Una serie sobre la maternidad que es furor en la red
“Según Roxi” retrata a una madre siempre colapsada.
“Todas las familias felices se parecen”, comienza “Ana Karenina”, de León Tolstoi. Y todas las madres también, habría que agregar. Culposas, llenas de dudas, lamentando la falta de tiempo, ignorantes ante preguntas que, a esa altura de la vida, se antojan filosóficas y fundamentales (¿qué médico elegir?, ¿homeopatía o alopatía?, ¿colegio bilingüe o progre y artístico?, ¿las dejo jugar con las barbies o le compro sólo juguetes alternativos que aumentan exponecialmente la inteligencia de la criatura?). En sólo diez minutos por capítulos Roxi puede hacer que esa angustia inútil se transforme en una enorme sonrisa y hasta en una soberana carcajada. ¿Quién es Roxi? La protagonista de “Según Roxi”, una serie de diez minutos que puede verse exclusivamente en la red en el sitio http://www.segunroxi.tv., donde cada miércoles aparece un capítulo nuevo. La serie tiene más de 5.000 seguidores en Facebook y más de 1.000 en Twitter. Roxi es, en la realidad, Julieta Otero, no sólo la actriz principal de esta divertida serie sobre la maternidad sino también la autora. Hermana del músico de jazz Mariano Otero (que compuso la banda sonora de la serie), Julieta comenzó a delinear esta tira en forma de blog. Y fue gracias a la insistencia de una amiga y a la ayuda de la productora Maldita Entertainmet que esa escritura catártica y personal se convirtió en una divertida serie. “Mi propósito nunca fue hablar de los hijos, de si son adorables o no, sino de la locura que se genera en una mujer por el simple hecho de convertirse en mamá. Por eso no mostramos nunca a Clarita (su hija en la ficción) ni a Fabián (el padre) sino que nos basamos en todo ese caudal de angustias, culpas y amor que esa familia le crea en la cabeza”, contó en una entrevista la actriz y madre de Violeta y Margarita en la vida real. Efectivamente, todo se enfoca en la locura materna. A modo de advertencia, en la página web, aclara: “Según Roxi no se hace en absoluto responsable por los daños causados por su visualización. No reemplaza a su psicoterapeuta, clínico ni astrólogo. Carece de fundamentos científicos, no arriba a ninguna conclusión ni teoría sustentable y no hace niños ni mamás felices. Ante cualquier duda consulte a su médico”. El primer capítulo es una suerte de introducción al mundo Roxi, al jardín que eligió para educar a su hija (uno que tiene una lista de espera de cinco años porque es artístico, ecologista, progre y musical), y a las temibles “mamis” que esperan en la puerta de la escuela: la madre espléndida, la que hace pilates todo el día y la macrobiótica, tres prototipos a los que Otero le saca provecho. Los capítulos (ya hay siete publicados en su sitio) tienen protagonistas de lujo. Además de Julieta, en cada capítulo aparecen Fena Della Maggiora, Julieta Cardinali, Eleonora Balcarce, Osmar Nuñez, Silvina Sabater, Chang Sung Kim, Diego De Paula y Ana Garibaldi. Las madres fácilmente se sentirán identificadas con uno o todos los aspectos, en el peor de los casos. Una entrega habla sobre la medicina alternativa; otra sobre los virus propios del invierno que enferman irremediablemente a todos los chicos mientras ella tiene que hacer malabarismos para no faltar a su trabajo o para posponer todos los turnos del día; otra sobre cómo la amistad de los adultos queda minada entre los horarios, obligaciones y la delicia de la crianza. También hay espacio para los juguetes alternativos, el camino que implica el cambio de joven hippie a madre compulsiva (“Yo era hippie, ahora descubrí la tarjeta de crédito”, puede decir ella), y la imposibilidad de hablar al menos diez minutos con su mejor amiga, encerrada en el baño sin ser interrumpida (“En mi casa yo no puedo hablar por teléfono. Se ponen tan nerviosos que son capaces de llamarme la atención con cualquier cosa para que corte. Y no exagero: se caen, rompen cosas. Tengo miedo de que se lastimen”, exagera sólo un poco sobre ese acto –hablar por teléfono con una amiga– que se vuelve una misión casi imposible después de la maternidad). Está claro que es una comedia sólo apta para los que pueden tomarse la maternidad con sentido del humor. Y también para las que sepan que detrás de todo gran niño hay una madre colapsada.
Imagen típica de una madre sobrecargada: el llavero, la pava eléctrica, un bolso enorme, la carpetita de la nena y el celular en la boca.
Verónica Bonacchi vbonacchi@rionegro.com.ar
“Todas las familias felices se parecen”, comienza “Ana Karenina”, de León Tolstoi. Y todas las madres también, habría que agregar. Culposas, llenas de dudas, lamentando la falta de tiempo, ignorantes ante preguntas que, a esa altura de la vida, se antojan filosóficas y fundamentales (¿qué médico elegir?, ¿homeopatía o alopatía?, ¿colegio bilingüe o progre y artístico?, ¿las dejo jugar con las barbies o le compro sólo juguetes alternativos que aumentan exponecialmente la inteligencia de la criatura?). En sólo diez minutos por capítulos Roxi puede hacer que esa angustia inútil se transforme en una enorme sonrisa y hasta en una soberana carcajada. ¿Quién es Roxi? La protagonista de “Según Roxi”, una serie de diez minutos que puede verse exclusivamente en la red en el sitio http://www.segunroxi.tv., donde cada miércoles aparece un capítulo nuevo. La serie tiene más de 5.000 seguidores en Facebook y más de 1.000 en Twitter. Roxi es, en la realidad, Julieta Otero, no sólo la actriz principal de esta divertida serie sobre la maternidad sino también la autora. Hermana del músico de jazz Mariano Otero (que compuso la banda sonora de la serie), Julieta comenzó a delinear esta tira en forma de blog. Y fue gracias a la insistencia de una amiga y a la ayuda de la productora Maldita Entertainmet que esa escritura catártica y personal se convirtió en una divertida serie. “Mi propósito nunca fue hablar de los hijos, de si son adorables o no, sino de la locura que se genera en una mujer por el simple hecho de convertirse en mamá. Por eso no mostramos nunca a Clarita (su hija en la ficción) ni a Fabián (el padre) sino que nos basamos en todo ese caudal de angustias, culpas y amor que esa familia le crea en la cabeza”, contó en una entrevista la actriz y madre de Violeta y Margarita en la vida real. Efectivamente, todo se enfoca en la locura materna. A modo de advertencia, en la página web, aclara: “Según Roxi no se hace en absoluto responsable por los daños causados por su visualización. No reemplaza a su psicoterapeuta, clínico ni astrólogo. Carece de fundamentos científicos, no arriba a ninguna conclusión ni teoría sustentable y no hace niños ni mamás felices. Ante cualquier duda consulte a su médico”. El primer capítulo es una suerte de introducción al mundo Roxi, al jardín que eligió para educar a su hija (uno que tiene una lista de espera de cinco años porque es artístico, ecologista, progre y musical), y a las temibles “mamis” que esperan en la puerta de la escuela: la madre espléndida, la que hace pilates todo el día y la macrobiótica, tres prototipos a los que Otero le saca provecho. Los capítulos (ya hay siete publicados en su sitio) tienen protagonistas de lujo. Además de Julieta, en cada capítulo aparecen Fena Della Maggiora, Julieta Cardinali, Eleonora Balcarce, Osmar Nuñez, Silvina Sabater, Chang Sung Kim, Diego De Paula y Ana Garibaldi. Las madres fácilmente se sentirán identificadas con uno o todos los aspectos, en el peor de los casos. Una entrega habla sobre la medicina alternativa; otra sobre los virus propios del invierno que enferman irremediablemente a todos los chicos mientras ella tiene que hacer malabarismos para no faltar a su trabajo o para posponer todos los turnos del día; otra sobre cómo la amistad de los adultos queda minada entre los horarios, obligaciones y la delicia de la crianza. También hay espacio para los juguetes alternativos, el camino que implica el cambio de joven hippie a madre compulsiva (“Yo era hippie, ahora descubrí la tarjeta de crédito”, puede decir ella), y la imposibilidad de hablar al menos diez minutos con su mejor amiga, encerrada en el baño sin ser interrumpida (“En mi casa yo no puedo hablar por teléfono. Se ponen tan nerviosos que son capaces de llamarme la atención con cualquier cosa para que corte. Y no exagero: se caen, rompen cosas. Tengo miedo de que se lastimen”, exagera sólo un poco sobre ese acto –hablar por teléfono con una amiga– que se vuelve una misión casi imposible después de la maternidad). Está claro que es una comedia sólo apta para los que pueden tomarse la maternidad con sentido del humor. Y también para las que sepan que detrás de todo gran niño hay una madre colapsada.
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