Doña Berta, la pionera de Chapelco que tenía el don de oler la nieve, de amar y de dar

Doña Berta fue una pionera de San Martín de los Andes y Chapelco. Su refugio era pasada obligada para comer una empanada, una torta frita o calentarse.

En San Martín de los Andes, vivió una mujer que tenía en don de “oler la nieve” como presagio que anticipaba las nevadas. Doña Berta María Campos Henríquez nació en 1917 en Chile y a los 31 años, recibida de enfermera, cruzó la cordillera y llegó a Neuquén en busca de una vida mejor. Aquí ayudó a nacer, a comer y dio calor en su refugio de Chapelco a los pioneros de una ciudad que la recuerda.

Se casó con Julio Alberto Salgado Godoy y en 1949, dio a luz al primero de 4 hijos, Luis Alberto “Raco” Salgado. Se establecieron en Junín de los Andes, en la estancia de una familia inglesa, donde Julio fue contratado como chofer y mecánico. En suelo argentino nació Julio Adrián “Guayan” Salgado.

Para que sus hijos estudiaran, la familia se mudó a San Martín de los Andes, donde pudieron integrar el cuerpo de “Boy Scouts” que organizaba Don Federico Graef. Berta y Julio se convirtieron en ejes del entramado social de la época y todos valoraban su generosidad y habilidades.

Berta atendía los partos de las familias, llegaba a la casa de sus pacientes para recibir los nacimientos, también cuidaba enfermos. Julio, era mecánico especialista en motores.

Los Salgado hicieron amistad con familias tradicionales de este pueblo de la Patagonia, como la de José Asmar, Quico Leotta, Américo Astete, Eduardo Demateo y Manolo Gómez. Asistían a las fiestas en el Antiguo Hotel Lácar o en el Salón de Bomberos Voluntarios, y formaron parte de la comunidad montañesa que había comenzado el desarrollo en Chapelco y la creación del Club Lácar.

Con la llegada de los dos hijos más chicos, primero Ana María y luego Juan Pablo “Pancho”, en poco tiempo fueron de la partida de locales que subían la montaña los fines de semana para construir pistas y albergues.

Julio Salgado colaboraba con el traslado de las familias y en la construcción de los refugios. Las manos generosas de Berta cocinaban y en la semana les llevaba comida a los jóvenes que iban al taller de Manolo Gómez, el sodero del pueblo, que enseñaba cómo fabricar tablas de esquí. Mientras lijaban, las tortas fritas de Berta condimentaban la ilusión de la próxima subida a Chapelco.

Berta era una mujer conversadora, entusiasta y temperamental. Con su fuerza hacía girar el mundo. Aunque en su casa tenían cocina, 1 dormitorio y 1 altillo, siempre había lugar para albergar a alguien sin familia, dar un plato de comida o brindar posibilidades de estudio.    

Cuando en 1958 Neuquén se convirtió en provincia, comenzó el desarrollo turístico y se otorgaron créditos a los privados para la construcción de alojamientos. En 1970 la provincia invirtió en los dos primeros medios de elevación de Chapelco.  

Allí nació la primera escuela de esquí de Chapelco y la organización del Campeonato Nacional de Esquí. Pero para poder realizarlo faltaba trabajar en el desarrollo de pistas y servicios y la comunidad se puso manos a la obra. Berta no quiso quedarse atrás.

Se construyó el “Rancho Grande” cerca de donde se ubica la base de la Silla Cuádruple. Manolo Gómez era su cocinero, quien luego tendría su propio refugio llamado “El Rancho de Manolo” de donde tomó su nombre el actual parador.

Se le solicitó a Berta que construyera una cabaña en las laderas del cerro para darles refugio y comida a los chicos del Club. Toda la familia y los amigos participaron en la construcción de ese icónico lugar donde tantos chicos esquiadores fueron a recuperar calor, secar la ropa, tomar algo caliente.

Berta les permitía quedarse a dormir en su refugio para poder estar a primera hora entrenado y se quedaba a cocinarles y cuidarlos de noche. Entre cucharadas de guiso de porotos, carne y verduras, crecieron los proyectos de esos jóvenes que en la Argentina y Europa se convirtieron en instructores, patrulleros, silleros, competidores y campeones internacionales.

En 1974, la empresa Lagos del Sur fue la primera concesionaria de la explotación del centro de esquí. Se cerró el refugio de Doña Berta, quien ya estaba lista para descansar y se le adjudicó la tarea de atender el guardarropa, donde siguió brindando su alegría.

Berta dejó una gran herencia de montañeses amantes de la nieve y el esquí. Tres de sus nietos Marcela, Luciana, Uxoa y uno catalán llamado Fabiá, son instructores o montañeses. Algunos hoy cuentan con un food truck en la base de la Silla Rancho Grande llamado “Pioneros Andinos”. Y 4 bisnietos,esquían en el Club Lácar y dan sus primeros pasos en Europa.

Tiempo después de su partida, un grupo de vecinos decidió homenajearla. En un gesto de agradecimiento, llevaron hasta la cota 1350 una estructura de madera donde colocaron la figura de una Virgen artesanal que fue bendecida por el cura párroco, creando un espacio en memoria de Berta Salgado, donde se lee su nombre.

Ésta es sólo una parte del relato sobre la vida de Doña Berta, que está llena de anécdotas y cuentos.  Vivió para disfrutar, amar y dar.

Anécdota: Doña Berta llega a la TV

En la década de los 80 algunos famosos comenzaron a visitar Chapelco. Una de las primeras figuras en llegar fue la periodista Lidia Pinky Satragno. Héctor Pichín Torres, Gerente General, le encomendó a Raco, el hijo mayor de Berta, que le diera clases de esquí.

No tardaron en hacerse amigos, y Pinky quiso conocer a Doña Berta, con quién compartió charlas amenas y empanadas. La difusión que realizó Pinky en la prensa, la convirtió en embajadora de San Martín de los Andes y Chapelco.

Periodistas entrevistaron a Doña Berta y fue allí donde inmortalizó el cuento que la hizo famosa, acerca de su don de “oler la nieve” como presagio que anticipa las nevadas.


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