Tocar la flauta aplicando la filosofía zen

Marcelo Alvarez, de Roca, creó un método y lo presentará a 6.000 flautistas de todo el mundo en los Estados Unidos.

ROCA (AR)- Don de los dioses, lenguaje del alma… La habilidad para hacer música tocando un instrumento ha merecido en todos los tiempos de la humanidad palabras que aluden a la elevación. Por eso, no asombra que ahora un músico roquense haya desarrollado todo un método de estudio de la flauta traversa a partir de los preceptos de la filosofía zen.

El trabajo se llama «El flautista consciente» y será presentado a flautistas de todo el mundo en agosto próximo en una convención a realizarse en los Estados Unidos. Fue creado y desarrollado por Marcelo Alvarez, profesor de flauta traversa del INSA e integrante del Quinteto de Vientos y de otras formaciones musicales de la provincia de Río Negro.

Marcelo irá personalmente el 19 de agosto a exponer su trabajo en la 28º Convención Anual de la National Flute Asociation de los Estados Unidos. Su método fue seleccionado entre 400 propuestas llegadas de todo el mundo. Alvarez es miembro activo de la Asociación, la más grande del mundo con 6.000 miembros activos, lo que lo habilita además a publicar artículos o ponencias en la revista trimestral «The Flutist Quaterly».

Al día siguiente de presentar su libro allí, interpretará para los participantes de la convención un concierto de música argentina, de flauta y piano.

Flauta y conciencia

«El flautista consciente» es un método de trabajo corporal y de educación mental para el mejor contacto físico del músico con el instrumento, partiendo de la conciencia interior.

Es el primer método de aprendizaje de un instrumento que se desarrolla en la Patagonia, y será «la semilla de la escuela que planeo crear», señaló Marcelo Alvarez.

A través de ejercicios, se busca el estiramiento y la relajación de todo el cuerpo para agrandar la caja toráxica y optimizar la intención sonora, incluyendo el cuerpo, el trabajo de los labios y de la cavidad interna de la boca.

«Así, el instrumento es vivenciado como la extensión del propio cuerpo, adaptando uno al otro en un trabajo de ida y vuelta. Eso mejora notablemente la tímbrica y la calidad del sonido», señaló el autor.

También se trabaja sobre la sensibilidad de los dedos a partir del contactos de ellos sobre las llaves. Se disciplina la mente con el fin de sentir todo el movimiento que realizan los dedos al tocar cada nota, modulando el aire que circula por el instrumento.

Lo original de la propuesta se advierte en que, de acuerdo a lo que Alvarez ha podido conocer en su trayectoria musical en el país y por sus contactos en el extranjero, no existe un método similar, ni siquiera en cuanto al planteo corporal. «Hay libros de ejercicios musicales que uno debe repetir una y otra vez, pero nada como esto».

Esta originalidad le da posibilidades de trascender, no sólo por la temática sino por la cantidad de flautistas que hay en el mundo, acercados entre sí a través de Internet. Ello también influyó en la aceptación por parte de la National Flute Asociation, que busca favorecer las nuevas tendencias en cuanto a la interpretación del instrumento.

Para Alvarez, éste es el primer volumen de un trabajo mayor, ya que el método global será la introducción para el posterior desarrollo aplicado a obras complejas del repertorio latinoamericano y americano.

Uno de los principios de la filosofía zen que son tomados en cuenta en este trabajo es el de «actuar siempre con mente de principiante», es decir, no soslayar nada de lo presente, conectarse plenamente con lo que se está realizando.

«Se trabaja sin prisa pero con real conciencia de todo lo que realiza el cuerpo cuando estamos tocando. Así se llegan a comprender las tres bases para llevarse bien con la flauta, además de la intuición musical de cada uno: la postura, la emisión del aire y el contacto físico con el instrumento».

«El flautista consciente» es único en su estilo, ya que trabaja desde el cuerpo hacia el instrumento, «sin buscar dominarlo sino para encontrarnos nosotros mismos creando a partir de él». Para Alvarez, habitualmente el estudio de un instrumento parte de la base de la repetición, pero cuando ésta se hace sin conciencia real ni trabajo interior, se convierte en rutina. Este método coincide con la certeza contemporánea de que todo lo que pasa incide sobre nosotros. La flauta traversa es un instrumento «transparente», en el sentido de que permite conocer claramente la personalidad de quien la toca. Así, al trabajar sobre el modo de tocar, estamos trabajando también sobre nuestra personalidad».

Nada mejor que la propia experiencia para llegar al conocimiento. Este principio se cumple, ya que Alvarez señaló que «todo comenzó con un trabajo conmigo mismo, y me fui sorprendiendo de lo que lograba en mejorar el sonido. Fue así que desarrollé una metodología propia y comencé a aplicarla con mis alumnos, de a poco, porque introducir este método implica aniquilar la ansiedad y el «ego» y ubicarse en uno mismo como sujeto de descubrimiento, autoconocimiento y creación».

No se trata de reglas rígidas, sino que «cada uno va trabajando y encontrando la mejor postura y la mejor actitud corporal de acuerdo a sus propias características físicas y personalidad.

«Un reflejo de nuestro interior»

Algunos de los principios del método sirven también para reflexionar en otros ámbitos:

-Aprender a «sonar» un instrumento es como educar a un niño, actuando con cordialidad y humor, disciplinándolo pero no alienándolo. Reiterando y no repitiendo, reiterando el movimiento y su sonido hasta convertir todo en una indivisible danza.

– El sonido de un instrumento es sólo el reflejo de lo que pasa en nuestro interior. El instrumento actúa como prolongación del cuerpo y amplifica, convirtiendo en energía sonora, nuestros movimientos.

– Hacer algo es expresar nuestra propia naturaleza. Cuando practicamos nos ajustamos a ciertas reglas, pero el propósito de estas reglas no es igualar a todos, sino permitir a cada uno expresar de la manera más libre su propio sí mismo.

– Lo más importante es sentirse dueño del propio cuerpo físico. Cuando se tienen en orden el cuerpo y la mente, todo lo demás ocupa el lugar que corresponde.

Después de practicar por cierto tiempo, se da uno cuenta de que no es posible hacer progresos rápidos. Cuando no hay idea alguna de provecho en lo que se hace, entonces se hace algo. Esto tiene que realizarse del modo más simple y adecuado y apreciarlo hasta en la existencia misma. (AR)


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