Ballenas a la vista

El frío se hace sentir pero el viento está en calma, y la claridad del cielo recuerda a los días de verano. El grupo, que no supera los 10 contando el guía, subió al semirrígido con los chalecos salvavidas, y está listo para salir a la aventura. Unos segundos después, todos formarán parte de esa combinación de celestes y azules en los que se funden el mar y el horizonte del golfo San Matías, en el que ya comenzaron a recortarse los primeros grupos de delfines. Atento a cada detalle, el guía enseguida los identifica. Dice que son “delfines comunes”, por el color combinado que muestran sus cuerpos, a diferencia de los del tipo “nariz de botella”, que también aparecen en la zona, y con sus tonos grises y su fisonomía son más parecidos a la imagen que uno guarda de la especie. La navegación continúa, por el interior de la bahía San Antonio. El recorrido, que se extenderá por casi dos horas, comienza con el abordaje en el parador “Serena”, ubicado en el Mirador Norte de la villa portuaria, y culmina en el mismo punto, después de la inolvidable experiencia. El viaje es uno de los primeros que se realiza antes del inicio oficial de la temporada de avistaje embarcado de ballenas y otros mamíferos marinos, que arrancará hoy y se extenderá hasta el 31 de octubre. Por ahora, el grupo, que llegó con ganas de ver ballenas francas, está maravillado con otras especies de las que, según informó el guía, siempre “están” en la zona. Los que ahora se aproximan, desplegando toda su simpatía, son unos lobitos marinos. Se movían como manchas oscuras acercándose a la embarcación, hasta que se mostraron en plenitud, como si estuvieran dispuestos a posar para las cámaras. “Es increíble que todo parezca tan cerca. Hice avistajes en otros lugares, como en Puerto Madryn, pero en este tipo de semirrígidos estamos más al ras del agua, como si nadáramos junto a los animalitos” dice uno de los pasajeros, que viajó desde Neuquén. “Eso pasa porque las bandas o contornos de la embarcación son más bajos. En otros lugares usan catamaranes, que te dan la sensación de estar más alejado del mar, y los grupos se conforman de 30 o 40 personas, por eso acá la experiencia es distinta, más personalizada”, le responde Agustín, que capitanea la nave y es el titular de la firma que opera en el Puerto. Junto a la suya, son 4 las empresas náuticas habilitadas para realizar los paseos. La charla se corta cuando todos comienzan a señalar, a lo lejos, un punto en el que el agua comienza a bullir, coronándose de burbujas. En segundos, la espuma salta con fuerza, impulsada por el cuerpo de una ballena que emerge, enorme e imponente, para ganarse la emoción de todos. No llegará sola, porque momentos después otros dos ejemplares se dejarán ver, mostrando sus colas para que todos retraten con sus cámaras la imagen esperada. Después se inicia la vuelta, y es tiempo de compartir algo rico en el parador, mientras se repasan las fotos que pudieron capturarse. (Agencia San Antonio)

golfo san matías


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