“Un plan de desarrollo y crecimiento para la Patagonia”
Me alegró saber que el gobierno nacional prevé un plan de desarrollo y crecimiento para la Patagonia, la región austral del país de más de un millón de km², de no más de 1,5 millones de habitantes y de un extraordinario y variado potencial en recursos naturales y comunes.
Ahora que nos han notificado de esta iniciativa
–que realmente esperaba que en algún momento un gobierno la encarara–, me surgen otras preocupaciones, que seguramente irán encontrando respuestas –a favor o en contra– en la medida en que los actores políticos, económicos, gremiales, académicos, sociales, etc., empiecen a interesarse y a ofrecer aportes, con grandeza y generosidad, despojados de los partidismos que siempre alteran la riqueza del debate.
Siempre sostuve que lo básico es definir el rol que a este espacio se le asignará en un proyecto de país integrado y con planes que se proyecten por encima de las gestiones presidenciales de cuatro y ocho años. Hasta ahora, la Patagonia ha tenido un papel: proveedora de materia prima para alimentar la malformación del país.
Cambiar el rol es central, definitorio. Convertir a la región en un escenario de oportunidades en donde, por ejemplo, se puede pescar mucho en el litoral marítimo, pero se le debe agregar valor a la producción en las costas cercanas; en donde se puede producir mucha energía eólica, hídrica o solar, pero gran parte debe ser aprovechada para los emprendimientos locales, y para ese programa en gestación, que debe garantizar calidad de vida para quienes vivan o deseen vivir por aquí.
Ahora, si todo lo que pensamos hacer es para seguir alimentando la gran cabeza del país, mejor no hagamos nada.
Por acá “abajo” nos hace falta de todo. Comunicaciones, rutas, aeropuertos, viviendas, centros de salud y educativos y, sobre todo, medios que nos integren, que nos acerquen al resto del país.
No sirve que sigamos teniendo “zonas de sacrificio”, a partir de explotaciones mineras o hidrocarburíferas, que nos permiten paliar determinados déficits de coyuntura pero arrasando con acuíferos y centros productores de alimentos como son nuestros valles. Tampoco servirá que todo se asiente en los “grandes inversores” y se menoscabe la participación del pequeño y mediano, que es el que echa raíces y se queda más allá de los sinsabores de la actividad.
El Estado ha destinado miles y miles de millones de pesos a obras en la Patagonia. La mayor parte ha sido gasto, no inversión, porque los trabajos fueron caros, ordinarios y muchos ni siquiera se terminaron. Un verdadero plan no debe dejar nada fuera de un programa. Si se hace una ruta, se debe saber para qué, lo mismo que un aeropuerto, un tendido eléctrico o un plan de viviendas.
En la impredecible dinámica que vive el mundo, un país serio debe preocuparse por sus espacios vacíos, sobre todo aquellos que tienen calidad de suelos, agua dulce abundante y otras riquezas naturales. Son estas condiciones más que tentadoras, para aquellas sociedades del mundo que andan en busca de mejores condiciones de vida, porque sus tierras o fueron azotadas por guerras o se agotaron sus recursos básicos.
No quiero usar la palabra soberanía, porque en estos tiempos parece ser concepto vetusto, del pasado, del que muchos reniegan aun cuando han tenido responsabilidades en ese entonces.
Pero sí pretendo que se cuide nuestro patrimonio, el que recibimos como legado de quienes forjaron el país; la patria, y que los argentinos aprovechemos bien lo que tenemos para vivir dignamente. Y dentro de ese patrimonio la Patagonia es una pieza importante para nosotros, pero también lo es para otros. Y prefiero que la mantengamos como nuestra. Por eso es bienvenida la iniciativa, pero también pido que se abra el juego al debate enriquecedor. Porque estoy convencido de que un programa de este tipo elaborado exclusivamente en los gabinetes porteños no tendrá consistencia, y los patagónicos no lo sentiremos propio, aunque venga ornamentado con promesas de millonarias inversiones.
Ricardo Villar
DU 8.377.070
“Por acá ‘abajo’ nos hace falta de todo. Comunicaciones, rutas, aeropuertos, viviendas, centros de salud y educativos y, sobre todo, medios que nos integren, que nos acerquen”.
Ricardo Villar
DU 8.377.070
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- “Por acá ‘abajo’ nos hace falta de todo. Comunicaciones, rutas, aeropuertos, viviendas, centros de salud y educativos y, sobre todo, medios que nos integren, que nos acerquen”.
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