El trueque una opción para enfrentar la crisis

Viedma, El Juncal y Patagones; distintos puntos para buscar alternativas económicas.

El trueque una opción para enfrentar la crisis

“Venir al trueque es como ir a misa”, dice Vanessa quien cada jueves participa del intercambio de productos que se desarrolla en El Juncal, a diez kilómetros del centro de Viedma, en medio de las chacras del Idevi.

Centenares de personas confluyen desde las 15 a las 17 en el galpón del club de ese pequeño asentamiento rural donde ofrecen verduras y frutas frescas, ropa nueva y usada, artesanías, productos elaborados y hasta juguetes, muebles o electrodomésticos.

“Es un mundo aparte, está prohibido usar dinero y todas las transacciones se hacen con créditos que los propios organizadores imprimen y que se venden al momento de asociarse”, explican otros vendedores. La modalidad fue un boom a fines de los 90 y se potenció en plena crisis de 2001, cuando en todo el país, golpeado por el desempleo, se intentaba encontrar alternativas económicas que permitieran paliar la gravísima situación.

Los “créditos” una de las opciones de pago.
Marcelo Ochoa

Salvio Teuque ofrece pizzas y pizzetas, a 10 mil y mil créditos respectivamente, que en la conversión al peso serían 100 y 10 pesos, aproximadamente. “Las elaboramos en la cocina industrial que nos aportó Nación hace unos tres años, aproximadamente, y así podemos sobrevivir”, cuenta con un dejo de tristeza.

Relató que comenzó a participar con su señora hace unos 20 años y admite que con el tiempo se registraron modificaciones en el funcionamiento del trueque. “A veces dejamos de venir, porque teníamos trabajo, pero ahora viene cada vez más gente, nosotros vamos a los tres nodos, en el Lavalle los sábados, y los martes en Mi Bandera. Además hay otro en Patagones, y con lo que vendemos acá adquirimos mercadería para toda la semana”, explicó.

Vanessa, por su parte, se junta con amigas para recorrer en vehículo el trayecto de Viedma a El Juncal. “Mis compañeras de trabajo me llevan ropa que ya no usan, yo junto la mía en mi casa, y me vengo. Ofrezco pantalones por lo que afuera serían 20 pesos y con eso compro la mercadería para mi familia, de acá nunca te vas con las manos vacías”, sostiene.

Destaca que ya se conocen todos y que se observan a veces hasta tres generaciones participando. “En general somos mayoría mujeres y hasta nos fiamos, porque ya establecimos vínculos acá”, afirmó.

La verdura fresca que aportan en general los habitantes de las chacras del Idevi es la gran vedette del trueque. Por precios muy accesibles es posible abastecerse para varios días.

Alimentos y ropa usada, los productos más solicitados.
Marcelo Ochoa

Nora es costurera y fue una de las primeras coordinadoras del nodo que aún funciona en el Lavalle. Resalta la esencia del intercambio. “Es algo solidario y lo que intentábamos antes era darle más valor a la producción propia, por eso nos llamábamos prosumidores, ahora se ha desvirtuado un poco y se convirtió más en un negocio, pero hay que buscar precios”, agrega mientras responde las consultas de potenciales clientes.

Sandra produce cedrón en el fondo de su casa y lo vende junto a mercadería que pudo adquirir durante la semana y que les permite a los chacareros evitar ir a los supermercados de Viedma y poder obtenerla a cambio de la verdura que producen.

Así, cada uno busca su conveniencia para hacerse de productos básicos vendiendo aquello que elaboró, que ya no usa o que pudo conseguir.

Adrián y Estela, son padre e hija y han quedado como coordinadores después del reciente fallecimiento de José Sanler, quien fue el fundador de los trueques hace casi dos décadas. “Cada jueves se hacen más socios”, dicen. Estela descree que el aumento sea por la crisis, pero su padre dice que “ahora empieza sentirse más por la falta de trabajo que se está evidenciando”, concluyó.

El Juncal es uno de los centros principales.
Marcelo Ochoa

Distintas formas para paliar la crisis

El trueque, en los distintos barrios, se suma a otras alternativas de comercio informal que existen en Viedma y Patagones. La feria municipal es un clásico hace muchos años. A ella se sumó, y cada vez tienen más afluencia, la feria del Santa Clara, donde decenas de puesteros ofrecen de todo a buenos precios.

Las ventas de comida cara a cara, entre amigos y vecinos, se potencia en tanto con el uso de las redes sociales.

Con variantes, con distintas características, cada estrategia busca cumplir los mismos objetivos: “parar la olla” y paliar la crisis, ante la profundización de las complicaciones económicas hogareñas, para hacer menos complejo llegar a fin de mes.


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