Clash Royale: eso de lo que hablan sus hijos y usted no entiende

¿Se acuerda del furor por Pokémon Go? Bueno, esa manía se terminó y mutó en este nuevo juego para los celulares que tiene embrujada a la mayoría de los chicos, de todas las edades.

“¡Mago de hielo!”, grita desaforado mirando el celular y saltando como si Aladino en persona le hubiera concedido un deseo imposible. La escena puede ocurrir a las ocho de la mañana, al mediodía, o al anochecer. El protagonista puede tener seis años o 16; y puede ser varón o mujer. Clash Royale, el juego furor del momento, el que tiene embrujada a la mayoría de los chicos del mundo entero, es peor que Pokémon Go.

Como en el caso de Pokémon Go (el juego que más rápido en la historia logró 50 millones de descargas), se juega por celular -o tablet-, y aunque tiene el plus de que no hay que salir a calle como zombie poseído a cazar esos personajes de animé con riesgo de morir atropellado o de caer por un acantilado, también transforma al jugador en un ser abducido por la pantalla.

No hay manera de establecer un diálogo coherente con aquel que empezó una partida de Clash Royale. Uno puede decirle que le quitaron la sanción a Messi y que va a jugar el próximo partido de la selección, pero ni aún así el jugador fanático desvía los ojos y la atención de su celular. Clash Royale absorbe todos los sentidos.

No hay que engañarse: el que juega habla de pócimas, hechizos, torres y hadas. ¿Parece romántico no?. Nada que ver. También hay montapuercos, ejércitos de esqueletos, dragones, bombarderos, brujas, y bandidas.

Es un idioma que sólo ellos entienden y el que juega establece diálogo sólo con sus semejantes; esos que saben lo que significa alcanzar Arena 10, que te toque una carta legendaria, o lograr ganar una partida después que te lancen un globo bombástico en el último segundo del enfrentamiento.

Los que lo promocionan en la tienda de aplicaciones –Supercell, que son sus desarrolladores– aseguran que es sencillo, que básicamente consiste en una batalla de uno contra uno en la que hay que defender la torre propia mientras se intenta destruir la del enemigo.

En una explicación benevolente, un niño de 11 años asegura que “es una mezcla de ajedrez con juego de cartas y que tiene mucho de estrategia para saber qué mazo usar en cada caso”. (¿?)

Como sea, lo cierto es que los hechizados por este nuevo embrujo de las tiendas virtuales no sólo practican cotidianamente en batallas épicas contra sus amigos también conectados (y con los que forman clanes) sino que además se instruyen. Concienzudamente.

Es que el vicio del Clash Royale incluye, cotidianamente también, clases en Youtube. Los youtubers especializados en la materia –esos chicos que acaban de dejar la adolescencia y que suman seguidores de a millones sentados frente a una camarita en su propio cuarto, mientras explican, por ejemplo, cómo aprovechar mejor las herramientas del juego– dan clases de Clash Royale.

El juego, para alivio de los padres, es gratuito. Pero en palabras de un jugador de 14 años, “los que más avanzan, seguramente son los que más gastan”. Así que, es cierto, se pueden pelear mil batallas sin gastar un peso. Pero cuando los chicos empiezan a hablar de gemas y de la necesidad de ascender de Arena (que es donde se desarrolla el combate), mejor no seguir la línea de diálogo: el guión de la conversación derivará en gastos con tarjeta de crédito para adquirir esas preciadas gemas. El costo va de un dólar a cien, con todos sus intermedios.

¿Funciona? Si. Este modelo de juego, que se llama freemium (gratis pero con ventas integradas, algo así como la versión app de aquella canción que decía el primero te lo regalo el segundo te lo vendo…), le ha reportado millones a la compañía finlandesa que lo desarrolló. De hecho, con 213 empleados, es hoy la empresa con más beneficios de su país. La batalla, está claro, la ganaron ellos. Mientras tanto, los chicos defienden sus torres, y los padres, sus billeteras.

Los números de un negocio que da batalla

Juego gratuito, mezcla de ajedrez, cartas Magic y Age of Empires, ofrece partidas que duran entre 3 y 4 minutos como máximo. Se puede jugar gratuitamente, pero una manera de avanzar es comprar gemas que se venden por 1 dólar o 100.

En el primer año, Superccell, los desarrolladores del juego acumularon 2,3 mil millones de dólares. Y desde su salida, lidera las listas de aplicaciones que más ingresan en iOS y Android, especialmente en China y Estados Unidos.


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