Una vez más por el camino de Santiago

Hoy es el día más importante

MADRID (DPA).- Todo comenzó en el año 814. Cuenta la tradición que en las cercanías de lo que hoy es Santiago de Compostela, un ermitaño de nombre Pelayo observó sobre un montículo del bosque de Libredón durante varias noches seguidas unos misteriosos resplandores que parecían una lluvia de estrellas.

De ahí el nombre en latín de la ciudad (campus stellae). Impresionado por lo que había visto, Pelayo acudió al obispo diocesano Teodomiro y éste, ante la insistencia del ermitaño, reunió un pequeño séquito y se dirigió al lugar indicado.

Allí pudo comprobarlo con sus propios ojos: en medio del bosque y entre la densa vegetación, un fuerte resplandor iluminaba el sitio donde poco después encontrarían un sepulcro de piedra en el que yacían tres cuerpos.

El fervor de la creencia cristiana no dejó lugar a dudas: se trataba de los restos mortales del apóstol Santiago el Mayor y sus discípulos Teodoro y Atanasio.

El primer relato pormenorizado que se conserva del descubrimiento es la Concordia de Antealtares, de 1077.

Casi 1.200 años después del hallazgo, Santiago de Compostela, capital de Galicia, es uno de los centros de peregrinación cristiana más importantes del mundo, a la altura de Roma y Jerusalén.

El 2004 es un Año Santo, ya que el 25 de julio, Día de Santiago, cae en domingo. Y este día, con la presencia de los reyes de España y en medio de las campanadas, la hermosa ciudad en el extremo noroccidental del país vivirá el momento cumbre de una festividad que desde enero ha atraído a millones de personas de todo el mundo.

Volviendo a los orígenes, la leyenda contaba que el apóstol Santiago -hoy patrón de España- estuvo predicando la fe cristiana en tierras hispánicas tras la muerte de Cristo y que, después de ser decapitado en el año 44 por orden de Herodes Agripa a su regreso a Palestina, sus discípulos trasladaron su cadáver en barco hasta algún lugar de la costa gallega, allí donde antiguamente se presumía el Finis Terrae, el fin del mundo.

Poco importó que no existieran pruebas del paso del apóstol por España. La tumba fue considerada un lugar santo, y el rey astur Alfonso II hizo construir sobre ella una iglesia, hoy la Catedral de Santiago de Compostela, donde iría creciendo la ciudad.

Millones de peregrinos, ataviados con los característicos bordón y calabaza, así como portando la simbólica concha de mar (vieira), se han desplazado hasta allí desde entonces, utilizando el Camino de Santiago, la llamada ruta jacobea. El nombre se deriva del latín Iacobus (Santiago), y por ello el Año Santo también es conocido como Jacobeo, o, en gallego, Xacobeo.

El hecho de que la ruta se convirtiera en un fenómeno religioso y social de enormes dimensiones se debe también a circunstancias históricas: El sepulcro fue encontrado precisamente en el reino asturiano, estandarte de la Reconquista de España frente a los moros. Y Santiago era el símbolo que la cristianidad necesitaba en su lucha contra el islam.

Dicen que todos los caminos conducen … a Santiago de Compostela. La ruta jacobea tiene unos 800 kilómetros y sus caminos más conocidos son el francés, que entra en España por Roncesvalles y Somport, y el del norte, que llega a Galicia por Ribadeo desde la costa y por Fonsagrada desde el interior.

Para los peregrinos, pernoctar en alguno de los innumerables albergues a lo largo de la ruta no cuesta más de cinco euros (unos seis dólares), pero, a menos de estar enfermos, sólo pueden quedarse una noche.

A los que peregrinan a Compostela en un Año Santo se les concede la «indulgencia plenaria», es decir el perdón de todos los pecados. Si bien la Iglesia las ha rebajado en el transcurso de los años, hay ciertas reglas que hay que cumplir. Así, ya no es necesario hacer el Camino completo y basta recorrer 100 kilómetros a pie o caballo, o 200 en bicicleta.

Además hay que visitar la basílica del Apóstol «verdaderamente arrepentidos», rezar alguna oración, confesarse, asistir a misa y comulgar.

El perdón de los pecados, más conocido como «ganar el Jubileo», también se logra entrando por la Puerta del Perdón de la iglesia de Santiago, en la localidad leonesa de Villafranca del Bierzo.

Hay otros ritos, como abrazar la figura del santo y darse coscorrones en la entrada principal de la Catedral de Santiago, con la mano posada en una huella de piedra que hay allí.


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