Walter Agosto: «Ante la economía, la política suele ser lo alógico»
Exministro de Economía de Santa Fe, Walter Agosto es coautor -con Lucio Castro- de un ensayo. Advierte: para el próximo gobierno será clave revisar subsidios.
ENTREVISTA
-En el año 2006, los subsidios representaban el 1 % del PBI y hoy el 5. ¿El subsidio, al igual que la inflación, entró ya en el rango de cultura inapelable en la economía argentina? La investigación del CIPPEC «transpira» esa impresión.
-Tengamos fe en que no se convierta en una roca imposible de mover, porque si no… Sucede que de ser un instrumento que exige racionalidad en su manejo, desde el 2006 en adelante no manda la racionalidad sino el desborde. En el 2003, alcanzó algo más del 5 %. O sea, en clave a la recaudación, 1 de cada 5 pesos que llega al Tesoro nacional tiene una única dirección: subsidio.
-¿Concentrados, el grueso de ellos, en espacios del funcionamiento del sistema que descuidó el gobierno?
-El plano energético, que se lleva el 60 %, puede reflexionarse en esos términos. A lo que se suma el 26 % para transporte y el 10 % para empresas públicas. O sea el 96 % del destino de los subsidios está focalizado en esas tres actividades. Y un dato más para ampliar la significación de estos datos: el 5 % en subsidios como porcentaje del PBI, es equivalente al presente desequilibrio fiscal que tiene Nación.
-¿Cómo incrustar esta magnitud en relación al gasto público nacional?, ¿cómo darle significación?
-Reflexionándolo, por ejemplo, en relación no ya al gasto público nacional sino al gasto público consolidado. Nosotros trabajamos -en términos de buscar referencias- con el 2006 como punto de partida para proyectar, reflexionar. El gasto público consolidado -Nación, provincias, municipios- se expandió de aproximadamente el 30 % del PBI en el 2006 a más del 44 % en el 2013… Un gasto público, un sistema de subsidios que por lo demás -y no voy a abundar en esto porque la realidad habla- es materia muy opinable en relación a los servicios públicos, por caso.
-Desde lo económico, ¿el destino del próximo gobierno nacional se juega en el campo fiscal?
-Será esencial para generar posibilidades de crecimiento con equidad. Porque relacionado con el déficit fiscal hay otro fenómeno que heredará el nuevo gobierno: la inflación que marcha hacia el 40 % anual.
-¿Pero qué hacer ante el desequilibrio fiscal?
-La investigación del CIPPEC ofrece no un programa económico, sí una serie de reflexiones que no estaría mal tomar en cuenta. Pero en principio, un punto de vista razonable sería plantearse una consigna, por así decirlo: un plan que tenga como objetivo el crecimiento del gasto a la misma tasa de crecimiento de los recursos. No se trata de bajar el gasto público… Mucha gente se confunde cuando se le habla de este tipo de orientación. Se trata de bajar el ritmo de crecimiento del gasto. Operar sobre esa variable. Y ahí es donde el próximo gobierno tendrá que elegir por dónde comenzar a trabajar sobre el gasto público.
-¿La famosa rigidez que lo define?
-Sí, sí. Siempre el término de gasto público como total. Por esta razón en CIPPEC creemos que el camino debe iniciarse por el lado de los subsidios.
-O sea que la rigidez se extrae de una simple lectura de la torta del gasto público.
-Es lo más expresivo, claro. ¿Qué nos dice esa torta? Que tenemos un 12/13 % destinado a personal; la contrapartida tiene un alto componente en jubilaciones, en términos redondos un 30 %; luego hay otros rubros pero, de todos ellos, el más flexible a fin de ser tocado es el de los subsidios.
-Sí, pero a su vez, por la naturaleza de los intereses, destinos que tienen, etcétera, el subsidio es una materia muy sensible. Recordemos que cuando asumió Ronald Reagan, David Stockmann, joven designado en la Oficina de Presupuesto, descubrió cientos de subsidios encubiertos o no, y empezó a podar y podar. Reagan lo invitó a tomar sopa de alubias y, tras la sopa, lo echó. ¿Cómo proceder aquí?
-Eso hace a la política, a su decisión. No se trata de «subsidios nunca más». Tampoco de negar que el subsidio fue un factor importante para la economía en tiempo de crisis. Se trata, concretamente, de revisar esa política. Detectar esquemas, decisiones que perduraron en el tiempo y perduran sin tener ya su razón de ser. Por supuesto que desmantelar mucho de todo ese tejido no es fácil en función de los intereses que generó a través del tiempo.
-¿Dónde anidan las expresiones más solapadas, o en todo caso más elocuentes, de resistencia a emprolijar la política de subsidios?
-Bueno, hay mucho entrecruzamiento de intereses.
-¿La política es el más pétreo de esos intereses?
-Está y está. Suele reunir intereses dispersos, o expresarlos desde un único punto. Pero está, insiste. Mire: la política siempre presiona sobre la gestión de la economía. De una manera u otra, por aquí y por allá, busca bloquear decisiones, objeta, busca coartadas. Ese es el común denominador operativo con que se mueve ante toda gestión de la economía que haga de la racionalidad su herramienta en la toma de decisiones… Ante la economía, la política suele ser lo alógico. Historia vetusta, nada nuevo.
-¿Lo sintió usted cuando fue ministro de Economía de Santa Fe durante el gobierno de Jorge Obeid? Manejaba el cuarto presupuesto del país…
-¡Absolutamente! ¡Por supuesto! Y además, eran años muy buenos desde el punto de vista fiscal a escala nacional y provincial. Estaba abierta la puerta para pedir y pedir, pero nos manejamos bien.
-¿Cree que a la «sociedad» -hablemos en términos arbitrarios si se quiere- le interesa que se racionalice el manejo de los subsidios?
-No sé, no sé. Si hablamos en los términos que usted plantea «sociedad» como un todo, no encuentro mucha sensibilidad sobre el tema. En todo caso, quizá todos quieran estar beneficiados por una política de subsidios desbordante. Si fuera así, dejan de lado, incluso por falta de información, las injusticias que contiene la actual política de subsidios… Un ejemplo, sólo uno: en materia de subsidios a los servicios públicos, aproximadamente el 70 % de los ellos se destinan al área metropolitana de Buenos Aires. Así, el habitante de esa zona, en términos de promedio, recibe 1.000 pesos anuales de subsidio para transporte, mientras que en el resto del país, en ese rubro, reciben 180. Pero es cierto, nada se puede cortar de golpe. Por eso CIPPEC cree que una de la alternativas del gobierno que asuma en diciembre del 2015 para comenzar a mejorar la situación fiscal, pasa por una reducción del gasto en subsidios vía un esquema progresivo y segmentado de tarifas y precios. Esto hace a enfrentar, entre otras razones, el financiamiento inflacionario del Tesoro, todo en un contexto de precios primarios más bajos y menor crecimiento global… Pero nada será fácil. Requiere poder de decisión y objetivos claros.
-Admitamos que el próximo gobierno se embarca en esa línea. ¿Se le puede poner fecha al retorno a un equilibrio fiscal posible?
-No antes del 2017. Claro que el objetivo requiere de un plan fiscal muy amplio, no sólo trabajar sobre subsidios. Trabajar como para que el Banco Central y el Tesoro no mantengan al gobierno… como pasa hoy.
CARLOS TORRENGO
carlostorrengo@hotmail.com
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