“Trips de las flores”

Insectos sumamente diminutos, que se alimentan de savia y polen. Descripción y control.

“De paso, cañazo” dice el dicho. El domingo pasado hablamos de la mosca blanca y su control en el hogar y hoy le toca a una plaga menos conocida, pero que fue un gran dolor de cabeza en la temporada 1994/95 en el Valle Medio y que luego se extendió al resto de los valles. El “trips de las flores” (Frankliniella occidentalis), comenzó su ataque en los alfalfares del Valle Medio y pronto se trasladó a frutales de carozo y tomate y algo en manzana Granny Smith. Los daños directos las producen las larvas y adultos al picar y succionar el contenido celular de los tejidos, produciendo lesiones superficiales de color blanquecino en forma de galerías en la epidermis de las hojas y rápidamente cubren todo el fruto, disminuyendo su valor comercial. Además inyectan toxinas fitotóxicas que causan deformaciones en hojas y trasmiten virus. En las flores se alimentan de polen e impiden que estas se abran, con lo que disminuye su valor estético, como es el caso de los rosales. El origen de esta infestación explosiva de la plaga, que siempre está presente en los cultivos en forma limitada, se atribuyó a un desequilibrio ecológico causado posiblemente tanto por factores ambientales como al uso indebido de biocidas que aniquilaron a sus enemigos naturales. Hoy en día sigue siendo un problema menor, ya que se estabilizaron nuevamente sus poblaciones. Su reproducción puede ser tanto sexual como asexual. Las hembras no fecundadas dan generaciones masculinas, por lo que para perpetuarse deben ser fecundadas, dando origen a un tercio de machos y dos tercios de hembras. Son muy sensibles a las temperaturas. La ideal oscila entre los 28 a 32ºC, en que completan su ciclo en un período de 13 a 15 días. Por encima de los 35ºC no hay desarrollo y por debajo de 18 este se ralentiza. Además de la alta temperatura, también los afecta la falta de humedad atmosférica. En jardines, en donde habitualmente existe una amplia población de plantas herbáceas, es necesario realizar un monitoreo periódico. Debido a que son insectos minúsculos cuesta verlos a simple vista, por lo que se deben sacudir las flores sobre un papel blanco para ver a los adultos y observar si hay galerías en las hojas. El control en hogares y jardines es similar al de la mosca blanca. En este caso se preparan trampas de color azul, que se forran con nailon traslúcido embadurnado con un adherente como miel o aceite de cocina y se cuelgan por encima de las plantas afectadas. Al sacudir estas, los adultos voladores son atraídos y quedan adheridos. Si las plantas son pequeñas, se colocan con la maceta en una bolsa traslúcida hermética para que aumente la temperatura interior, o se invierten y se sumerge totalmente la planta en agua tibia en forma semanal. En la región existe la “chinche pirata” e incluso arañuelas predadoras, que ayudan a mantener bajo control a esta plaga… claro, siempre y cuando no se apliquen biocidas.

Teodorico Hildebrandt eljardin@rionegro.com.ar

Galerías en hojas, que delatan su presencia.

Huevo ariñonado, larvas neonatas inmóviles, estadios ninfales que se refugian en el suelo húmedo y finalmente los adultos.

el jardín de Casa


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