Un “principado” opositor: sigue la hegemonía familiar en Roca

Graciela Iuorno*

En un escenario provincial donde JSRN se impuso en las elecciones municipales, Roca destacó por quedar fuera de la marea de triunfos oficialistas. Y prolonga la dinastía de los Soria. Las razones.

María Emilia Soria fue elegida intendenta de la ciudad. Festeja con su hermano Martín.

En el medioevo y hasta la modernidad un principado era una forma de Estado en la que la jefatura la ejercía un príncipe; eran políticamente pequeñas regiones que dependían de una metrópolis mayor. En la actualidad existen en Europa los principados de Mónaco, Andorra y Liechtenstein. En este último se comparte la soberanía del Estado entre el príncipe, perteneciente a una de las familias nobles más poderosas, y los ciudadanos, quienes plebiscitan cotidianamente ese poder. Estos pequeños Estados desarrollan su soberanía territorial en un contexto geográfico que los relaciona con el litoral mediterráneo, o con las montañas centrales y/o con las montañas de los Pirineos, según el caso.

Hace algún tiempo ya, frente a una profunda crisis político-institucional de la República de Florencia, su exsecretario Nicolás Maquiavelo pensó el poder en términos del príncipe -“el fin justifica los medios”-, pero debemos coincidir en que esta concepción no abarca el poder político en términos generales (Bartoli, 1966). Posteriormente, una concepción crítica y radical señaló que, como opción a la política del príncipe, está la política de las repúblicas democráticas y la posibilidad intrínseca de oponerse al discurso abusivo del dominio, a través de la construcción de otro espacio de convivencia, de libertad. Es la alternativa de los ciudadanos. Hoy me pregunto: ¿somos realmente libres?

Ustedes, lectores, pensarán por qué esta extensa introducción conceptual sobre unas formas de Estados soberanos europeos para reflexionar sobre la historia inmediata desde acá y ahora: en la Norpatagonia y en el siglo XXI. Y esto es porque encontramos una suerte de analogía/semejanza de un elemento político con el principado: la continuidad de gobierno de los miembros de una familia. En nuestro caso una familia que consigue una hegemonía indiscutible por dos décadas (2003-2023) en el manejo de la cosa pública de una ciudad de la comarca valletana: General Roca/ Fiske Menuko.

Allá el plebiscito cotidiano legítima el poder del príncipe, acá son los triunfos electorales los que legitiman que continúen ejerciéndolo miembros de la familia. Allá existe una versión cortesana del poder, acá es pensado y concebido como “pacto de sangre”. Quizá acá sea por la desconfianza en la custodia del capital político construido. Pensemos que hace un tiempo la política vernácula incorporó a esposas e hijos en la sucesión de gobierno, ejemplos provinciales dan cuenta de ello.

En el éxito de los Soria influyen elementos identitarios como un “apellido referente” en el PJ rionegrino y nacional, con más de 40 años de trayectoria, y la marca “Roca en Acción”.

Hagamos un poco de historia electoral de la familia Soria: Carlos, Martín y María Emilia. En el 2003, tras perder la gobernación Carlos Soria se introduce en lucha política por el espacio local, tras haber ocupado, desde 1983, cargos legislativos provinciales y nacionales y un cargo nacional como titular de la SIDE (2002) en la gestión Duhalde. Allí logró ser electo intendente por el escaso margen de 266 votos de un padrón de 35.000 vecinos, solo un 70% de ellos acudieron a las urnas, venciendo al candidato radical Jorge “Goyo” Martínez, que conservó los sufragios de los barrios Nuevo, Tiro Federal y Mosconi, bastiones del veranismo desde comienzos de los años ochenta.

A partir de este momento histórico Carlos Soria comenzó a construir su capital político local con la obra pública y la extensión de los servicios urbanos que cambiaron el rostro de la ciudad y ganó cómodamente la re-elección en el 2007 tras avanzar en los barrios anulando y rearmando las redes construidas por el radicalismo durante tres décadas. El triunfo a la gobernación obtenido en el 2011 por Carlos Soria exhibe también el pasaje del Poder Legislativo al Ejecutivo de su hijo Martín. El alto porcentaje de votos obtenidos es inusitado en la historia de las elecciones locales (75% de los sufragios emitidos), contrasta con una magra perfomance del radicalismo con una candidatura casi testimonial.

Ya a estas alturas del recorrido, la preponderancia y la herencia política estaban garantizadas, solo restaba continuar con el camino trazado por la marca: el Municipio de Roca en Acción. En el 2015, con un padrón electoral de alrededor 50.000 ciudadanos, Martín Soria venció con guarismos muy similares a la primera administración (71% aproximadamente), alcanzando los 36.191 votos frente a Juntos Somos Río Negro (JSRN), que alcanzó un 12% con 6.325 sufragios. Una sorprendente situación se va evidenciando, es la práctica desaparición del radicalismo local, que otrora había construido su preponderancia en el sistema político provincial.

Elementos identitarios como un “apellido referente” dentro del peronismo rionegrino y nacional, construido por más de cuarenta años de militancia y trayectoria política, y una marca, “Roca en Acción”. Que además fue utilizado como eslogan para las campañas a gobernador 2011 y 2019.

Unas formas de hacer la política en el centro y los barrios llegaron para quedarse por la legitimación de la ciudadanía local que los elige y por una oposición que no logra hacer pie. A lo que agregaremos como otro ingrediente indispensable una cultura política local pragmática/conservadora muy poco proclive a arriesgarse a los cambios.

Ante un escenario provincial donde el partido provincial JSRN se impuso en las elecciones municipales, ganando espacios que estaban gobernados por otras fuerzas políticas en la comarca valletana, principalmente Cipolletti y Allen, Roca destaca por quedar fuera de la marea de municipios oficialistas.

En este contexto, María Emilia Soria logró un óptimo triunfo con 56,12% seguida por el candidato del oficialismo que cosechó un 31% de los sufragios, superando en más del doble el porcentaje alcanzado en el 2015.

Tanto política como sociedad se articulan dialógicamente en el intento por explicar estos fenómenos novedosos como la herencia familiar de los gobiernos que lleva a preguntarnos: ¿qué pasa que las otras fuerzas políticas que no pueden interpelar exitosamente a la sociedad? ¿Existe un interés genuino por ganar este territorio? ¿O el desafío es construir un poder territorial entre localidades conquistadas y queda aislada la que aún no se puede aprehender? ¿Es tan difícil desafiar al poder familiar?

La historia lo dirá.

*Historiadora y magister en Educación Superior, docente e investigadora en la Facultad de Humanidades, Universidad Nacional del Comahue .


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios