Wolf y Doris, dos austríacos que dan la vuelta al mundo 27-7-03

VILLA LA ANGOSTURA (AVLA) – «Nomad» es un velero de casco de aluminio y 13 metros de largo que partió de Eslovenia el 7 de enero de 2001. A su bordo lleva a un auténtico par de aventureros, de esos que hacen acordar a Robinson Crusoe o Marco Polo, aunque, claro, con algo más de tecnología. Sin embargo, los austríacos Doris Renoldner y Wolf Slanec viven, literalmente, de lo que pescan además de alguno que otro «rebusque» que les permite seguir empujando su sueño que es arribar a Nueva Zelanda en diciembre de 2004.

Primero surcaron los mares que bañan costas de Croacia, Italia, Grecia, España… luego Marruecos, islas Canarias, Tenerife, Cabo Verde y llegaron a isla de Sal, sur de Africa, el 1 de noviembre de 2001.

Fotógrafos, escritores para revistas de aventuras y náuticas, conferencistas con sus propios materiales exclusivos y paseos en su barco con los turistas en cada lugar donde fondean son otros recursos a los que la pareja echa mano para hacerse de algún «metálico» con que financiar su viaje que, luego de Africa, supuso el cruce del Atlántico hacia Río de Janeiro en una travesía que duró 20 días sin tocar tierra.

– «¿Y el alimento? ¿Y el agua?»

Utilizaban líneas de pesca que arrojaban por la popa y siempre se prendía algún pez para el almuerzo o cena, el cual acompañaban con cereales, frutas o arroz. En cuanto al agua, había en tanques pero podían reponerla durante la navegación mediante el uso de una especie de embudo hecho con una lona que permitía recolectarla en los días de lluvia y volcarla en los depósitos.

Después de Brasil, pasaron por Punta del Este, Mar del Plata, Madryn, puerto Santa Cruz y por fin el temido y turbulento paso interoceánico: isla de los Estados, estrecho de Magallanes, cabo de Hornos, el «cementerio de los barcos». Tuvieron suerte ese día, como pocas veces se da, su tránsito fue casi placentero. Ya en Puerto Montt, dejaron su nave en una marina porque necesitaba reparaciones en dique seco y, mientras tanto, cruzaron los Andes para conocer La Angostura. En la localidad recalaron en un bonito y cálido albergue que junta a personas de todo origen: mochileros, turistas, estudiantes, periodistas, marineros y «recorredores» del mundo y del país. Ahí contaron su historia.