El intenso tránsito vehicular destruye la playa de conchillas, cerca de Las Grutas

Eso provoca que la calidad paisajística del espacio de San Antonio Este se esté deteriorando. Vecinos y profesionales alertan sobre el tema, y piden acciones concretas y urgentes.

El manto de conchillas que cubre gran parte de las playas del Puerto San Antonio Este, ubicado a 65 km al sur de Las Grutas, se está pulverizando, producto de la acción mecánica de los vehículos, que aplastan y rompen esos fósiles, generando un daño irreparable.

Las zonas más afectadas son “La Conchilla”, ubicada poco antes del ingreso a la aldea pesquera, y “Punta Perdices”, sobre el mirador norte, que en los últimos años se popularizó con el mote del ‘Caribe patagónico’. La situación es crítica y se agrava verano a verano, afectando la calidad paisajística de esas playas que están entre las más lindas de la región, y, por eso, desde hace tiempo experimentan un boom de visitas.

Pero ese turismo masivo, sin regulaciones ni controles adecuados, se está convirtiendo en atentatorio. De hecho, muchos vecinos de la villa pesquera, que viven con alegría la afluencia de público, están comenzando a alertar sobre este perjuicio y a pedir que las autoridades intervengan, organizando esas visitas que, sin regulaciones ni orden, van a provocar la destrucción de una joya natural.

Incluso, a través de redes sociales, muchos muestran distintos tipos de vehículos invadiendo zonas en las que la cartelería indica que no hay que estacionar. Pero, sin acciones concretas ni suficientes guardas ambientales que frenen a los que hacen caso omiso de las advertencias, una costa tan vasta se vuelve difícil de controlar.

También hay imágenes de áreas donde el manto de caracoles ya casi ni se ve, y quedó reducido a una zona grisácea, producto de la mezcla de la conchilla molida con la arena. “Es algo muy triste, porque además el daño es irreparable. Todas esas conchillas que vemos, esos restos de moluscos bivalvos, en realidad son restos fósiles, que tardaron siglos en depositarse en esa costa, que tiene un régimen de mareas y una geografía muy particular. Y justamente lo que la hace atractiva es ese manto donde se mezclan piezas erosionadas por el viento y blanqueadas por el sol con otras que aún muestran sus colores rosados, amarillentos o iridiscentes. Esa destrucción le quita una calidad paisajística única” se lamentó el geólogo de San Antonio Oeste, Renzo Bonucelli.

En la misma línea, hace un año atrás, se expresó Mirta Carbajal, que es licenciada en ciencias biológicas y presidenta de la fundación ambientalista Inalafquen, y viene advirtiendo sobre el peligro que se vive, sobre todo, en La Conchilla y Punta Perdices, que conforman la península Villarino. “Paisajísticamente es un cambio definitivo. Ni aunque se prohiba toda circulación se podrá lograr que se vuelvan a acomodar conchillas que tardaron centenares de años en depositarse allí. Además ése es un sustrato que respira, la arena que se deposita debajo alimenta el sistema dunar. Mucho es lo que se va a modificar si este deterioro sigue” aseguró.

Además remarcó la importancia de que el lugar sea una península, porque “no hay otras como ésta, salvo Península Valdés, en la provincia de Chubut, que fue declarada patrimonio de la humanidad. Villarino es una pequeña península Valdés, aunque súper frágil, porque es todo costa”.

“Puede que ahora los perjuicios se vean más, pero el daño se agudizó a partir de 2006 o 2007”, recordó la mujer. En esos años se fueron consolidando y abriendo caminos. También hubo dos o tres temporadas con pocos guardas ambientales para poder “atajar” la situación. Y no contribuyeron en nada medidas como permitir el acampe al borde de la playa.

“En ningún lugar del mundo ves algo así, porque, además, ¿cómo controlás a esos que acampan, y qué beneficios dejan? porque se alojan en sus vehículos y hasta llegan con sus provisiones a la zona”, reflexionó Carbajal.

Ese punto que oportunamente señaló la experta, que es la cantidad de ‘rodanteros’ que acampan, también se convirtió en un problema de difícil abordaje, pese a que se intentó delimitar, incluso, áreas admitidas y otras restringidas a lo largo de playas como La Conchilla, ubicada antes del ingreso a la villa pesquera, y de enorme extensión. Los hechos están demostrando, sin embargo, que no hay forma de sostener esa regulación.


Vecinos en alerta


Los propios habitantes de la villa portuaria, a través de sus redes sociales, están difundiendo pautas de cuidado para concientizar a los turistas. Uno de ellos es un joven fotógrafo y realizador audiovisual, que recomendó, en distintos posteos: “Cuidemos y respetemos la naturaleza del Puerto. Si hay un cartel que dice: ‘no circular con vehículos por el manto de conchillas’, por favor háganle caso. Además de destruir los huevos de aves autóctonas y reducir su población, también están destruyendo la identidad del lugar. Gracias a toda la gente que se involucra en la protección”.

En otra publicación fue más gráfico: “Sigue el daño irreparable en las playas del Puerto San Antonio Este. Punta Perdices es tierra de nadie”, se lamentó, mostrando el desborde vehicular sobre el manto de conchillas.


Otro daño irreparable


La trayectoria de los vehículos por la costa también aplasta nidos de ostreros (unas aves que nidifican en la arena) y mata a los pichones de la especie, porque estos pájaros, que son del color de la arena, se aplanan como mecanismo de defensa, pegándose al suelo, y se vuelven imperceptibles para el que maneja. Ese es otros de los daños que produce el desborde vehicular.


Hay mucho para hacer


Los profesionales consultados expresaron que lamentablemente todavía no existe un plan de manejo para las playas portuarias. “La Provincia había contratado una consultora, pero sólo se cumplió con la primera etapa, y la iniciativa quedó trunca”, recordaron.

La idea inicial era actualizar el apartado destinado al Puerto San Antonio Este dentro del plan director de ordenamiento territorial, ambiental y urbano del municipio de San Antonio Oeste, que fue dirigido por el arquitecto Diego Capandeguy en el año 2005, y sancionado por la ordenanza municipal 2406/05. De allí surgió el plan de manejo del área natural protegida Bahía San Antonio, que incorporó la zonificación para el uso de suelos, fijando fuertes resguardos ambientales.


Como el trabajo de Capandeguy no contemplaba la intensiva explotación turística de las playas portuarias, ante la realidad actual de la aldea pesquera, la consultora que haría esa actualización alertó que, en realidad, el trabajo que se necesitaba era diferente y más arduo. Pero ese requerimiento no halló el eco de las autoridades.

Con respecto al abordaje que sobre el tema está ejecutando la municipalidad de San Antonio, este diario no obtuvo respuestas, pese a los reiterados intentos realizados en demanda de información.


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