El salmón de 33 kilos en El Chaltén: fuga de Chile, pesca furtiva y contaminación, la historia detrás de un gran pique

Los enormes peces escaparon de jaulas de las cuestionadas salmoneras chilenas y tras una larga travesía entraron por el río Santa Cruz y remontaron hasta el río De las Vueltas en El Chaltén. Deslumbran a los pescadores pero los ambientalistas recomiendan una mirada integral sobre el impacto en el ecosistema. El desolador video de la pesca furtiva descontrolada.

Uno de los enormes salmones que pescaron y devolvieron a fines de febrero pescadores del Alto Valle en el río De las Vueltas, a 30 km de El Chaltén, Santa Cruz. El paraíso que atrae a los pescadores deportivos como ellos está amenazado por los furtivos y la contaminación.

A fines de febrero, cuatro amigos del Alto Valle hicieron unos dos mil kilómetros para cumplir un sueño: ir a pescar por primera vez inmensos salmones al río De las Vueltas, a 30 kilómetros de El Chaltén, esa joya de la Patagonia al pie del icónico cerro Fitz Roy al suroeste de Santa Cruz. No les podría haber ido mejor: en cuatro días pescaron y devolvieron 47 de esos enormes peces del porte con el que sueñan todos cuando apoyan la cabeza en la almohada la noche anterior, incluido el premio mayor, una mole de 33 kilos.


La fuga de los salmones


¿Cómo llegaron esos gigantes hasta ahí? La respuesta incluye a la controvertida y millonaria industria del salmón en Chile basada en los alevinos importados desde Canadá, fugas de jaulas donde aun hoy se apiñan en el sur trasandino, un gran cardumen formado en la cercanía de las Islas Malvinas, el regreso a su estado salvaje y a la costa para entrar al continente por el río Santa Cruz, remontar otros ríos y atravesar lagos para encontrar su lugar para reproducirse y luego morir hasta que una cascada interrumpe su viaje por el río De Las Vueltas.


En esta historia de paradojas, hay más: mientas un video exhibe con crudeza las crueles consecuencias de la pesca furtiva en El Chaltén, el documental alemán “Salmonopoly” muestra las devastadoras consecuencias de la industria salmonera en el sur de Chile, la contaminación que mata a otras especies y a los propios salmones Chinook, el gran riesgo al que se exponen los buzos.

Afiche del demoledor documental alemán.


“Como empresa global allí se puede ganar mucho más dinero, porque allí existen las así llamadas ventajas comparativas. Los salarios son bajos, las normas ambientales son laxas, al igual que las normas laborales. Por eso en Chile mueren cien veces más buzos en las jaulas que la producción en Noruega”, denunció ante “El Mostrador” Wilfried Huismann, codirector de la película.


Mientras tanto los salmones escaparon del cautiverio, pasaron del mar al agua dulce, remontaron ríos y hace unos 17 años llegaron a El Chaltén, donde hoy no para de crecer la cantidad de pescadores del país y del exterior que arriban fascinados ante la idea de poder capturar uno de esos gigantescos peces.


Paradojas del paraíso


Con sus 1600 habitantes, El Chaltén exhibe con orgullo su condición de Capital Nacional del Trekking desde 1994 y atrae cada vez a más turistas, muchos de ellos extranjeros, lo que empuja los precios para arriba a juzgar por relatos de viajeros argentinos. Pero si tiene una red de senderos asentada a través de los años y miles de visitantes que disfrutan de los espectaculares paisajes a los que conducen, la cultura de la pesca deportiva de los salmones es algo que se debe desarrollar, es una oportunidad. Eso es lo que piensa el guía de pesca Federico Ruiz, que estuvo cuatro días en ese valle de película rodeado de montañas con sus tres amigos de Río Negro y Neuquén. “No se dan cuenta de lo que tienen, no lo cuidan”, dice.

El guía de pesca Federico Ruiz y uno de los salmones que pescó y devolvió en el río De las Vueltas, a 30 km de El Chaltén, Santa Cruz.

Él y sus amigos fueron testigos de primera mano de las dos caras de ese paraíso desde el punto de vista de un pescador: por un lado, la adrenalina de la pelea con esos gigantes de más de 20 kilos y fuerza descomunal, el asombro de caminar a orillas de ese río angosto y corto y verlos en las correderas a apenas un metro, el contraste con los escenarios más amplios y truchas de menor porte en el Limay que conocen tan bien.

El río De las Vueltas. Una maravilla ubicada al suroeste de Santa Cruz. Foto: @elinanivukoski


Por el otro, todos esos pescadores furtivos en el río De las Vueltas, agua de nadie sin controles. Y restos de salmones: colas y cabezas cortadas ensangrentadas, vísceras esparcidas. Y basura a orillas del río: botellas, bolsas, colillas de cigarrillo, plomadas, anzuelos, tanzas abandonadas. «Si vas de vadeo hay que tener cuidado, es peligroso», agrega.


Un estremecedor video: «Más peces muertos, es increíble»


Días atrás, el guía de pesca de El Chaltén Cristian Castro tuvo que liberar una garza atrapada en una tanza abandonada. También filmó el video que muestra las consecuencias de la depredación. Mientras enfoca los restos de los salmones, dice: «Más peces muertos, es increíble».

Aunque en jurisdicción del Parque Nacional Los Glaciares está prohibido pescar y en la zona que corresponde a la provincia se puede sacrificar tres salmones por día por pescador, no así. “Es un descontrol. Y ya no solo hablo de los salmones, hablo del lugar donde vivimos”, dice. “Grabé en apenas 10 metros, pero eran kilómetros de desastre. Habremos visto unos 100 salmones faenados y todos sus restos tirados. Los furtivos hacen lo que quieren y nadie controla nada. Cuando publiqué el video pasó un poco Gendarmería, apenas eso. Creo que hay una industria clandestina detrás de esta destrucción”, señala.

En enero de este año, la Secretaría de Pesca de Santa Cruz recomendó no consumir la carne de los salmones Chinook que se pescan en los alrededores de El Chaltén por las condiciones sanitarias que presentan estos peces luego del desove y antes de morir

Depredación. Restos que dejan los pescadores furtivos.


El guía teme, además, que las discusiones entre los pescadores deportivos y los furtivos escalen y un día terminen mal. Su punto de vista, antes que nada como le gusta aclarar es el de un apasionado por la pesca. Y después de eso un guía baqueano, aclara. Sin embargo, la contaminación ha llegado a un punto en que eso es lo que más le preocupa, incluso antes que los salmones. “Cada vez es peor”, dice. Aunque respeta la opinión de los ambientalistas, está dispuesto a dar el debate sobre el impacto de las especies exóticas desde que importaron las truchas desde Europa hace más de un siglo. Está convencido de que los salmones recuperaron su estado salvaje al fugarse y que entraron a Santa Cruz en forma natural. Y que no atacan a otras especies en fase de reproducción, solo son agesivos para defender su territorio en ese período en que remontan para encontrar su lugar de desove.


Mientras los pescadores disfrutan de los salmones, discuten con los furtivos y se alarman por la contaminación que causan, los ambientalistas recomiendan una mirada integral para estudiar el impacto de los gigantes que coparon el río De las Vueltas y las consecuencias en el ecosistema. Antes que nada. Antes de que sea tarde.


Un documental desnuda los peligros de la industria del salmón en Chile

El documental Salmonopoly de los alemanes Wilfried Huismann y Arno Schumann cuestiona los procedimientos de la industria salmonera en Chile, en especial los de la multinacional Marine Harvest. A juicio de los ambientalistas, es como la minería a cielo abierto o los corrales de engorde pero en el mar.
Tras la sobreexplotación del salmón en su hábitat natural, la costa oeste de Canadá, ese circuito natural se destruyó y por eso se extendió la masiva cría comercial, con enormes jaulas saturadas de agregados químicos y nutrientes. Cada kilo de salmón comercialmente criado exige cinco kilos de otros peces que se convierten en harina junto a otros productos Otra de las consecuencias negativas es que muchos salmones rompen las redes sobreviven y comen las especies locales.

Salmoneras. Así se ven en el sur de Chile.

El histórico día en que Tierra del Fuego le dijo no a las salmoneras

El 30 de junio del 2021 Tierra del Fuego sancionó la ley que prohibió la instalación de salmoneras en el Canal de Beagle. Así, la Argentina se convirtió en el primer país que se pronunció en contra de un tipo de producción industrial que atenta contra el ambiente y el ecosistema natural, como se destacó en los fundamentos. La cercanía con las salmoneras chilenas, que según organizaciones ecologistas tienen estándares de respeto al medio ambiente muchos más bajos que los de Noruega e Irlanda, resaltó aún más la importancia de lo decidido en la provincia del sur del país.

Protesta submarina. Un claro mensaje en el fondo del mar.

“La salmonicultura hubiese representado una amenaza para la economía de la provincia, ya que en Ushuaia la mitad de las familias dependen del turismo, una actividad que no podría convivir con el impacto ambiental de la industria. Esta ley es un ejemplo del cuidado de un modelo económico y productivo sostenible, que respeta tradiciones culturales y prácticas artesanales que generan puestos de trabajo genuinos”, manifestó entonces David López Katz, residente de Tierra del Fuego y miembro del equipo de Sin Azul No Hay Verde de la Fundación Rewilding Argentina, de acuerdo con lo publicado por el portal Infobae.

El Canal de Beagle es un refugio para todas las especies que lo visitan o viven allí, como ballenas jorobadas, delfines australes, lobos marinos de un pelo y dos pelos y distintas aves marinas.


El vital aporte de científicos del Conicet para seguir sus pasos

El salmón Chinook es originario del Océano Pacífico. Cuando llega a adulto puede pesar hasta 57 kilos. Al expandirse en la Patagonia, tanto en Chile como en la Argentina, produjo la invasión de salmónidos que migran al mar de mayor escala geográfica a nivel mundial. El gran desafío es cómo controlarlo por los impactos negativos que produce en los ecosistemas.

Tal como lo contó Diario Río Negro, un grupo de investigadores del Conicet desarrolló una técnica para identificar el origen y las trayectorias migratorias de los peces invasores de la Patagonia.

Se trata de un método que combina el análisis de la composición química del agua de los ríos y el rastro que dejan estos indicadores en la fauna acuática. Inicialmente la técnica fue aplicada para el estudio del salmón Chinook (Oncorhynchus tshawytscha), que habita en las cuencas de la Patagonia argentina y chilena durante los meses de reproducción (febrero-marzo).

Sin embargo, sus desarrolladores advierten que se podría aplicar en otras especies, incluso en aves.


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