“Un tapón generacional se ha apoderado del sello”
“En Argentina somos todos peronistas”, dijo el general Perón. Puede que el líder haya tenido razón porque, conociendo la historia e hilando fino en los eventos del pasado, mientras él pertenecía al GOU (Grupo de Oficiales Unidos), desde sus fueros íntimos quería radicalizar su próximo movimiento político y social lanzándose a la conquista popular a través del Partido Trabajador, en medio de un incipiente sindicalismo en la actualidad del país. Tuvo la facultad política y el poder a disposición para lograrlo. Siendo militar del GOU defendió lo predicado por don Hipólito Yrigoyen, la neutralidad Argentina ante el mundo. Años más tarde don Ricardo Balbín, líder radical, sano opositor al peronismo y defensor de la democracia, las instituciones y las libertades individuales, dijo: “Qué pena que Perón se haya dado cuenta tarde de que el radicalismo nunca se opuso a las conquistas sociales”. La Unión Cívica Radical nació de una revolución en defensa de los trabajadores y llegó al poder por medio del voto popular, universal, secreto y obligatorio; llegó con una merecida legitimidad. En estos 123 años de radicalismo, postulados como luchar por la unidad de los argentinos y humanizar y moralizar la política han sido una gesta heroica desde Yrigoyen hasta don Raúl Ricardo Alfonsín, pero no ha tenido eco en los actuales jefes políticos. Con esto no pretendo decir que el movimiento peronista le ha robado las banderas al partido radical, porque esas banderas ya le corresponden al pueblo argentino. Tampoco deseo resumir este ensayo desde lo hondo, bajo hondo, donde el barro se subleva, de construir o formar opinión desde la descalificación; es fácil hacerlo, pero debe perdurar el triunfo de las ideas y el judaísmo de la democracia. En este año electoral, como en otros, siento que los postulados radicales han querido evolucionar con el pausado crecimiento generacional, pero hemos personalizado tanto nuestra lucha política que no advertimos el surgimiento de gerentes políticos sin construir liderazgo. “Un tapón generacional”, en mi opinión, se ha apoderado del sello como si fuera una empresa; no apunto a nadie en particular y descargo mi relato en lo que dijo don Arturo Illia: “para que aparezcan las respuestas, debemos repartir la culpa”. También siento que hoy el pueblo no vota proyectos sino personas, y es por ese motivo que polarizamos el voto a través de los candidatos. Ese extremo a otro será pan para pocos y hambre para muchos. Me declaro un militante radical con un fuerte matiz balbinista y no sería leal a mi idea si no expresara que el radicalismo ha carecido de un debate profundo, lo que se evidencia hoy en las encuestas cuando en un tiempo no muy lejano la UCR oscilaba entre el primero y el segundo lugar. Hoy la realidad refleja que el electorado no se encuentra con una opción genuina que represente los verdaderos ideales de la UCR, cuando siempre fue un partido que miró con progreso la extensión del país en su conjunto. Para despedirme, querido lector, deseo que considere este ensayo como un larga reflexión en la cual también incluyo que una vez que Perón se propuso llevar la idea de la Unión Cívica Radical, también dijo, como relató don Ricardo Balbín en su momento, “para hacer política hay que tener las dos manos sobre la mesa”; sonrió Perón: “Ahora hay que peronizar el radicalismo”. En estos dos grandes visionarios radica la esencia cultural argentina y no deseo culminar sin una frase que encontré en un viejo libro: “Los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla”. Ricardo Almonacid, DNI 22.122.648 (Militante de la UCR) Bariloche
Ricardo Almonacid DNI 22.122.648 Militante de la UCR – Bariloche
“En Argentina somos todos peronistas”, dijo el general Perón. Puede que el líder haya tenido razón porque, conociendo la historia e hilando fino en los eventos del pasado, mientras él pertenecía al GOU (Grupo de Oficiales Unidos), desde sus fueros íntimos quería radicalizar su próximo movimiento político y social lanzándose a la conquista popular a través del Partido Trabajador, en medio de un incipiente sindicalismo en la actualidad del país. Tuvo la facultad política y el poder a disposición para lograrlo. Siendo militar del GOU defendió lo predicado por don Hipólito Yrigoyen, la neutralidad Argentina ante el mundo. Años más tarde don Ricardo Balbín, líder radical, sano opositor al peronismo y defensor de la democracia, las instituciones y las libertades individuales, dijo: “Qué pena que Perón se haya dado cuenta tarde de que el radicalismo nunca se opuso a las conquistas sociales”. La Unión Cívica Radical nació de una revolución en defensa de los trabajadores y llegó al poder por medio del voto popular, universal, secreto y obligatorio; llegó con una merecida legitimidad. En estos 123 años de radicalismo, postulados como luchar por la unidad de los argentinos y humanizar y moralizar la política han sido una gesta heroica desde Yrigoyen hasta don Raúl Ricardo Alfonsín, pero no ha tenido eco en los actuales jefes políticos. Con esto no pretendo decir que el movimiento peronista le ha robado las banderas al partido radical, porque esas banderas ya le corresponden al pueblo argentino. Tampoco deseo resumir este ensayo desde lo hondo, bajo hondo, donde el barro se subleva, de construir o formar opinión desde la descalificación; es fácil hacerlo, pero debe perdurar el triunfo de las ideas y el judaísmo de la democracia. En este año electoral, como en otros, siento que los postulados radicales han querido evolucionar con el pausado crecimiento generacional, pero hemos personalizado tanto nuestra lucha política que no advertimos el surgimiento de gerentes políticos sin construir liderazgo. “Un tapón generacional”, en mi opinión, se ha apoderado del sello como si fuera una empresa; no apunto a nadie en particular y descargo mi relato en lo que dijo don Arturo Illia: “para que aparezcan las respuestas, debemos repartir la culpa”. También siento que hoy el pueblo no vota proyectos sino personas, y es por ese motivo que polarizamos el voto a través de los candidatos. Ese extremo a otro será pan para pocos y hambre para muchos. Me declaro un militante radical con un fuerte matiz balbinista y no sería leal a mi idea si no expresara que el radicalismo ha carecido de un debate profundo, lo que se evidencia hoy en las encuestas cuando en un tiempo no muy lejano la UCR oscilaba entre el primero y el segundo lugar. Hoy la realidad refleja que el electorado no se encuentra con una opción genuina que represente los verdaderos ideales de la UCR, cuando siempre fue un partido que miró con progreso la extensión del país en su conjunto. Para despedirme, querido lector, deseo que considere este ensayo como un larga reflexión en la cual también incluyo que una vez que Perón se propuso llevar la idea de la Unión Cívica Radical, también dijo, como relató don Ricardo Balbín en su momento, “para hacer política hay que tener las dos manos sobre la mesa”; sonrió Perón: “Ahora hay que peronizar el radicalismo”. En estos dos grandes visionarios radica la esencia cultural argentina y no deseo culminar sin una frase que encontré en un viejo libro: “Los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla”. Ricardo Almonacid, DNI 22.122.648 (Militante de la UCR) Bariloche
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