Una nueva convivencia
Pedro Salvatori presentó a su compañero de fórmula, el reaparecido Claudio Andreani, y Jorge Sapag confirmó un anticipo de este diario: que su mano derecha es Ana Pechen, ex rectora de la Universidad Nacional del Comahue.
Ya descartado el plan principal, el de la unidad, a Sobisch le resta esperar que la batalla interna transite sin agresiones y en un contexto de debate moderado y opaco. Pero es igualmente difícil que ese objetivo se cumpla, al menos en los términos que pretende Sobisch.
El último tramo de una interna que ya había comenzado antes de que se presentaran en sociedad las fórmulas de los precandidatos a gobernador y vicegobernador, será breve pero intenso. Son pocos los que a esta altura creen que no habrá discusiones en algunos temas centrales de la gestión del gobernador.
En rigor, esta semana apareció la primera fricción. Sapag puso en duda el proyecto del Ferrocarril Trasandino e insinuó una moderada crítica sobre el endeudamiento que asumirá la provincia con la emisión de bonos por 250 millones de dólares. «Hacerlo de Zapala a Las Lajas, dejarlo inconcluso y afectar un crédito que generará intereses y no saber cómo se va a pagar con esa misma obra, es un problema. Si queda inconcluso por 20 ó 30 años no va a dar ningún beneficio», expresó Sapag sobre el proyecto del tren de carga que el gobierno de Sobisch se empeña en realizar.
Al día siguiente de esta declaración, la respuesta se escuchó en la Legislatura. Oscar Gutiérrez, diputado sobischista, dijo que le pedirá a José Brillo, ex funcionario del actual gobierno, que realice un esfuerzo por convencer a Sapag de las «bondades» del proyecto. Recordó que Brillo, ahora precandidato a intendente de la lista de Sapag, fue uno de los promotores del Trasandino mientras fue ministro del gobierno de Sobisch.
Este contrapunto que se está dando en un partido acostumbrado a silenciar sus diferencias, es una señal de que algunas políticas de Estado se van a discutir en la interna, mientras que otros debates lamentablemente seguirán clausurados, como el avance del poder político promovido por el sobischismo sobre el Poder Judicial.
Una fuente del partido que hoy ya no está en el gobierno interpretó que sólo puede haber crisis en la relación entre los precandidatos del MPN y el gobierno mientras dure la interna, hasta el 26 de noviembre. El vocero opinó que, una vez superada esa instancia, la convivencia va a transitar por un camino sin altibajos.
Otro vocero del MPN que sí está en la estructura de gobierno sostuvo la hipótesis contraria. Dijo que al no haber consenso no sólo se espera el uso de artillería en las semanas próximas, sino también que eso puede ocurrir durante el año de convivencia que tendrán el candidato que resulte electo y el gobernador Sobisch que, además, estará dedicado a su campaña presidencial.
Un dato adicional que complicará el escenario a futuro es que Sobisch delegará con mayor frecuencia la responsabilidad de gobernar en Federico Brollo para dedicarse a su propia campaña. Sin embargo, pueden crecer las dificultades de gestión si es el vicegobernador, una figura debilitada en el plano interno del oficialismo, quien vaya a asumir buena parte de la responsabilidad de la transición.
Como el MPN ha sido una fábrica de dar empleo a políticos de esta provincia, es probable que los precandidatos y el gobierno terminen moderando la puja, en forma automática, para no poner en riesgo la empresa.
El gobierno trabaja para eliminar otros factores de conflicto por fuera de la interna. Por esa razón apuró un acuerdo salarial para los estatales que se anunció también esta semana.
Un nuevo vínculo
Por alguna razón, la relación entre el presidente Néstor Kirchner y el gobernador Sobisch se modificó en los últimos tiempos.
Puede tomarse como punto de partida de ese cambio el momento en que Nación le autorizó a Neuquén a endeudarse con bonos, papeles que en breve la provincia intentará colocar en el mercado. Kirchner podría haberle entregado la autorización en sobre cerrado, pero en cambio prefirió hacer un acto en la Casa Rosada con el gobernador neuquino.
Aquella primera impresión del acercamiento se acaba de confirmar el viernes en el acto donde estuvo el presidente para inaugurar el monumento a los caídos en la guerra de las Islas Malvinas, una costosa obra que financió la ciudad de Neuquén.
Arriba del palco, Kirchner y Sobisch se mostraron amigables. «Querido gobernador», le dijo el presidente al mismo hombre que, en visitas anteriores, miraba con fría distancia. Y en el discurso, Kirchner lo terminó rescatando de los silbidos e insultos que acompañaron buena parte del mensaje del gobernador neuquino. «No podemos estar en mezquindades», retó el presidente al sector más hostil de la tribuna.
Tanto peso político tuvo el detalle del cambio de relación entre ambos funcionarios, que el protagonismo del auténtico anfitrión del presidente, el intendente Horacio Quiroga, también atacado con insultos y silbidos durante su mensaje, quedó relegado a un plano inferior.
El acto fue un muestrario del intenso momento político que vive la provincia. La formalidad estuvo sobre el escenario, de saco y corbata. Pero lo más auténtico se vio debajo del palco con una exhibición, sin disimulo, de las internas que enfrentan el MPN y el heterogéneo kirchnerismo.
El viernes al mediodía desfilaron los radicales que quieren a Quiroga como candidato a gobernador, los que no lo quieren, los que levantan la figura de Eduardo Benítez, la gente del MPN que apoya a Sapag y la que no lo respalda también, sobischistas sin bandera y una legión de funcionarios provinciales que ya están jugando la interna del poder.
GERARDO BILARDO
gbilardo@rionegro.com.ar
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