Un suicidio conmocionó a San Martín de los Andes

SAN MARTIN DE LOS ANDES (ASM). Una trágica decisión conmocionó a la Cooperativa de Agua Potable local y a los vecinos de esta ciudad, cuando un empleado acabó con su vida de un disparo en el despacho del gerente de la entidad, y en medio de la actividad matutina de las oficinas ubicadas en calle Moreno.

Se trata de Francisco Martínez (56 años), quien desde hacía varios años se desempeñaba en la institución. El infortunado hombre se descerrajó un tiro con una pistola 9 milímetros, cuyo caño se colocó en el interior de la boca.

Hasta ayer sólo se conocían aspectos fragmentarios de la charla que Martínez y el gerente Roberto Arcagni mantuvieron en la soledad de la oficina. El desenlace generó gran confusión momentos después, cuando las radios locales recogieron las primeras versiones sobre un «hecho de sangre» ocurrido en la cooperativa.

Al cabo de unos minutos, algunos vecinos concurrieron al edificio creyendo que la víctima había sido el propio gerente de la institución.

Es que en los primeros momentos se barajó incluso la hipótesis de un asalto perpetrado por desconocidos, entre muchos de los que aguardaban afuera de las instalaciones ya resguardadas por la policía.

Martínez trabajaba en el sector de limpieza de baños químicos de los micros de larga distancia, un servicio a cargo de la cooperativa y que fuera reordenado recientemente para un manejo más eficiente.

Trascendió que Martínez y Arcagni estaban revisando distintos aspectos de la tarea y de los mecanismos de facturación del área. En ese contexto se produjo el desenlace, cuando el hombre extrajo la pistola de entre sus ropas y apretó el gatillo ante su atónito interlocutor.

Según la Policía, en la oficina sólo se hallaban el directivo y Martínez. El diálogo entre ambos se habría iniciado con toda normalidad, al punto que nada llamó la atención entre los empleados que en ese momento realizaban las tareas habituales de atención al público y administración.

Se supo que en el transcurso de la entrevista incluso entraron y salieron del despacho otros empleados, sin que advirtieran nada sospechoso.

El caso es que un momento determinado se escuchó un estampido y el gerente abrió la puerta con el rostro desencajado, reclamando a viva voz que se llamase a una ambulancia y a la policía. En el interior de la oficina, Martínez yacía sentado sobre el sillón que se dispensa a las visitas, con la cabeza echada hacia atrás. La bala le perforó el cráneo y salió por una ventana hacia el exterior. El hombre murió en el acto.

Los primeros segundos fueron naturalmente de confusión y dramatismo, hasta que los agentes y oficiales de la comisaría 23 se hicieron cargo de la escena minutos después. Acordonaron el lugar con cintas de seguridad y fue impedido todo acceso a particulares. Más tarde llegaron los peritos de Criminalística que hicieron su labor tanto en el interior del edificio como en el exterior, tomando mediciones y ángulos del disparo y buscando incluso el proyectil.

Martínez se domiciliaba en el barrio Jardín y era un conocido y respetado vecino. Su trágico fin sorprendió a todos.