#CubaEnAuto (Segunda parte): música, playa y contradicciones

La seguridad y la educación pública son el orgullo de la isla, donde los turistas gozan de privilegios que son imposibles para los locales.

 

 

 

#CubaEnAuto (Segunda Parte)

“Entre más observas el mundo, más reconoces que las personas valoran las cosas de forma diferente”, decía una publicidad en Bogota, en la escala del vuelo hacia La Habana. Y lo recordé varias veces mientras manejaba por Cuba.

A lo largo del recorrido conversé con unos 50 locales que hacían dedo -“hacer botella”, le dicen- en la ruta. Varios llevaban horas esperando el transporte y ofrecían pagar. Sus posturas sobre el país eran contradictorias, pero había coincidencias: celebraban la seguridad, la educación pública y la cultura, y cuestionaban la falta de libertades y la pobre economía, más precaria aún en las zonas alejadas del turismo.

Lo mismo sucedió hablando con locales en playas, comercios y calles. Y por ahí va el pulso de las instantáneas de esta segunda parte del viaje. Tras dejar atrás La Habana y Playa Girón (Ver Primera Parte), ahora serán más de 1.300 kilómetros desde Cienfuegos hasta La Llanita.

~ Recorrido ~
Trinidad Camaguey Holguin Cienfuegos Llanita Guardalavaca Baracoa Santiago
 
~ Cienfuegos ~
Cienfuegos
Juan Ignacio Pereyra

 

El último sábado del mes funciona un mercado en el centro de la llamada “Perla del Sur”, a 80 kilómetros de Playa Girón. Salimos temprano a las calles céntricas: están repletas. Se vende: ron, tragos, zapatillas, medias, ropa interior, recuerdos, cepillos de dientes, jabón. Unas 30 personas se amontonan en un puesto donde un hombre troza un cerdo entero y arma sándwiches. Pintores abren sus casas y ofrecen su arte. Y, como en todo el país, ocurren dos cosas que son extraordinarias en América Latina: 1) La inseguridad parece inexistente para los turistas, que andan con sus cámaras de fotos a cualquier hora y por cualquier rincón, por más oscuro que sea. También, suben al primer taxi que encuentran. 2) En plazas y frente a grandes hoteles se hace evidente la transformación: gran cantidad de gente con modernos celulares y tabletas buscando Internet. Es caro (U$S1,50 la hora) y muy lento. Pero como el agua ante un dique de piedras, el capitalismo se va filtrando en la cotidianidad.

Cienfuegos
Juan Ignacio Pereyra

 

Cienfuegos
Juan Ignacio Pereyra

 

Cienfuegos
Juan Ignacio Pereyra

 

Cienfuegos
Juan Ignacio Pereyra

 

Cienfuegos
Juan Ignacio Pereyra

 

Cienfuegos
Juan Ignacio Pereyra

 

 
~ Trinidad ~
Trinidad
Juan Ignacio Pereyra

 

Saliendo de Cienfuegos aparecen grandes edificios. “Son viviendas sociales muy buenas”, me cuentan. Más de un país latinoamericano las envidiaría. Unos 83 kilómetros después llegamos a Trinidad. Su centro colonial es admirable: de los que mejor se conservan en el continente. Calles adoquinadas, venta de arte y bares modernos donde extranjeros bailan con locales. Fuera del circuito turístico aparecen calles de ripio y casas precarias. La amabilidad del centro se diluye en los alrededores: se respira indiferencia y hastío ante turistas que, con sus cámaras, a veces se exceden en una especie de safari.

Cenamos cerca de la Casa de la Trova. Un músico hace covers de Silvio Rodríguez y Pablo Milanés. Se acerca a la mesa. Hablamos. Retoma el show entonando “Yolanda”, pero usa el nombre de mi mujer. Y vuelve, sonriendo y con la gorra. Vamos a otro bar: pido un ron Santiago, mi mujer -mal del estómago- prefiere té. No hay. Preguntamos si pueden traer agua caliente para hacer té con las hojas de la planta de menta que decora la mesa. Nos miran raro. Dicen que sí. De regreso en la casa, la señora comenta que, por 2 dólares, el vecino puede cuidarnos el auto durante la noche. Me parece que no hace falta, que es seguro. “Como tu quieras, pero acá nunca se sabe”, sugiere. Pago.

Trinidad
Juan Ignacio Pereyra

 

Trinidad
Juan Ignacio Pereyra

 

Trinidad
Juan Ignacio Pereyra

 

Trinidad
Juan Ignacio Pereyra

 

 
~ Camagüey ~
Camaguey
Juan Ignacio Pereyra

 

Viajar es descubrir lugares, costumbres y gente. Como una pareja sueca con la que compartimos casa en Camagüey, a 260 kilómetros de Trinidad. Él: tatuador, cada centímetro de piel a la vista lleno de tinta, bigote rubio estilo Hulk Hogan, y el dedo índice derecho rebanado por un accidente. Ella: peluquera, cabeza rapada con mechones largos amarillos y rosas.

-Fueron al cementerio de Camagüey -pregunta él.

-No… ¿Tiene algo especial? -me intereso.

-Cada vez que visito un lugar me encanta ir al cementerio.

-Ah… ¿y cuál es tu favorito?

-El de Recoleta, con la tumba de Evita.

Camaguey
Juan Ignacio Pereyra

 

Camaguey
Juan Ignacio Pereyra

 

Camaguey
Juan Ignacio Pereyra

 

Camaguey
Juan Ignacio Pereyra

 

 
~ Santiago de Cuba ~

 

 

La única vez que usamos Tripadvisor como referencia terminamos en un restaurante que ya no existe. Nos perdemos por la oscura Santiago. Aparece una escalera iluminada. En la terraza encontramos a los suecos: recién habían llegado desde Camagüey -sin auto, demoraron doce horas-. Cenamos. Vamos a la Casa de las Tradiciones. Un cubano grandote, con la camiseta de Neymar del Barça, se luce bailando con la sueca. Pícaro, divertido, se acerca: “¡Qué buena está la sueca!”, dice, agitando la mano. Le comento que estamos todos juntos. Larga una carcajada.

Vamos a Claqueta, otro bar de música cubana. El grandote nos acompaña; pregunta si le pagamos la entrada, porque él no puede. Patio al aire libre: locales bailando con turistas. En la barra, de pronto, una morena me pregunta de qué parte de Argentina soy y, sin rodeos, dice: “¡Qué guapo! ¿Tienes novia?”.

-Estoy casado -sonrío.

-¡Ay! ¿Y la dejaste en Argentina?

-No, no, está ahí -digo, y con el mentón apunto a la mesa.

-Qué lástima… ¿Y si la mandas a dormir? Podemos pasar una noche divertida… Todo.

-¡¿Eh?!

-Todo, en la cama doy todo…

Pago las cervezas y vuelvo a la mesa. Mi mujer, los suecos y el grandote bailan. La morena observa la escena, como verificando mis respuestas.

Santiago de Cuba
Juan Ignacio Pereyra

 

Santiago de Cuba
Juan Ignacio Pereyra

 

Santiago de Cuba
Juan Ignacio Pereyra

 

Santiago de Cuba
Juan Ignacio Pereyra

 

Santiago de Cuba
Juan Ignacio Pereyra

 

Santiago de Cuba
Juan Ignacio Pereyra

 

Santiago de Cuba
Juan Ignacio Pereyra

 

Santiago de Cuba
Juan Ignacio Pereyra

 

Santiago de Cuba
Juan Ignacio Pereyra

 

 
~ Baracoa ~
Baracoa
Juan Ignacio Pereyra

 

De Santiago a Baracoa la ruta alterna entre pozos enormes y animales sueltos. Los 250 kilómetros demandan más de 4 horas. Buscamos hospedaje en el malecón. Un joven en bici nos persigue: por U$S20 una “prima” ofrece habitación frente al mar. Vamos: primer piso, sencilla, pequeña, acogedora. La “prima” pide U$S25. “El muchacho dijo que eran 20”, comento. “Bueno, 20”, acepta,relajada, con un loro sobre su hombro. Los tres días que pasamos ahí no insiste en vendernos desayuno, cena, excursiones, ni nada. Placer.

En el centro de Baracoa hay lindísimas galerías de arte y una cautivadora Casa de la Trova, por lo genuina. En este santuario de la música cubana vemos bailar a adultos con niños. “Soy Alberto”, se presenta un señor, amable. Charlamos. Dice: “Un pecado universal, junto con robar y mentir, es el reggaetón. Es la maldición del Caribe”. Sigue: “Si tu vas a Varadero, Guardalavaca o Cayo Coco, mejor no digas que has venido Cuba, ¿para qué? Estar en esos hoteles es como estar en Europa. Allí no tienes contacto con lo cubano, con su cultura, con su vida. Acá sí”. Recomienda caminar dos cuadras hasta ver una terraza muy iluminada: “Pizza buena y barata. Ahí vamos los locales”. Por U$S3 cada uno cenamos con cerveza.

Baracoa
Juan Ignacio Pereyra

 

Baracoa
Juan Ignacio Pereyra

 

Baracoa
Juan Ignacio Pereyra

 

Baracoa
Juan Ignacio Pereyra

 

Baracoa
Juan Ignacio Pereyra

 

 
~ Playa Maguana ~

A media hora de Baracoa está Playa Maguana: hermosa, tranquila, se extiende unos dos kilómetros. Caminando por la arena conozco a Max, un francés que recorre Latinoamérica comprando esmeraldas para venderlas en Europa. “Me encanta Baracoa y que casi no hay drogas”, dice. Después me muestra un video donde una señora comenta: “Acá hay que cuidarse al hablar, el Gobierno está en todos lados”.

 
~ Guardalavaca ~
Guardalavaca
Juan Ignacio Pereyra

 

Otro camino en pésimo estado: 6 horas para hacer los 250 kilómetros desde Baracoa hasta Guardalavaca. El anzuelo: “las mejores playas”. Cerca del mar solo hay hoteles 5 estrellas, desde U$S140. Optamos por una casa sobre la ruta. A la noche vamos a La Rueda, un bar entre resorts. Zona mixta donde se mezclan jóvenes cubanas y turistas mayores con dinero. Unos buscan lo que a otros les sobra, y viceversa. Dos italianos y un estadounidense bailan con tres cubanas que difícilmente tienen más de 18 años. La mañana siguiente sale el sol: una playa de postal, familias, niños, un paseo de artesanos, vendedores ambulantes. Pasado el mediodía nos vamos. En una estación de servicio cargo nafta común: en lugar de U$S0,90 el litro, me cobran U$S1. Pregunto por qué. “Los turistas tienen que usar nafta especial, que cuesta U$S1,20”. Hago la cuenta: ahorro U$S6, al playero le quedan U$S3 a favor.

Guardalavaca
Juan Ignacio Pereyra

 

Guardalavaca
Juan Ignacio Pereyra

 

Guardalavaca
Juan Ignacio Pereyra

 

Guardalavaca
Juan Ignacio Pereyra

 

Guardalavaca
Juan Ignacio Pereyra

 

 

Juan Ignacio Pereyra

 
~ Holguín ~

Apuntamos hacia playa La Herradura. En la ruta preguntamos si vamos bien. Una mujer con dos niñas dice que sí, y nos pide que la llevemos. Cuando está subiendo, un hombre surge de la nada y también entra al auto: “Voy a Holguín”, dice. Silencio. La mujer se baja al ratito. “Soy Mikael, estoy volviendo del trabajo. Salgo de casa todos los días a las 5 de la mañana”, se presenta, y nos acompaña 40 kilómetros. Nos invita a lo de sus abuelos a comer cordero y a montar a caballo. “Sin pagar nada”, aclara. Nos gustaría pero tenemos otro plan. “Tengan cuidado al subir gente al auto. Pueden tener un cuchillo y te lo ponen acá”, dice, y desde el asiento trasero estira el brazo y pasa su dedo índice por mi cuello. “Para Holguín, sal aquí, a la derecha”, dice. Lo hago pero me doy cuenta de que no es la bajada al centro. Retomo. “Podemos almorzar en lo de mis padres”, insiste. Decimos que no. Mikael alza la voz: “En Holguín no van a encontrar nada abierto”. Me detengo en una avenida donde hay bastante gente. Mikael dice que vayamos con él. Le digo que no, que ahí me quedo; y que, por favor, él también baje del auto.

 
~ Punta Tomate ~

Salimos de Holguín hacia La Herradura. Sobre la ruta paramos en un puesto a probar el famoso guarapo -jugo de la caña de azúcar-. Además, comemos 2 empanadas -coco y guayaba- y 3 barras de cereales (U$S1). A la vendedora, que es simpática, le comento que los locales son muy amables. “Los cubanos atienden mejor a los turistas que a los propios cubanos”, opina. Aconseja ir un poco más adelante de playa La Herradura y llegar a Punta Tomate. Ahí vamos. La bahía es amplia y hermosa. Ni bien pisamos la arena blanca aparece un cubano buena onda: “Soy Leiker, soy sastre”. Me regala un coco, nos invita a una fiesta y nos presenta a una señora que alquila habitaciones en Puerto Padre, el pueblo más cercano, a unos 40 kilómetros. Están con un grupo de 15 personas: una pareja canadiense con su hijo, varios italianos y algunos cubanos. “Son todos de habitaciones distintas pero acá vinimos juntos: somos familia ahora”, dice Leiker. Empieza a llover. Levantamos campamento y nos vamos. Antes, hacemos una foto con Leiker.

 
~ La Llanita ~
La Llanita
Juan Ignacio Pereyra

 

Por la misma bahía llegamos a playa La Llanita. Charlamos con una pareja: él de 30 años, ella 21. Tienen dos hijos. Dicen que la vida en Cuba es difícil. Que hace poco fueron por primera vez a La Habana: viajaron 12 horas por la noche, pasaron el día y se volvieron. Que les pareció muy caro: gastaron 140 dólares. Que eso lo ganó él con sus negocios: “Sin meterme en problemas”. Que varios amigos se fueron del país. “Dos se fueron por tierra, vía México. Es una ruta peligrosa. Llegaron bien pero aún no consiguieron trabajo. Otro se fue antes. En Miami cobra U$S12 la hora, que es lo que acá gana mucha gente al mes. La diferencia todos la hacemos por afuera”, dice él. “Si protestamos, los policías se visten de civil y nos enfrentan. Después dicen que no fue represión sino que el pueblo respondió”, dice. Recomiendan el dúo rapero “Los aldeanos”, popular por sus canciones de protestas en la última década. Digo que en la isla también hay cosas positivas. Asiente: “Sí. Todos valoramos mucho la seguridad. Puede haber algún robo o asesinato pero casi nunca queda impune. Si el problema es con un turista, se averigua aún más rápido”. ¿Qué harán? Dudan, pero eligen su tierra: “Acá está la familia, y lo importante son los afectos. Aunque no se pueda tener tanto. Ojalá mejore”. Al final, dormimos en una casa sobre la playa, con una familia acogedora. El sonido del mar entra por la ventana y reina la tranquilidad.

La Llanita
Juan Ignacio Pereyra

 

La Llanita
Juan Ignacio Pereyra

 

La Llanita
Juan Ignacio Pereyra

 

 

¿Querés ir? Lo que tenés que saber:

Lo mejor: escuchar música en Casa de la Trova, Casa de la Música o Casa de las Tradiciones. Genuinas, siempre la pena visitarlas y están casi todos los lugares.

Dato: el turismo explotó en los últimos años. Cuba superó en 2016 por primera vez los 4 millones de visitantes, y este año se espera que crezca aún más.

Vuelos: desde Viedma/Neuquén a La Habana, a partir de 18.000 pesos.

Moneda: conviene llevar euros. U$S1=1 CUC (peso convertible cubano)=26,5 CUP (pesos cubanos). Atento: las monedas y los billetes cubanos se confunden fácil y se puede perder mucho en un vuelto.

Visas. La Tarjeta de Turista se saca en el día en la Embajada de Cuba en Bs.As: (11)4782-9049 / embacuba@arnet.com.ar. Consultar por otras opciones.

Recorrido: La Habana, Playa Girón (Nota I); Cienfuegos, Trinidad, Camagüey, Santiago de Cuba, Baracoa, Guardalavaca, La Llanita (Nota II); Cayo Coco, Santa Clara, Viñales, Cayo Jutías (Nota III).

Kilómetros: 3.300 en 21 días

Auto. Sin alquilar vehículo es imposible hacer este recorrido -además de las escapadas- en tres semanas. El transporte público apenas funciona.

Rutas: gran parte en mal estado. De noche hay poca o ninguna iluminación.

Dormir. En casas particulares (tienen un logo azul que las identifica) desde 20-25 dólares por noche para 2 personas.

Desayunar: desde 5 dólares las casas particulares sirven desayuno.

Comer: desde 5 dólares por persona. Los paladares (restaurantes) para los locales son más económicos.

 

Texto y fotos de Juan Ignacio Pereyra

Datos

“Entre más observas el mundo, más reconoces que las personas valoran las cosas de forma diferente”, decía una publicidad en Bogota, en la escala del vuelo hacia La Habana. Y lo recordé varias veces mientras manejaba por Cuba.

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