“Somos los científicos que trabajamos para que no haya otra pandemia”

Lo afirma Sergio Lambertucci, investigador del Conicet y la Universidad Nacional del Comahue. Ganó premio Houssay del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación.

“Somos los científicos que trabajamos para que no haya otra pandemia”, dice Sergio Lambertucci.  Es investigador principal del Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Ambiente , que depende del Conicet y la Universidad Nacional del Comahue en Bariloche.

“La pandemia por el nuevo coronavirus ocurrió porque los seres humanos no hicimos lo que deberíamos haber hecho en cuanto a la protección de nuestro ambiente. Con el tráfico de fauna, por ejemplo, llevamos patógenos”. Lambertucci es el ganador del Premio Houssay en el área de ciencias y tecnologías ambientales, otorgado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, como reconocimiento al trabajo de prevención que realizan los ecólogos de la conservación.

P:-¿Cómo se interesó en las aves y los ecosistemas?

R:- A los cuatro años, ya soñaba con estudiar los cóndores. En 1998, a través de una organización civil, llegué a Bariloche como coordinador de un proyecto vinculado a esas aves. Llevo más de 20 años de mi vida asociada a Bariloche y a sus ambientes. Hoy soy director del Grupo de investigaciones en Biología de la Conservación compuesto por 15 investigadores y estudiantes.

P: -¿Por qué dedica su carrera al estudio de las aves rapaces, como los buitres y cóndores?

R:– Si bien esas aves son mi objeto de estudio más importante y un grupo apasionante por sus características, mis trabajos de investigación están orientados a la ecología y biología de la conservación de animales en general. Lo que quiero de mis trabajos y del grupo es que nuestras investigaciones ayuden a disminuir los impactos que los seres humanos generan en los ambientes y lograr una convivencia armónica con la naturaleza. Para eso es necesario saber mucho sobre ecología, la interacción entre especies y el ambiente, incluyendo al ser humano y sus necesidades. Estudiamos qué percepciones tiene la gente de determinadas especies y cómo resolver si hay una mirada negativa. A veces sucede que esa mirada negativa sobre alguna especie se debe a que se conoce sólo una parte de la historia, y nosotros buscamos entenderla por completo y luego comunicar la evidencia a la sociedad. También tenemos proyectos en la ciudad vinculados a los choques de aves contra ventanas, el mal uso de drones o estudiamos cómo especies exóticas han entrado a ecosistemas y han afectado su estructura e interacciones.

P:- ¿Cuáles son las amenazas para las aves hoy?

R:- A nivel mundial, para las aves pequeñas, los depredadores exóticos, como los gatos domésticos, son un problema en zonas urbanizadas. Para los más grandes, como cóndores y águilas, la problemática es otra. La amenaza está en las carroñas envenenadas, el choque contra los tendidos eléctricos y los parques eólicos en algunos lugares del mundo. Los parques eólicos en nuestro país recién están creciendo, y no estamos en contra de su instalación, pero queremos que se ubiquen en lugares donde impacten lo menos posible. Estos últimos años, estudiamos en detalle cómo se mueve el cóndor bajo distintas condiciones. Saber dónde se alimenta y dónde duerme permite tener información preliminar que sirve para luego tomar decisiones adecuadas en el momento del desarrollo de  nueva infraestructura que podría afectarlos.

P:- ¿Qué piensa la gente sobre las aves rapaces?

R:- El cóndor, al igual que varias otras especies carroñeras, puede ser mal visto. En el campo, a veces se piensa que el cóndor matan a muchos animales. Históricamente, se lo juzgó por el boca en boca. Pero nuestros estudios científicos demuestran que los eventos de muertes de otros animales por cóndores son raros. Por eso, hay que revertir esa percepción y contarle a la gente que las aves como los cóndores son muy positivas porque limpian los campos. Los buitres, cóndores y otros carroñeros obligados, pero también los carroñeros facultativos –que cazan y comen carroña-, como el águila mora, son muy eficientes para reducir potenciales focos infecciosos en el campo. Sin estas especies que en pocos minutos, se pueden devorar y dejar limpia una carroña, habría riesgo de tener muchas más pestes. Al no dejar carroñas en los campos, evitan también el incremento de otras especies problemáticas como las ratas, o los perros asilvestrados y problemas asociados, como la rabia. Además, se ha encontrado que muchas de esas aves actúan como controladores de los patógenos y no dispersores. Porque consumen y eliminan. Son limpiadores del ecosistema y no tenerlos, podría ser un problema importante para el ser humano.

P:- Los basurales son una fuente importante de plástico para los buitres, ¿cómo impacta esto?

R:– El plástico es una problemática que se incrementa y, por suerte, hay cada vez más gente que lo investiga en todo el mundo. Pero la mayoría de las investigaciones son de ambientes acuáticos y hay menos de los ambientes terrestres. Los jotes, por ejemplo, suelen ir a comer a ambientes urbanizados, y mucho a los basurales. Se alimentan de los desechos orgánicos, pero al mismo tiempo están expuestos a materiales no orgánicos, como el plástico. Así, pueden actuar como dispersores y generadores de islas de plástico. Cuando un jote, un águila o un cóndor come, regurgita lo que no digiere y eso nos permite saber qué estaba comiendo. Pero los suelen expulsar cerca de sus dormideros o nidos que pueden estar, en el caso de jotes, hasta 50 kilómetros de donde comió. Los jotes que comen en el basural de Villa La Angostura, tienen un dormidero en una isla en medio del lago Nahuel Huapi. Cuando uno la recorre, encuentra el plástico de sus regurgitados. El tema también es que el plástico puede generar problemas en la salud a los animales. Pueden quedar atragantados por comer plástico o absorber compuestos químicos.

P:- El grupo que dirige ya lleva 10 años de un fuerte trabajo de  concientización en la comunidad: ¿cómo se hizo y qué impacto tuvo?

R:– Siempre recorremos campo por campo en los alrededores de Bariloche y la Línea Sur para contarle a la gente sobre nuestras investigaciones. También damos muchas charlas en las escuelas. Les explicamos que esos animales dan mucho más de lo que quitan. Ese es uno de nuestros objetivos principales. Si bien en esta zona lamentablemente hay aún eventos de envenenamiento, son menos de los que encontramos más al norte. Años atrás, se encontraron 34 cóndores muertos en Mendoza. En nuestra zona, después de tantos años de trabajo, se ven menos. Por eso, hacemos hincapié en la educación ambiental y el uso de la información que generamos los investigadores en biología de la conservación. Buscamos armonía: que el ser humano pueda aprovechar los recursos de la naturaleza sin destruirla.

P:-¿También se avanzó con entes gubernamentales?

R:- Si, en varios temas trabajamos en conjunto. Otro de los problemas de los grandes carroñeros es que comen animales cazados con balas de plomo. Después de muchos años, se avanzó con Parques Nacionales en una regulación para prohibir la caza con balas de plomo ya que eso reduce la intoxicación. Estamos trabajando en el problema del veneno: proponemos métodos de disuasión no letales para animales considerados problemáticos. También trabajamos en el reordenamiento de la escalada que crece mucho y de manera desordenada. Muchas especies usan roquedales. Entonces, si se meten adentro de un nido, la lechuza u otro ave abandona la anidada. Hay dormideros donde se da un intercambio de información. Si se meten en las condoreras o buitreras o las perturba, se desestructura el comportamiento social. A veces, basta con cambiar de una pared de la montaña a otra para reducir mucho el impacto.


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