Qué hacen los políticos cuando vuelven al llano

La percepción popular de que los exfuncionarios hacen lo imposible por permanecer bajo la protectora ala del Estado es contrastada aquí con la realidad de exprotagonistas de la historia local que hablan de lo difícil que fue ejercer su cargo; y también dejarlo.

Tal vez no sea mucho. O sí, según se mire. Lo cierto es que sus nombres ya forman parte de la nutrida y agitada historia local.

Falta todavía para que su paso por la gestión pública sea evaluada con la perspectiva suficiente. Aun así cuesta verlos como gente común. Los exintendentes y otros exfuncionarios que han tenido responsabilidades de gobierno en la ciudad hoy buscan reacomodarse en otras actividades.

Algunos no dejaron del todo los cargos rentados, otros sí se apartaron del todo. Juran que su tiempo pasó y no van a volver. Asumir que las luces del poder comienzan a apuntar para otro lado les deja una huella inevitable.

“DeBariloche” habló con ellos para conocer sus experiencias y saber cómo sobrellevaron la reinserción. Los que pasaron por la intendencia y tuvieron otros altos cargos admitieron que el contraste de la nueva vida “se hace sentir”.

Todos se preocuparon por desmentir que haya un interés desmedido en pasar de un cargo a otro y mantenerse como sea bajo el paraguas del Estado. Sin embargo la percepción popular es que esa compulsión existe, y que las relaciones para entrar en la política rentada y no salir más se extienden en una red de límites insospechados.

El exintendente César Miguel tiene una trayectoria singular porque tuvo dos pasos por la función pública, con un intervalo de doce años.

En 1992 asumió como concejal y en 1995 fue electo intendente, por cuatro años. Cuando dejó esa función volvió a su trabajo como constructor, pero no le fue del todo bien y en algún momento llegó a manejar un taxi. En 2011 fue electo legislador y cumplido el período -en 2015- retomó su oficio original.

“Antes que nada soy un trabajador que hace política, no un político profesional -se definió-. No tengo ningún problema en volver a mi actividad previa”.

Admitió sin embargo que en lo económico el cambio se siente y que le tocó vivir “circunstancias complicadas” cuando perdió el ingreso fijo de la función pública. Igual Miguel no se hizo mayor problema. “Nunca tuve grandes delirios de plata”, aseguró.

Admitió que haber perdido las elecciones cuando buscó un segundo mandato fue un momento difícil. Dijo que “es algo que genera angustia, por supuesto”, pero que le tocó estar preso en la dictadura y desde entonces se acostumbró a “hacer política en condiciones difíciles”.

Adolfo Fourés fue secretario de Gobierno durante la gestión de Alberto Icare (2002/2008), con una alta exposición e influencia en las decisiones, especialmente cuando el entonces intendente estuvo disminuido por razones de salud.

Luego de dejar el cargo probó suerte con una imprenta, en sociedad con un amigo, pero les fue mal y cerraron al poco tiempo. Duró algo más como encargado de un hostel, pero finalmente volvió a la docencia en escuelas medias, la misma tarea que había ejercido antes de recalar en el municipio.

Fourés es licenciado en Ciencias Políticas y dicta materias como Historia y Educación Cívica. Cada tanto también realiza consultorías “vinculadas con el mundo de los negocios, muy poco en lo político”.

Dijo que a la salida de la función pública la vivió “con alivio”, porque la tarea de gobernar “es muy estresante”.

Reflexionó que existe allí una paradoja y que “debería haber algo para que no haga tan mal. Uno debería realizarse a través del trabajo, pero la verdad que en la política ocurre muy poco”.

Multas y angelología

Según Fourés, nunca le interesó “el hedonismo del poder” y tampoco actuó por interés económico, ya que “los sueldos en el municipio eran bajos y ganaba más como docente”.

Admitió igual que “algunos ven la política como un medio de vida y se meten para hacer negocios”. Dijo que no se lamenta de haber pasado por el gobierno municipal, pero tampoco lo extraña. “A mí me gustaba porque le podés solucionar problemas a muchísima gente”, aseguró.

Fourés dijo que en los primeros meses, después de dejar el gobierno, era habitual que se le acercara gente con pedidos insólitos. “Venían y me decían ‘tengo una multa por estacionamiento ¿me la podés sacar? Otros me decían ´¿le puedo acercar un currículum?’. Ahora ya no me pasa tanto”, contó.

Distinto fue el caso de María “Chiche” Costa, quien fue intendente de Bariloche entre 1991 y 1995, a los que sumó otros doce años como legisladora provincial: cuatro antes y ocho después. Cuando dejó, en 2003, se jubiló y de pronto se encontró con mucho tiempo libre.

“Es un cambio grande y hay que adaptarse -relató-. Para mí no fue traumático, porque empecé a hacer muchas cosas que había tenido que postergar, como dedicarme a la lana, los tapices y también a estudiar angelología”.

Dijo que no tuvo apremios económicos, aunque su ingreso se redujo. Admitió que “lo que se extraña un poco es el tema del poder. Y no está mal, porque esa es la esencia de la política”.

Igual no se arrepiente de haber dejado esa etapa atrás, porque para ella “fue muy difícil la intendencia, fue luchar contra molinos de viento, incluido el costo que pagaba por ser mujer. Hoy es distinto y está más naturalizado”.

Ciudadano común

Marcelo Cascón, también exintendente (2008-2011), admitió que la reinserción laboral no le resultó nada fácil. Todavía mantiene un ingreso del Estado, ya que es asesor en la Legislatura provincial, designado por presidencia a instancias de Bautista Mendioroz (secretario del bloque radical).

Según dijo, complementa esa tarea con la representación local de una agencia de turismo con sede en Buenos Aires.

Cascón consideró que para los funcionarios que son profesionales “es más sencillo retornar al ámbito privado”, pero no lo fue para él, que sólo tiene estudios incompletos de Biología y Comunicación Social. Luego de casi 15 años en la función pública (concejal, funcionario, intendente y asesor legislativo) intentó recuperar el puesto que alguna vez tuvo en la CEB, pero fue rechazado. “Es un tema complejo y hay que saberlo de antemano”, se sinceró.

Aclaró también que nunca dejó de hacer política y que el paso del gobierno le dejó “la cabeza formateada”, al punto de que todavía hoy lee los diarios de forma “distinta” a cualquier ciudadano. “Veo por ejemplo que están a punto de aprobar la terminal de ómnibus en Esandi, que es el mismo proyecto que me rechazaron a mí -ejemplificó-. O que hacen las audiencias públicas a la 8 de la mañana y me parece una barbaridad”.

Volver al llano

Está claro que lo psicológico juega un rol importante a la hora de salir de un cargo público y buscar nuevo rumbo laboral. Y no todos se sienten cómodos en la obligación de autogenerarse oportunidades. Las opciones pueden parecer muchas, pero en la práctica se reducen y los años de alta exposición -cuando fueron muchos- juegan en contra.

María Martini fue intendente durante tres años (2012/2015). Antes había cumplido uno como concejal.

La enfermedad y luego la muerte de su hermano a los pocos meses del final de su mandato la marcó mucho. Dijo que la transición la vivió “atravesada por esa situación familiar, y fue muy difícil”.

Martini mantiene un cargo de planta en el ministerio de Desarrollo Social, pero una larga licencia y las vacaciones acumuladas la mantuvieron alejada de esa tarea. “Hoy estoy ‘en comisión’, colaborando con Jorge Vallazza en la legislatura provincial”, explicó Martini.

Dijo que valoró haber recuperado “cosas que antes no podía disfrutar”, como llevar a sus hijos al colegio o ir al supermercado. Aseguró que hoy reparte su tiempo entre “militancia, familia y trabajo” y que en lo económico no sintió el impacto porque el municipio no paga a los funcionarios grandes sueldos. “Algunos creen que la política es un trabajo, pero salvo que seas legislador, en el resto de los cargos es más lo que perdés que lo que ganás”, señaló Martini.

Sí la afectó en cambio la pérdida de poder, y la influencia en la toma de decisiones a nivel municipal.

Dijo haberlo vivido como “un cambio muy abrupto”. Según sostuvo, salir de esa responsabilidad “es como sacarse muchos problemas de la espalda”, pero justamente por haber experimentado esa situación es que no le sale “salir a criticar” cuando hay conflictos en el municipio.

Un caso muy distinto es el de Hugo Castañón, quien volvió al llano en 2013 y hoy reparte su tiempo entre la presidencia de Angostura Video Cable (una empresa de la CEB) y un emprendimiento cervecero que montó junto a su hija.

Castañón dijo que le quedó la frustración de no poder ser intendente (fue candidato en 2007 y perdió con Alberto Icare) y coincidió con Martini en que las responsabilidades públicas le resultaron “una mochila pesada, que se padece más de lo que se disfruta”.

Dijo por ejemplo que se perdió muchas cosas, entre ellas el bautismo de su hija, que coincidió con una convención partidaria.

Sin embargo algún atractivo le encontró, porque llegó a acumular 25 años como funcionario entre un paso inicial por la dirección de juntas vecinales y varios mandatos posteriores como concejal, legislador y diputado nacional.

“Yo no extraño nada porque el poder no era de uno, así lo sentí” aseguró Castañón. También habló de la cuestión económica: “lo que gano ahora con dos trabajos no se compara con lo que ganaba como diputado nacional, pero uno no se enriquece. En ese momento el 50% de la dieta se me iba en hacer política. Hay muchas reuniones, viajes, estructura. Hoy no tengo ese gasto”.

El impacto de salir de la escena sin dudas se siente, y cada uno lo asimila a su manera.

A pesar de que casi todos hablan de las penurias y sinsabores que les deparó el cargo público, pocos se negaron a buscar nuevos períodos y mandatos.

De hecho, cuatro de los exintendentes hoy retirados (Miguel, Cascón, Martini y Darío Barriga) postularon a la reelección y fracasaron en el intento.

Entre los partidos minoritarios uno de los fenómenos más llamativos fue el de Claudio Lueiro (quien no atendió los llamados de DeBariloche), referente principal durante años del Partido Provincial Rionegrino, quien logró permanecer tres períodos consecutivos en la Legislatura provincial.

Alfredo leiva

Volver o no
es la cuestión

Aunque casi todos hablan de las penurias y sinsabores que les deparó el cargo público, pocos se negaron a buscar nuevos períodos y mandatos.

María Martini

PJ

Exintendente.

Mantiene un cargo de planta en el ministerio de Desarrollo Social y hoy está “en comisión” en la Legislatura.

Marcelo Cascón

UCR

Exintendente, ex concejal y exfuncionario provincial, hoy es asesor en la Legislatura.

También representa a nivel local una agencia de turismo de Buenos Aires.

María “Chiche” Costa

PJ

Exintendente y exlegisladora.

Ya jubilada se volcó a los tapices y a estudiar angelología.

César Miguel

PJ

Exintendente, exedil y exlegislador

Actualmente se dedica a su oficio original de constructor.

Omar Goye

PJ

Exintendente destituido en 2013.

Contador, hoy está preso en la cárcel federal de Esquel por la defraudación del policlínico Arbos, cometida en 1999.

Adolfo Fourés

SUR

Exsecretario de Gobierno de Icare.

Es licenciado en Ciencias Políticas y dicta Historia y Educación Cívica en la escuela media.

Hugo Castañón

UCR

Excandidato a intendente, exedil, exlegislador, exdiputado.

Hoy preside Angostura Video Cable (de la CEB) y con su hija montó una cervecería.

Presentes diversos

Datos

Nadie se retira del todo de la política, pero los exintendentes tienen distintas perspectivas sobre su propio futuro en la materia.
Martini dijo que no evalúa por ahora volver a competir por un cargo, pero sigue con ganas de “modificar las cosas que están mal” y por eso no lo descarta. Trabaja activamente en Centro País y participa de la vida interna del PJ: “Estar en política no es sólo tener un cargo, lo decía antes y lo creo ahora”, aseguró.
Fourés recibió propuestas para volver a la gestión municipal pero “no muy formales” y dijo que por ahora no tiene interés.
Castañón está seguro de que no reincidirá y que su etapa “ya pasó”. Cascón aseguró que no dejó de hacer política (milita en “cambio radical”) pero “hoy por hoy” sólo piensa en consolidarse en sus actuales tareas .
Miguel, en tanto, cree que su paso por las responsabilidades de gobierno quedaron atrás y es tiempo de que “los más jóvenes empiecen a protagonizar”.
Aunque casi todos hablan de las penurias y sinsabores que les deparó el cargo público, pocos se negaron a buscar nuevos períodos y mandatos.
Uno de los exintendentes que menos dificultades encontró para encontrar una nueva ocupación fue Atilio Feudal. En 2002, después de su renuncia como mandatario municipal, comenzó a trabajar como gerente del casino local y continúa hasta hoy. No pudo ser contactado para esta nota porque se encuentra de viaje.
Otro que tuvo un final de gestión traumático fue Omar Goye, destituido por referéndum en abril de 2013. En aquel momento Goye volvió a ponerse al frente de su estudio de contador, hasta que fue juzgado y condenado por la defraudación del policlínico Arbos, cometida en 1999.
Hoy está preso en la cárcel federal de Esquel y comparte ese destino con dos sindicalistas de alto perfil que también tuvieron cargos públicos: Walter Cortés fue legislador provincial y Ovidio Zúñiga, quien también fue legislador y luego diputado nacional.

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