Créditos para amigos del Estado: proyectos, costos inflados y también coimas

Las artimañas para obtener los créditos del Iadep, las escandalosas decisiones para favorecer a los morosos y licuar sus deudas y la indolencia de legisladores, jueces y fiscales.

ÍTALO PISANI ipisani@rionegro.com.ar – JAVIER LOJO jlojo@rionegro.com.ar – Redacción Central

Zona de Investigación | Primera Parte: “Créditos para amigos del Estado: un daño millonario que sigue impune en Neuquén”

Un profesional que conoció de cerca la ingeniería de los proyectos para obtener créditos admite que hubo “un gran negocio de sobreprecios”.

En los planes que se presentaban, “la tierra era más cara de lo que en realidad valía. También el riego, el desmonte, los postes, alambres, las plantas… Había proyectos muy prolijos, bien presentados desde el punto de vista técnico-económico… pero inflados”.

Y da otro dato: “Hubo quienes presentaron solicitudes en el Iadep que fueron aprobadas, pero no concretaban nada. Luego, en un mercado paralelo, se vendían los proyectos aprobados”.

¿En cuánto se calculaban los sobreprecios? “Del a10 al 20%”, estima un testigo del desarrollo de uno de los emprendimientos.

Recordaba que los planes debían ser visados por el INTA. Uno de los firmantes de tales certificaciones llegó a ser beneficiario de uno de los créditos del Iadep para un gran invernadero. Luego incursionó en vides y cerezas.

“Una inmensa mayoría inflaba los costos para que el crédito cubra el 100%”, reconoce el exdirectivo del Iadep consultado. Ratificó que en el armado del proyecto estaban los sobreprecios.

El manejo discrecional del organismo sólo podía ocurrir con directrices desde la cúpula, un directorio laxo y una Legislatura con pocas ganas de controlar.

El recuerdo del exfuncionario sobre ese punto fue muy gráfico: “En el 2000, tras asumir Sobisch con la idea de limpiar al Iadep, pusieron a cuatro muchachos que daban lástima y enviaron a la Legislatura sus antecedentes, que casi no tenían. Por ejemplo, uno había puesto su experiencia como soldador. Lo aprobaron y allí quedo.”

¿Había coimas?, preguntó “Río Negro”.

“Por supuesto. Para tener un crédito te decían: ‘tenés que concurrir a tal consultora, que te preparan las carpetas’ y se canalizaba de esa manera”.

“La realidad es que te daban el crédito y le sacaban una guita” ¿Un 10%?, preguntamos. “Un 10 y un 15 también”. Dijo sin rodeos: “Para entrar al crédito normalmente había que dejar una coima”.

Cosas muy raras

Unos pocos legisladores de la oposición empezaron a advertir cosas raras con los créditos. Se concentraron en ese pool de empresarios y descubrieron también a hombres muy cercanos al poder. Por ejemplo a Nueva Aurora, una estancia del fallecido Carlos “Nuno” Sapag. También a Fox Petrol, de familiares del extitular de Energía, Ricardo Rodríguez Álvarez. Y a Medicina XXI, de los Lazcano padre y el hijo que –para mayor escarnio– era titular de Iadep y lo fue de Rentas.

Igualmente generó polémica el préstamo a Cofruva, del entonces titular de la UCR, Carlos Vidal, que en 2001 obtuvo más de 3 millones en tiempo récord y en 2006 refinanció su deuda de casi 29 millones. Vidal estuvo asociado al exministro de Hacienda Alfredo Pujante en Bodega del Añelo a cambio del aporte de 50 hectáreas. Finalmente vendió la firma a un grupo chileno.

Frente al hermetismo que por años reinó alrededor de los montos y destinos de los créditos del Iadep, surgían más datos a cuentagotas. Por ejemplo, que uno de los beneficiarios importantes era Bodega Langber, que se presumía propiedad del exministro sobischista Alfredo Esteves, antes de que se vendiera al abogado Fernando Muñoz de Toro. Ese vínculo, sin embargo, fue desmentido por los exdirectores de la sociedad, los vecinos cipoleños Carlos Lombardi y Ana Rita Coccia, ante la sospecha de que se tratara de testaferros.

Hubo otros préstamos que levantaron polvareda. Como el asignado a Enrique Maffrand, un exfuncionario de Acción Social obligado a devolver más de 8 millones al Estado por irregularidades de su gestión. O el de Harvest SA, que también se atribuía a Alfredo Pujante y el de AEG, de Adolfo Grittini.

No todos los proyectos que se presentaban para obtener un crédito del Iadep eran un dechado de pulcritud. “Había propuestas comerciales que fallaban muchísimo. No había planos, cálculos, estudios de mercado, flujos de caja… Así y todo se dio dinero”.

El colmo fue uno que hizo soltar carcajadas entre los miembros del directorio. “Era uno que decía: necesito tantos pesos para una fábrica de chacinados; y algunos renglones más. Era todo”.

Más maniobras vergonzosas

Mientras tanto, productores de distintas regiones de la provincia se quejaban por la discriminación y las demoras en los desembolsos.

Llegó un punto en que la Legislatura atinó a decir basta. Fueron días de presiones que desembocaron incluso en violencia. Ocurrió en setiembre de 2001, días después que piquetes de una multisectorial sitiaron Zapala por un fondo de reparación histórica. La Cámara votó por reformular el Iadep y asegurarle fondos para que haya un reparto más equitativo y regional. Además, se obligó a hacer un control de los créditos otorgados y se suspendieron 37 millones ya aprobados para El Chañar III, lo que puso nerviosos a empresarios beneficiarios, que ejercieron fuerte presión sobre intendentes y legisladores en el recinto mismo. Y acompañaron una manifestación de 400 trabajadores, que tenían el guiño de funcionarios, y que culminó con la rotura de vidrios y las puertas del edificio legislativo quemadas.

Pese a tanta pirotecnia, las cosas siguieron igual o peor en el Iadep. El directorio del organismo autorizó la pesificación de los créditos, que licuó las deudas a los grandes beneficiarios. A éstos, además, se les seguían dando más préstamos.

Por si fuera poco, en 2002 estalló el escándalo de la cámara oculta a Sobisch, en la que el exlegislador Jorge Taylor lo acusó de cohecho a cambio de su presencia en la votación de las ternas de Tribunal Superior de Justicia. Y el Iadep estuvo bien en el medio: Taylor lo definió como la ventanilla de donde saldría el dinero para la compra de voluntades.

Dos cosas más bochornosas faltaban ocurrir para confirmar el privilegio de los amigos del poder y sus deudas licuadas:

• La megamoratoria: Fue aprobada en julio de 2004 por oficialistas y aliados en la Legislatura. El perdón masivo se lanzó para intentar recuperar una cartera morosa de más 241 millones de pesos correspondientes a 4.100 deudores, entre los que figuraban políticos, magistrados y empresarios. Facilitaba refinanciaciones, disponía quitas del 50% a quien pagara al contado, le permitía al moroso seguir operando con el BPN pagando sólo el 30% de la deuda; en fin…

• La gran refinanciación de 2006: Sobisch ordenó reprogramar las gigantescas deudas con el Iadep de los bodegueros más prominentes: Viola (Fin del Mundo), Schroeder, Focaccia (NQN), Muñoz de Toro (Valle Perdido), Grittini (AEG), Vidal (Bodegas del Añelo), Harvest, etc. La tasa de interés pasó de 8 al 5% anual (fija durante cinco años). La amortización saltó de 10 años (más 2 de gracia cumplidos) a 20 años. Y se establecía un régimen promocional de descuentos con el pago. Mejor, imposible. Esta escandalosa refinanciación, resistida por el Tribunal de Cuentas de la provincia, tomó forma con la Resolución 015/2006, que reestructuró 403.249.567,41 pesos en créditos, el 65 % de la cartera crediticia disponible del instituto. (Ver la lista de los mayores beneficiarios).

Los pocos que denunciaban

En la Legislatura, apenas un puñado de legisladores provinciales y nacionales intentó conocer la verdad (Massei, Romero, Duzdevich, Villar, Radonich, Kogan, Kreitman, Inaudi y algunos pocos más).

Otros alzaron sus voces, “pero a la hora de los bifes, nada”, se lamenta uno de los diputados más tenaces.

A Aldo Duzdevich (PJ) tuvieron el tupe de decirle: “Se perdió la lista de deudores”, cuando la reclamó a fines de 2002. Entonces se calculaba que había 135 millones de pesos sin cobrar en el Iadep. Tal desprecio persistió por años. Es memorable la frase de José Russo, titular del bloque emepenista cuando, en 2009, le dijo a Beatriz Kreitman, una de las legisladoras que bregó por la verdad e impulsaba una comisión investigadora: “¿Para qué la quieren si ya saben lo que van a encontrar?”.

Toda una alegoría del encubrimiento.

La Justicia, con venda

La Justicia hizo otro tanto por la impunidad.

A fines de 2011 llegaron a tramitarse 11 causas por presuntas irregularidades en el otorgamiento de créditos (a Servicios Frutícolas, Ideas del Sur, Petrolera Argentina, Cofruva, Desiderio Botti, Neuquén Textil, Refinadora Neuquina, La Inversora, Viñedos de la Patagonia y Saturno).

En el caso Saturno había ocho imputados por haberle dado a una casa de electrodomésticos 2.750.000 pesos para una plantación de nogales, con la sola garantía de las 146 hectáreas en la que se iba a realizar el emprendimiento, pero que eran tierras de la provincia, cedidas a 85 pesos por hectárea y aceptadas como garantía a un valor tasado por el Iadep a 7.500 pesos la hectárea.

Entre los imputados había un hombre designado luego camarista civil y una conjueza y exconvencional constituyente.

Años de esta causa, sin que se conozca una definición.

La única condena conocida alrededor de los préstamos entregados por la provincia fue la del extitular del BPN, Carlos Chiapponi, por un crédito dado a Ruth Vega de Oberbichler (hostería “El rincón del pescador” de Villa Traful) como un favor de campaña.

Pero los hitos más graves producidos desde la Justicia fueron:

• los sobreseimientos por prescripción del directorio de Fondep (caso que explicamos);

• las escandalosas absoluciones por el crédito de 6.750.000 pesos otorgado a Geografías del Sur para remodelar el hotel Sol de San Martín de los Andes. Un crédito que absorbió el Estado (la deuda se la pasaron por decreto a Neuquentur), para una obra que nunca se hizo. Los sobreseimientos ocurrieron en 2013 y también prescribió la acción penal contra Sobisch. Finalmente, el archivo de la causa hace poco: mayo de 2016. Terminaron beneficiados Fernando Pellegrino (titular de la empresa) y los exfuncionarios Rodolfo Kaiser, Félix Racco, José Luis Falleti, Oscar Oliva, Juan Pablo Bugner, Marcelo Fernández Dotzel, José Mazzone y Ana Aquin.

Así, una Legislatura que no controló y encubrió y una Justicia que sólo indultó consintieron que el poder político manejara a su antojo el dinero de los neuquinos. Y permitieron que se perpetuara hasta hoy el oscurantismo de dos décadas.

Los créditos pestilentes del BPN

Funcionarios, sin ponerse colorados

A ciertos funcionarios o parientes les resultó accesible llegar a créditos tan elásticos y de relajados controles.

Algunos hombres de poder que aprovecharon los beneficios crediticios en Neuquén: Félix Racco (extitular del Iadep y del BPN), Luis Lazcano (extitular de Rentas y del Iadep), Alfredo Pujante (exfuncionario de Sobisch), Ricardo Rodríguez Álvarez (exsubsecretario de Energía), entre otros. Por entonces, también se vincularon con préstamos a Rubén Patritti y Carlos Groppo (exdirectivos de Respsol YPF), José Barría (excontador del BPN, tasador, ex-INTA) y el exlegislador Oscar Gutiérrez.

Favores que se pagan: la campaña

Empresas beneficiarias de préstamos del Iadep fueron aportantes en la campaña de Sobisch, en su pretendida llegada a la presidencia en 2007. Los más ventilados fueron las contribuciones de Proideas (Cerro Bayo), La Inversora (Viola), Patritti, Meditar y Muñoz de Toro.

El silencio continúa

Si los pedidos de informes abundan es porque se retacea desde el gobierno la información que debe brindarse por ley. (El jefe de bloque emepenista) Russo oculta para proteger a los amigos”.

Exlegisladora Beatriz Kreitman, en una de las tantas intervenciones exigiendo claridad, en el 2012.

Datos

La cartera sucia del BPN fue transferida al Iadep en 2001 para depurar al banco. Eran incobrables por 70 millones de dólares. Nunca se dio una clara información sobre los titulares de los créditos, pero con los años trascendieron desde la Legislatura los nombres de Gasparri, Litran, Tatedetuti, Parque Diana, Minera Andacollo, TAN, Faletti, Sapag Hnos., Cimolai, Pasquarelli, Benigni, Buamscha, Turismo Lanín, Corralón Andino y Swing, entre otros.
No ha cambiado la vocación por mantener la historia dispendiosa del Iadep como tema tabú.
“Río Negro” intentó en cuatro oportunidades una entrevista con la funcionaria a cargo del organismo, Mariana Roitstein. Dejó números y temario. Pero los mensajes no superaron el filtro de su secretaria, que siempre aseguró que la responsable devolvería el llamado.

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