La odisea de transitar por la calle Mitre

Hay bochas de cemento y bolardos rotos, baldosas flojas y en varios sectores, la calle y la vereda no están bien delimitadas.

La odisea de transitar por la calle Mitre

El conductor de un Volkswagen Polo gris se estaciona en la calle Mitre al 500. Pone las balizas y de manera furiosa, su acompañante baja corriendo rumbo al cajero de un banco. En ese instante, un inspector se acerca al vehículo y le recuerda al conductor que no puede detenerse. El hombre arranca pero al avanzar, impacta contra una de las bochas de cemento que se parte. El ruido llama la atención de quienes circulan por ese sector.

La escena es sólo de una de las tantas que se reiteran desde el último fin de semana en la ciudad. La ansiada apertura al tránsito de la calle Mitre después de un año y medio de obras, volvió una odisea transitar por la principal arteria de la ciudad. Conductores que se arriesgan a estacionar a pesar de estar prohibido, bolardos de cemento y baldozas rotas y, la falta de delimitación entre lo que es vereda y calle generaron un caos en el tránsito de automovilistas y peatones.

Carlos Catini, director de Tránsito y Transporte de Bariloche, aseguró que desde el viernes pasado ya se labraron 20 infracciones a vehículos que estaban estacionados sobre Mitre. “Los conductores se detienen y no pueden porque interrumpen la circulación”, explicó.

Un inspector admitió que las intervenciones son constantes porque “el diseño de la remodelación genera confusión”.

En las siete cuadras intervenidas de la calle Mitre, hay baldozas flojas que atentan contra los peatones distraídos. En la entrada a una de las galerías que conduce a un supermercado, debieron colocar una rampa de madera para ingresar mercadería que transgrede el diseño de la obra.

Hacia la calle Rolando, una línea de bochas de cemento sobresale sobre la mano derecha; más adelante, esa línea está sobre la mano izquierda. Hay cuadras que cuentan sólo con unos 20 metros de bolardos de cemento que separan la calle de la vereda y el resto queda sin una delimitación clara.

“Los turistas piensan que es peatonal. Caminan por cualquier lado y los conductores no tienen bien marcada la calle que se les confunde con la vereda. En cualquier momento, vamos a presenciar un accidente. Tenemos un cliente ciego que viene siempre a tomarse un café. Como no hay terminaciones, no sabe donde está parado. Es un riesgo”, expresó la moza de un cafe de la esquina de Mitre y Villegas.

En la esquina de Mitre y Beschtedt, los automovilistas podrían girar hacia la izquierda sin darse cuenta que en realidad están pisando la laja de la vereda ya que tampoco está delimitado ni con bolardos ni con bochas.

¿Por dónde se puede caminar y por dónde no? Es difusa. Además, cada cuadra tiene un diseño distinto que confunde aun más. No hay transición entre las veredas y las calles”, coincidió una comerciante de un local de ropa femenina de Mitre al 600.

La rotura de gran cantidad de bolardos y bochas de cemento llevaron a las autoridades a pensar en cambiarlos por otros “un tanto más fuertes para evitar una constante reposición”. “No es vandalismo pero los nenes quizás se suben y las bochas se salen de su lugar. O quizás los autos los rozan y se parten”, remarcaron los comerciantes.

Fuentes del municipio admitieron que “los actuales bolardos se tocan y se quiebran porque fueron pensados para que no dañen los vehículos. Lo cierto es que no sirven por eso estamos analizando cambiarlos”.

La apertura al tránsito generó confianza en el repunte de las ventas por parte de algunos comerciantes. “Si pasan 10 personas, una te compra. Si pasan 100, te compran 10. Si es peatonal y está cerrada, no pasa nadie. Lo cierto es que ya no es un desierto y tenemos fe en salir de esta crisis”, señaló Mariela, una comerciante.

El intendente Gustavo Gennuso anunció que en agosto se inicia el 8% de la obra que la empresa Planobra dejó inconclusa. Aseguró que los trabajos que faltan no requerirían el corte de las calles.

Falta de cartelería

Los empleados de un local de calzado infantil cuestionaron la falta de cartelería advirtiendo que la velocidad máxima es de “20 kilómetros por hora” o de “ceda el paso”.

“Los autos estacionan donde quieren, de las dos manos. Y pasan a toda velocidad. La gente del municipio puso carteles con propaganda política pero no con información necesaria para los que transitan por acá”, señalaron.


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