Pescó una trucha de 7 kilos en Limay Medio y el instante se hizo leyenda: temporada de marrones migratorias
Matías Iacopini en el Limay Medio logró capturar una trucha de 7,4 kilos. Su lucha, junto a otros, para lograr una ley de guías en Río Negro y la mística de las marrones migratorias en la Patagonia.
Por un instante, en la mitad del río Limay Medio, el tiempo se detuvo. La línea se tensó de golpe, como si del otro lado no hubiera una trucha sino un ancla. Un tirón seco, cortante, viajó desde el agua hasta la muñeca de Matías Iacopini. Sabía lo que era. No necesitó verla. Un pescador que lleva media vida leyendo el río, su ritmo, sus corrientes, sus señales invisibles, reconoce de inmediato cuando no se trata de un pez cualquiera.
“Es enorme”, pensó. O quizás lo dijo. Era uno de sus días libres. No guiaba turistas, ni clientes. Flotaba junto a un amigo, Nino Rivera, atador de moscas y también guía, en una sección crecida del Limay Medio. Ese escenario mitológico para los pescadores con mosca, en el otoño en la Patagonia cuando todo se empieza a pintar de amarillo, es el escenario privilegiado al que llegan las esperadas marrones migratorias (truchas que remontan el río en busca de desove) y nadie se quiere perder la oportunidad de ir a pescar.
La mosca que llevaba no era una cualquiera. Era una creación artesanal de Nino: una variante de la famosa Sex Dungeon, rebautizada con humor local como “Nino Killer”. Atada a mano y probada en mil batallas.

Fueron minutos que parecieron una infancia entera. Porque eso sintió Matías: que regresaba al niño que pescaba de la mano de sus abuelos y su tío en los bordes tranquilos del río Negro. Que todo, las peleas por la ley de guías de pesca, los años sin regulaciones, las gestiones eternas, lo llevaron a ese instante.
Una vez que la sacó, la balanza marcó 7,400 kilos. En el Limay hay truchas grandes, pero ejemplares así pertenecen a la categoría de leyenda. Se mencionan en fogones, se exageran en relatos, se susurran en la costa.
Uno de los primeros guías
Matías Iacopini nació y se crio en Cipolletti y es guía de pesca desde hace ocho años. El camino para lograrlo no fue fácil. Una de las mayores dificultades fue la falta de una ley de guías en la provincia de Río Negro, lo que generaba un vacío legal que no permitía proyectar la actividad con la seguridad y el respaldo necesario.
“En mi caso, trabajo en el río Limay Medio, un curso de agua que, además de ser un destino emblemático para la pesca con mosca, funciona como límite natural entre las provincias de Neuquén y Río Negro. Esto generaba un problema particular, ya que, hasta hace poco, solo Neuquén contaba con una normativa específica para la habilitación de guías”, cuenta.

El Limay es famoso por la buena pesca, especialmente hacia fines de temporada donde la pesca se centra en las grandes marrones migratorias.Frente a esta situación, tenía dos opciones: cambiar su domicilio a Neuquén, esperar dos años y habilitarse allí, o bien organizarse junto a otros colegas para impulsar la creación de una ley en su provincia.
“Sin dudarlo, elegí la segunda opción. Con el apoyo de un grupo de guías de distintas localidades de Río Negro, entre ellos Pablo Blasco, Javier Reyes, Maximiliano Berlatto, Oscar Blasco, Gastón Benatti y Luciano Bacci, decidimos recorrer el camino más largo, pero convencidos de que era el correcto”, cuenta.
Después de seis años de trabajo y gestiones, finalmente lograron su objetivo. A mediados de 2024 se aprobó la Ley de Guías de Pesca en Río Negro, permitiéndoles ejercer con un marco legal sólido. “Esto no solo nos brinda mayor tranquilidad para trabajar, sino que también nos permite promocionar nuestros servicios de manera profesional y con el respaldo que la actividad merece”, asegura con orgullo.
Marrones migratorias
La fiebre por las truchas marrones migratorias ya se siente en el ambiente. Matías explica que la migración en el río Limay Medio tiene una particularidad: al ser un río regulado por una represa, la temperatura del agua no sigue el patrón natural de otros ríos de la Patagonia.

“Esto provoca que el comportamiento migratorio de las truchas se vea alterado y que los movimientos comiencen temprano, desde enero. Sin embargo, para quienes vivimos la pesca con pasión, el verdadero inicio de la temporada se marca con el cambio de color en las hojas de los árboles: cuando el paisaje se tiñe de amarillo, es hora de recorrer el río con la caña en mano”, destaca.
Dice que en su trabajo como guía, recibe en esta época pescadores en busca de su gran presa en las aguas puras del Limay Medio. “Un 20% de mis clientes son argentinos y el 80% extranjeros que llegan exclusivamente a pescar. Vienen muchas parejas de Estados Unidos, gente retirada de 70, 75 años, que la pasan bien y quedan fanatizados”, cuenta.
El Limay es uno de los mejores ríos a nivel mundial para la pesca con mosca. “Por ahí no se toma dimensión de la importancia que tiene. Neuquén lo explota más, pero en Río Negro tenemos acceso por un pueblito que se llama Naupa Huen, a 200 kilómetros de Cipolletti, que está dentro de su ejido, que sería muy bueno para explotarlo, aunque para eso hay que hacer un puente”.
El mejor final

Antes de despedirse Matías vuelve a diez días atrás, cuando sacó la trucha de su vida. “Después de la intensa batalla, logramos subirla al copo y la emoción se desbordó: sabíamos que en el Limay hay truchas grandes, pero esta era algo excepcional”.
La devolvieron al agua, como dictan las reglas éticas de la pesca con mosca, pero también por respeto. Porque no se captura un animal así sin sentir que es el río el que presta, pero no te entrega.
“Y nosotros seguimos flotando río abajo, todavía festejando”, dice. Ese día, Matías pescó mucho más que una trucha de 7,400 kilos: pescó la espera, la paciencia, el sueño del niño que un día, en Cipolletti, entendió que su vida iba a estar siempre atada a un hilo invisible: la línea de pesca.
Consejos para pescar en Limay Medio

- En esta época y en general Matías Iacopini recomienda no vadear muy profundo, ya que se corre el riesgo de ser arrastrados por la corriente. “Si lo que buscamos al vadear más profundo es llegar más lejos, logramos todo lo contrario ya que el casteo nos queda muy cerca del agua, generando incomodidades y en muchas ocasiones la mosca toca el agua descargando el lanzamiento”, asegura.
- Por otra parte y si vas en búsqueda de marrones migratorias, debés tener en cuenta moscas que imiten pejerrey, pancora o bagres.
- “De todas maneras la pesca de migratorias con seca, cosa que no muy popular, puede resultar una experiencia difícil de olvidar”, recomienda el pescador.
- Recordá que para pescar necesitas sacar permiso de pesca y que la devolución de las truchas es obligatoria.
Por un instante, en la mitad del río Limay Medio, el tiempo se detuvo. La línea se tensó de golpe, como si del otro lado no hubiera una trucha sino un ancla. Un tirón seco, cortante, viajó desde el agua hasta la muñeca de Matías Iacopini. Sabía lo que era. No necesitó verla. Un pescador que lleva media vida leyendo el río, su ritmo, sus corrientes, sus señales invisibles, reconoce de inmediato cuando no se trata de un pez cualquiera.
Registrate gratis
Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento
Suscribite por $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora
Comentarios