Vigorexia y ortorexia, nuevas obsesiones
Hasta hace unos años los varones representaban el 5 % del total de los casos de bulimia y anorexia en el país y hoy alcanzan el 20 por ciento. Pero muchos de ellos se volcaron hacia una nueva manifestación de la enfermedad, en la que también está presente la distorsión de la propia imagen, a la que se denomina vigorexia. Son chicos que, en lugar de verse gordos, se ven flacos, de aspecto débil. Y por más que se pasen el día entero en el gimnasio para sacar músculos, y recurran a anabólicos, jamás están conformes con su cuerpo. «Pueden estar enormes, pero se siguen viendo chiquitos; al contrario de lo que ocurre con la anorexia, en la que se ven gordas aunque estén flaquísimas. Buscan en los músculos una sensación de fortaleza que no logran porque tiene una autoestima muy baja y una gran inseguridad», explicó Cascarón.
Por su parte, Mariana Davidovich, psicoanalista del Centro Dos (centrodos.com.ar), aseguró que «algunos varones están pendientes de su cuerpo y de su imagen como modo de ser mirados, es como si su identidad pasara no por el deseo de crecer, de conocer otros jóvenes, de tener un proyecto, sino por conquistar miradas de mujeres, consumir éxito a nivel social. Entonces, algunos hombres se obsesionan con el gimnasio o las hormonas para sacar musculatura».
Mientras tanto, la ortorexia es la obsesión enfermiza por consumir solamente comida sana. Esta obsesión puede llegar a transformarse en enfermedad si no se ingieren carnes, pescado u otros alimentos necesarios y se producen carencias nutricionales. Esta patología puede tener graves efectos sobre la salud. Por ejemplo, la supresión de grasas puede comprometer la ingesta de vitaminas liposolubles y ácidos grasos, ambos imprescindibles para el organismo. Sin carne, son los niveles de hierro los que se desploman y, aunque los vegetales también aportan proteínas, son de inferior calidad.
Hasta hace unos años los varones representaban el 5 % del total de los casos de bulimia y anorexia en el país y hoy alcanzan el 20 por ciento. Pero muchos de ellos se volcaron hacia una nueva manifestación de la enfermedad, en la que también está presente la distorsión de la propia imagen, a la que se denomina vigorexia. Son chicos que, en lugar de verse gordos, se ven flacos, de aspecto débil. Y por más que se pasen el día entero en el gimnasio para sacar músculos, y recurran a anabólicos, jamás están conformes con su cuerpo. "Pueden estar enormes, pero se siguen viendo chiquitos; al contrario de lo que ocurre con la anorexia, en la que se ven gordas aunque estén flaquísimas. Buscan en los músculos una sensación de fortaleza que no logran porque tiene una autoestima muy baja y una gran inseguridad", explicó Cascarón.
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