María Sol Ungar, la neuquina que diseña ropa para ciegos

Elegir qué ropa ponerse plantea un desafío para las personas ciegas o disminuidas visuales. Los diseños exclusivos de María Sol tienen detalles táctiles que les permiten autonomía y brindan opciones variadas para vestirse.

Hace unos días recibí información sobre una diseñadora neuquina que viste a personas no videntes y con visión reducida. Y me pareció una genialidad y una rareza. Así llegué a María Sol Ungar para saber sobre su emprendimiento, que me resulta brillante e innovador.

Y porque tuvimos buena onda, seguimos en contacto toda la semana y me mandó un mail con más información y algunas fotos. Y así, porque el mundo es un pañuelo, una foto me revela que ella es Solcito, y que la conocí cuando tenía un año. Recuerdo que en mi cabeza adolescente su mamá, Cecilia, era un titán que con apenas un par de años más que yo ya se ocupaba de una hija, estudiaba, trabajaba, vivía sola. Y tenía una calidez inmensa.

Neuquina, de 28 años, María Sol Ungar está en Buenos Aires desde el 2013. “Cuando terminé de rendir, más o menos al mes, agarré mi tesis, unas mudas de ropa, una plata ahorrada y me vine”, cuenta. “Me costó tres años de vivir de prestada, conseguir trabajos malos y temporales, hasta estabilizarme y decidir sacar el proyecto. En estos tres años, además, recorrí seminarios, cursos y todo el arte que pudiera consumir, así como lugares con personas con discapacidad visual en donde me dejaran contar mi idea”.

De a poco su universo pareció acomodarse y este año registró su marca Sónar, cuyo nombre surgió de la identificación de las personas ciegas con la ecolocalización, a modo de radar, como los murciélagos.

“Sónar propone prendas con diseño de autor, prendas urbanas que tienen un diseño morfológico y la información necesaria para que las personas ciegas puedan acceder a las tiendas o vestirse en sus casas sin el asesoramiento de personas videntes”, define Sol.

P- ¿Por qué discapacidad visual?

R- Para la tesis, teníamos que resolver alguna problemática con la indumentaria y traté de indagar qué podía hacer por fuera de talles especiales, que no está resuelto pero siempre surge eso. Me interesé en la discapacidad… mi mamá es profe en la Escuela Especial 3. Quería hacer indumentaria para discapacidad motriz, movilidad reducida, pero era un desafío textil que no podía abordar desde Neuquén y que no tenía el capital para resolver. Y desde ahí me embarque en discapacidad visual hasta hoy.

P- ¿Cómo fue tu experiencia con los discapacitados visuales? ¿Sus necesidades eran las que vos suponías al momento de empezar tu tesis?

R- Cuando decidí hacer mi tesis para ciegos yo tenía una óptica de lo que necesitaban, pero recién cuando me metí en el campo, en la Escuela Especial Nº 7 de Neuquén, empecé a descubrir cuál es la necesidad real. Yo pensaba que su conflicto era el acceso a la prenda con el cierre atrás o con botones atrás, pero eso lo desarrollan con el mismo mecanismo que nosotros cuando vamos creciendo, sólo que no lo ven. La problemática para ellos era otra, como ir a comprar o cómo vestirse solos sin necesitar de alguien que vea. Una vez en Buenos Aires, me acerqué a la Biblioteca Nacional para Ciegos y empecé a tener amigos allí y pude charlar y romper la barrera de miedo que a veces tenemos sobre cómo les hablamos, cómo nos relacionamos. Entonces, cada vez que tengo una consulta sobre cómo haría yo una cosa y quiero saber el mecanismo de las personas con discapacidad visual, les pregunto y en la medida de eso también va evolucionando lo que propongo.

P- ¿Cuál es la particularidad de tus diseños?

R- Las prendas que hago tienen información en sistema braille que las ropas hoy no poseen, y no sólo es el talle y el color, sino también cómo cuidar una prenda. Si bien eso está en braille, estoy estudiando la posibilidad de usar símbolos simples y difundirlos, porque eso unificaría a los que ven y a los que no ven en un lenguaje simple. Yo juego en las prendas con algunas estampas que sean táctiles, juego bastante con las texturas. Las prendas tienen recortes para pasar la mano y disfrutar del diseño y algunos bolsillos particulares para el bastón o la pizarra. Para los que vemos es parte del diseño, no es algo que sobresalga, porque no es una ropa pensada para la discapacidad sino ropa de diseño pensada para la inclusión.

P- ¿Cómo es tu realidad hoy?

R- En Buenos Aires tengo muchas más herramientas que en Neuquén, como gráficas en braille, personas ciegas hermosas que me acompañan y me ayudan en todo… Pero no cuento con el capital, entonces trabajo muchas horas en un trabajo formal para bancarme y bancar mi proyecto, así que es poca la tirada de prendas que logro sacar por ahora. Estoy intentando armar un stock en un tallercito en mi casa. Ahí maquetizo lo que quiero hacer y estoy tratando de ponerme firme con algún taller que lo pueda desarrollar bien.

P- ¿Cómo hago yo o la gente interesada para comprar tu ropa?

R- Podés venir y ver la ropa que tengo. Ahora estoy largando una campaña de remeras; me decís que querés, dónde vivís y yo te lo envío. Promociono todo por Facebook. También tengo Twitter e Instagram. Pero ahora estoy en desarrollo de una página web accesible con un programador, que es mi pareja, con un familiar que es diseñador audiovisual, y estamos por juntarnos con un programador ciego. Con ese equipo queremos hacer una página también de inclusión, porque va a ser accesible pero también va a ser visual. Y la idea de eso es hacer e-commerce, que vos puedas con un carrito comprar lo que te guste.

Sin dudas este ha sido un año bisagra para Sol. En julio fue nominada en el concurso de emprendedores #Potenciate del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. En septiembre fue invitada a participar de un desfile de modas a beneficio de la asociación civil Tiflonexos en el hotel Sheraton de Buenos Aires. Además hay un proyecto para que su emprendimiento sea declarado de interés en la Cámara de Diputados de la Nación y en el Deliberante neuquino.

Melina, experiencia

en primera persona

Melina Brea Martino es amiga de Sol y usuaria de Sónar. “Me divierte el tema de la ropa, me gusta estar a la moda. Pero siempre me encontré con tener que estar muy atenta a detalles particulares de la ropa para no confundirme. Y cuando vi las prendas que nos mostró Sol pensé: qué buena idea, con algo tan sencillo como puede ser un detalle que hasta visualmente queda lindo a nosotros se nos solucionarían todas esas cuestiones. Con un bordado podemos distinguir de qué color es cada prenda sin tener que depender de alguien que tenga ojos”, explica.

Melina participa de un coro y el mes pasado viajó a cantar a Brasil. Con la consigna de vestirse de blanco, fue a ver a Sol y le pidió una remera que tuviera estampado el nombre Coro Preto en sistema braille. “Para mí llevar esto era toda una emoción, porque era mi remera con un distintivo que yo podía tocar con mis manos y saber qué decía”.

“Muchas veces llevamos ropa con inscripciones en otros idiomas o con logos y dibujos y no entendemos el significado. Entonces no hace falta que la gente que ve entienda el braille; es otra forma de decorar la ropa o resaltar alguna particularidad y que quede como una prenda de autor que para el común de la gente es algo con onda, mientras para nosotros implica mayor independencia”, concluye Melina.

“No es una ropa pensada para la discapacidad,
sino que es una
ropa de diseño pensada para la inclusión”,

aclara Sol sobre el modo en que visualiza un modelo y lo lleva a la tela.

Las prendas de Sónar son táctiles: tienen botones, volados, telas engomadas e inscripciones en braille hechas con tachas, canutillos o perlas.

Karina y las dificultades a la hora de vestirse

Karina Bompadre es roquense y tiene 33 años. Estudia inglés e italiano, hace natación y le gusta vestirse bien. Su placard está dividido en sectores: prendas de uso diario, ropa para salir, remeras…

Nos cuenta que para ella lo más difícil es combinar los colores. Si bien tiene un lector que al pasarlo sobre la tela le dice de qué color es, ella no sabe de combinaciones ni cómo le queda la ropa. “Para distinguir el derecho y el revés yo me fijo con las manos: la costura va para adentro. Y para distinguir adelante de atrás toco la etiqueta”.

Cuenta que cuando iba a bailar dejaba el bastón en el guardarropas, pero lo ideal es tenerlo a mano, en caso de necesitarlo. Además del temor a perderlo.

La propuesta de Sol le parece genial ya que iguala las posibilidades de quienes ven y quienes no. “Que esté la ropa en braille sería mucho más fácil, nos reayudaría”.

Recortes y tachas en una remera supermoderna.

La inscripción en braille hace único este vestido.

Datos

“No es una ropa pensada para la discapacidad,
sino que es una
ropa de diseño pensada para la inclusión”,
Las prendas de Sónar son táctiles: tienen botones, volados, telas engomadas e inscripciones en braille hechas con tachas, canutillos o perlas.

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