero. Quiero dentro de poco tener otro que supere todo lo que me enseñó este rubro”.

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