Tachero por elección

Dice que es una actividad sacrificada pero que tiene sus beneficios, como ser su propio jefe.

Unas fotos de la difunta Correa y “dos o tres” rosarios acompañan a Martín Cides durante sus jornadas de 12 horas arriba del taxi, su lugar durante gran parte del día y el medio para conseguir el sustento de su familia.

Maneja el móvil 188 de Taxi Patagonia y las pasa todas en su trabajo. Sufre a diario el asfalto en mal estado y las calles de tierra del oeste de Neuquén, pero a la vez que disfruta de un trabajo en el que es su propio jefe y le permite llevar a casa “una plata diaria”.

“En el taxi estoy hace ocho años. Antes tenía un servicio de mensajería, hacía delivery en varias casas de Neuquén hasta que me cansé. Tenía a mi papá y mis tíos taxistas que siempre me dijeron ‘manejá un taxi que es mucho mejor que lo que estás haciendo’”, relata.

Martín es peón de taxi y se presentó este año en el concurso que organizó la municipalidad para obtener una de las 60 licencias que se pusieron en juego, pero no fue seleccionado. “Es complicado porque siempre hay gente que tiene muchos más años en el taxi y es difícil competir con eso. Tener un cero kilómetro también te da mucho más puntaje”, aclara. La relación peón-titular es de 30-70 del porcentaje de dinero recaudado en el día, en un promedio de 30 viajes.

Martín, como sus compañeros en el rubro, conoce como nadie la ciudad. La sufre y disfruta casi en partes iguales.

“Está bastante ordenada, pero falta arreglar un poco el asfalto, en muchos sectores está muy estropeado y por eso los autos no duran. Se sufre arriba del auto, y más para el lado del oeste. Pasando la Novella el auto se destartala mucho y queda muy estropeado, son unidades que no duran mucho”, describe y cuenta que en estos ocho años ya cambió el auto tres veces, y que lo recomendable es trabajarlo, como máximo, dos “porque se hacen más o menos 10.000 kilómetros al mes”.

Este taxista tiene una regla y es la de no hablar con sus pasajeros. “Le pido la dirección y lo dejo en destino”, asegura, porque la profesión de “psicólogo” no le convence. Algo que tampoco hace más es trabajar de madrugada a la salida de los boliches, donde “encontrás de todo”.

“Yo me encargo hasta las cuatro (su turno comienza a las 16) de llevar a la gente y después que el otro la vaya a buscar como sea”, dice. Es que “antes era inseguro a la noche, hoy no tenés horario”. La inseguridad ha hecho que incluso haya pasajeros “que se suben con miedo y se fija el número de licencia, o te empieza a mirar, te das cuenta que te están observando. Siempre hay algún taxista que nos hace mala fama”, lanza en forma de queja.

Igual piensa seguir adelante con el oficio que eligió.

Martín Cides,

33 años.

Está casado y tiene una hija de 7 años.

Nació en Neuquén.

Leonardo Petricio


Exit mobile version