«Willy» de Luis Beltrán, el coleccionista de los 1.000 autitos

Todos los autos en miniatura del Turismo Carretera, del rally Dakar y muchos de la Fórmula 1 lucen en sus vitrinas. De niño le gustaba hacerlos chocar y romperlos. Ahora los atesora.

De chiquito jugaba a inventarles escenas, accidentes y la mayoría de las veces terminaban destruidos. Llegó a la adolescencia y no le quedó ninguno sano. Hoy los trata con mucho cariño. Los atesora en las amplias vitrinas del quincho de su casa en Luis Beltrán. Allí brillan sus más de 1000 autitos de colección. Lucen todos los del Turismo Carretera, los del rally Dakar y los de la Fórmula 1, pero en este caso se trata solo de aquellos que compitieron junto a los autos que piloteó el “Lole” Reutemann.

A “Willy” Mugnolo le apasiona armar colecciones, un hobby que reforzó con la pandemia y su hábito nocturno. José Luis tiene un comercio que heredó de su Nono Juan y la Nona Filomena en una esquina tradicional de Beltrán, pero en el pueblo todos lo conocen por “Willy”. Es el apodo que le pusieron cuando tenía 16 años y empezó a darle a los parches, justo cuando en la TV, a mediados de los ´80, hacia furor un programa que tenía como protagonista al muñeco de Willy Baterola (“toca que te toca con sus cacerolas”).

De su infancia recuerda las carreras en las pistas de tierra que armaban con los chicos del barrio. Allí estaban todos los autitos nacionales y los más conocidos eran los Galgo. Les ponían masilla o plastilina, la cucharita, piedritas para hacerlos pesados y que no volcarán.

Precios

$ 50.000
El valor de los autitos de colección más caros. Los de escala 1:24, que son los más grandes.

“Hoy no tengo ningún Galgo porque los rompí, y conseguir uno es carísimo”, dice José Luis.

De todos modos, aclara que los de colección no sirven para jugar, sino que son para exhibir.

El valor de los autitos va desde los 7.000 a los 50.000 pesos de acuerdo a la escala. Cuanto más grandes más caros.

Explica que el coleccionismo se expandió desde hace diez años en el país, con los fascículos que se venden en los kioscos, y que el riesgo es convertirse en acumulador. “Conozco mucha gente que acumula, guarda y no los exhibe. Los tiene guardados, pero solo para apropiarse de algo”, sostiene.

“Willy” se concentró en conseguir los autitos escala de 1:43 de la marca Hot Weels.

“Tengo la colección de 60 autitos de Turismo Carretera que salió hace 5 años. Tenía a mi cuñada en la Plata, a la que el diariero se los llevaba cada 15 días. Cuando llegamos al 57 hubo un desbarajuste en el país, y los últimos tres autitos fueron muy duros de conseguir porque bajó la tirada y pasaron a valer diez veces más. Por suerte, más tarde los pude compra

Los del Turismo Carretera en un plano más cercano y los Chevrolet cerca de su fan, «Willy». Años y años armando colecciones. Ahora va por los 120 de la Fórmula 1.

Los autitos difíciles del Turismo Carretera


Entre los difíciles ubicó a un Chevy del “Pato” Morresi, el Chevrolet 400 de Froilán Gonzalez y un Fairlane, que fue el unico que corrió en TC, de Oscar Angeletti.

Del Dakar tiene dos colecciones completas, con sus autos, motos, cuatriciclos y camiones. Y hasta se hizo fabricar el viejo colectivo de transporte que tuvo su abuelo, el primero en unir Beltrán y Choele, cuando se cruzaba en balsa el río Negro y no existía el puente carretero.

Dice que le gustaría coleccionar en la escala 1:24 pero ahí “es todo importado” y en Argentina “se nos fue el valor de las manos. Uno quiere que el auto sea más grande, que luzcan más los detalles, pero tenés que tener un presupuesto importante”.

José Luis aprendió a manejar en una cupé Chevy como esta, que tuvo su abuelo. Hoy tiene dos impecables. Las compró, las fue arreglando y pintando al detalle.

De otras colecciones, como la de “Autos Inolvidables Argentinos”, solo compró los que le gustan. “Soy fanático de Chevrolet, aprendí a manejar en el Chevy de mi abuelo. Entonces, en mi colección van a ver todo lo que salió de ellos en Argentina. Desde un Opel K 180 hasta una camioneta 490 de 1918”.

«Ahora empecé con los Fórmula 1, una colección que 120 autos, pero solo me gustan los de la época del “Lole” Reutemann. Los que van de 1977 a 1982».

El Williams que corrió el «Lole» y el Tyrrel de seis ruedas.
Dos de sus preferidos.

Mientras habla y da explicaciones , saca el legendario Tyrrel, el único auto de seis ruedas que ganó una carrera de Fórmula 1.

En el quincho búnker lucen otras colecciones y todo el merchandising de Chevrolet.

Debajo de un tocadiscos lo esperan los 140 fascículos para armar el crucero Belgrano, otro de sus gustos porque se considera un «malvinero». “Cuando encuentre el tiempo arranco. Y cuando arranco no voy a parar hasta terminarlo. Así funciono”, sentencia.


El legendario «Rápido» de Don Juan, su Nono


Una réplica en miniatura del primer colectivo que utilizó el abuelo de «Willy» como transporte de pasajeros entre Beltrán y Choele.


José Luis tiene siempre presente la figura de su abuelo Juan Mugnolo, un antiguo comerciante del pueblo que arrancó con un almacén, sodería y la primera empresa de colectivos que unió Luis Beltrán y Choele Choel.

Cuando salieron las colecciones de colectivos, “Willy” buscó por todos lados el modelo del Chevrolet de 1938 que manejaba el Nono, pero no lo encontró. Entonces se le ocurrió preguntarle a un customizador que ubicó en Instagram si se lo armaba. Tenía la foto de Don Juan con el colectivo, que llevaba la leyenda empresa “El Rápido” en sus laterales y un portaequipajes en el techo. Se la envió. Y el hombre que fabrica los colectivitos de resina de las líneas que circulan en Capital Federal le dijo que sí. A los pocos días, “El Rápido” de Juan Mugnolo pasó a ocupar un lugar central en las vitrinas.


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