Viedma tiene su propia biblioteca universitaria de semillas agroecológicas

Ubicada en el Complejo Universitario regional Zona Atlántica Sur (UNCo) apuesta a la ecología sustentable, generando una producción sin agroquímicos. Los socios retiran un paquete de simientes. Luego de la cosecha, devuelven las que generaron en su huerta.

El Complejo Universitario Regional Zona Atlántica Sur de la Universidad Nacional del Comahue, implementa un novedoso proyecto: una biblioteca de semillas agroecológicas para fomentar nuevas prácticas de cultivo y producción y promover la soberanía alimentaria.

La idea surgió como un proyecto de extensión que tenía el CURZAS y al que se sumó su biblioteca. Así como los estudiantes pueden retirar un libro, los huerteros y productores de la zona pueden retirar, a modo de préstamo bolsitas de semillas y luego del periodo de siembra y cosecha, devuelven las semillas que produjeron en su espacio de producción.

En el medio del proceso, además reciben capacitaciones y material bibliográfico. El proyecto está a cargo de las trabajadoras de la biblioteca y estudiantes del Complejo Universitario. El CURZAS, trabaja en conjunto con el INTA y el Colectivo Agroecológico de Río Negro, una red de familias productoras y organización de consumo responsable.

La directora de la biblioteca, Leila Waidatt, comentó que “la experiencia demuestra cómo la universidad pública puede ser un puente entre el conocimiento académico y los saberes populares, generando transformaciones concretas en los territorios”.

Cómo arrancó todo

Para dar inicio al proyecto, la biblioteca recibía semillas del ProHuerta, que hoy por decisión del Estado Nacional ya no existe, también llevaban donaciones del INTA y contaban con asistencia del Instituto Nacional de Semillas, dependiente de la Comisión Nacional de Semillas, ente hoy desmantelado también.

En la actualidad, solo cuentan con las donaciones que realizan las familias productoras que forman parte del Colectivo Agroecológico de Río Negro y el módulo agroecológico “que están produciendo semillas en esta zona que son semillas que ya están adaptadas a nuestro suelo y nuestro clima”.

El stock actual de la biblioteca se compone de 29 variedades de semillas de cherry, porotos, habas, cebolla, ajo, lechuga, kale y otros frutos con semillas. Existe un listado de 108 socios usuarios que pueden acceder a retirar las bolsas de semillas para su producción.

Los productores se pueden llevar hasta 20 sobres de las especies que elijan, dependiendo de la estación del año. “Para primavera-verano tienen que retirar las semillas en agosto y para el invierno hay que sembrar en marzo”, detalló Waidatt.

Pero está biblioteca no solo está orientada a los productores que son parte del Colectivo Agroecológico. Cualquier persona, incluso sin estar vinculada a la universidad, que tenga deseo de iniciar una huerta puede acercarse a retirar el paquete de semillas.

“En estos casos, el proceso es diferente. Si sos mayor de 18 años te presentas con el DNI y una persona que salga de garantía para la entrega de semillas. Si alguna persona no tiene contacto con alguien que esté vinculada a la universidad que les puedan salir de garantes, lo hacemos las bibliotecarias. También les aportamos material bibliográfico y asesoramiento en sus primeros pasos”, agregó.

Al momento de la siembra cada productor debe destinar una planta para obtener la hortaliza que sea cultivas y otra que estará destinada a la generación de las semillas que luego devolverá a la biblioteca.

Todo lo producido está destinado al consumo individual o familiar. Solo los productores que forman parte del colectivo y que son las que donan semillas, cuentan con puestos en las diferentes ferias de la ciudad de Viedma donde comercializan sus productos. En esos espacios también se organizan jornadas de intercambio de semillas.

“Es algo innovador. Es un paso importante para generar otra conciencia de lo que la agroecología, la economía alimentaria”, concluyó la bibliotecaria.

El desafío de sostener un proyecto, aun con adversidades

Sembrar, cuidar y cosechar, para un proceso sencillo, visto desde afuera. Pero no todo es lo que parece. La circulación de semillas que implementa la biblioteca debe sortear varios inconvenientes, durante los procesos de producción.

La directora, Leila Waidatt, comentó que no todos los productores o huerteros llegan a devolver las semillas que retiraron de la biblioteca.

Es que deben afrontar las dificultades que pueden presentar el suelo, la adaptabilidad de la semilla a la tierra, las condiciones del agua y las climáticas. Los animales, sobre todo las aves que comen las semillas, son también un inconveniente a resolver.

“Para nosotros tener una biblioteca de semillas es una fortaleza. Sabemos que no podemos dar semillas a todo Viedma, pero vamos seguir sosteniendo siempre este proyecto”, dijo la profesional.