Un robot logró rescatar a los siete marinos rusos

El submarino permaneció atascado más de tres días a 190 metros de profundidad.

RUSIA (AFP) – Agotados pero ilesos, siete marinos rusos pisaron tierra firme ayer, después de que un robot submarino británico consiguiera liberar el submarino en el que se encontraban de unos cables que lo mantenían inmovilizado desde el jueves en el fondo del Océano Pacífico.

El submarino AS-28 «Priz», que permaneció atrapado durante más de tres días a 190 metros de profundidad en la bahía de Kamchatka, subió a la superficie ayer a las 03H20 GMT. Tras salir por sus propios medios por la escotilla y subir a una lancha de salvamento, los marinos fueron examinados por médicos a bordo de uno de los diez barcos rusos que se encontraban en la zona y luego trasladados a Petropavlovsk Kamtchatski, principal puerto de la región, a unos 75 km.

«Durante todo este tiempo pensamos que nos salvarían», declaró el capitán del pequeño submarino, Viacheslav Milachevski, al llegar a Petropavlovsk, según la agencia Itar-Tass. «He llorado y bailado de alegría», declaró su esposa Elena a la televisión pública, ante la atenta mirada de su hija de tres años.

El feliz desenlace ha sido posible gracias al robot submarino británico teledirigido «Scorpio-45», que cortó las redes pesqueras y los cables de una antena submarina de vigilancia costera en las que había quedado enredado el submarino.

La operación duró unas cinco horas. El «Scorpio-45» comenzó a sumergirse a las 02H25 locales (22H25 GMT sábado) y en menos de tres horas ya había cortado todos los cables, de modo que la tripulación podía prepararse para efectuar un ascenso de emergencia. Sin embargo, en ese momento se descubrieron algunas redes de pesca en la proa del submarino y las operaciones tuvieron que reanudarse. Hubo un último momento de suspenso.

«Habían quitado todos los obstáculos, pero el «Priz» no subía», explicó el ministro ruso de Defensa, Serguei Ivanov, quien llegó al lugar justo cuando el robot comenzaba su operación.

Inmediatamente se ordenó a la tripulación que ventilase la proa utilizando un chorro de aire comprimido de gran potencia, pero «durante dos o tres minutos más siguió inmóvil», agregó.

«De pronto se estremeció y en tres minutos emergió a la superficie», contó Ivanov, según el cual las autoridades estaban preocupadas ante la posibilidad de una hipotermia -ya que la temperatura era de 5 grados centígrados- y una intoxicación por inhalación de gas carbónico. «Afortunadamente, no fue así», explicó el ministro.

Los socorristas ganaron una carrera contra el tiempo que mantuvo en vilo a toda Rusia, mientras circulaban informaciones contradictorias sobre la cantidad de oxígeno que les quedaba a los náufragos. Antes de que interviniese el robot británico, la marina rusa intentó en vano liberar al submarino por sus propios medios.

La confusión sobre las reservas de oxígeno recordó la situación que envolvió el caso del submarino ruso «Kursk», hundido hace casi cinco años en el mar de Barents tras estallar uno de sus torpedos. En aquel entonces, Rusia rechazó las propuestas de ayuda extranjera y cambió de opinión cuando ya era demasiado tarde para salvar a posibles supervivientes. Los 118 hombres que se encontraban a bordo murieron.


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