Varios héroes en un Espigón inseguro

En una desesperada y afortunada maniobra, los rescatistas lucharon contra la fuerte marea para dejar a todos sanos y salvos en la orilla. Mirá las fotos.

La heroica reacción de un grupo de “surfistas” y socorristas -fuera de servicio- evitó una tragedia de grandes proporciones cuando una ola gigante lanzó al mar a varias personas, entre ellos dos niños, que permanecían en el espigón natural de Playa Bonita.

En una desesperada y afortunada maniobra, los rescatistas lucharon contra la fuerte marejada para dejar a todos sanos y salvos en la orilla.

El salvataje tuvo lugar el domingo pasado en ese atractivo sitio ubicado a unos 45 kilómetros de esta capital, y donde es notoria la ausencia de carteles

que recomienden precaución en el uso de sus instalaciones. Tampoco existen elementos de seguridad como un simple salvavidas, y los “surfistas” el día anterior tuvieron que auxiliar a otra persona en las mismas circunstancias.

“Yo estaba arriba del espigón con unos familiares cuando observé que se venía una ola grande, y cuando barrió la superficie de la piedra por lo menos cinco personas se cayeron al agua”; contó a DeViedma, Fernando Acuña, uno de los que tendió la mano solidaria y se arrojó a una profundidad de dos metros para llevar a los accidentados a la costa.

Antes debió luchar contra el oleaje ya que el siniestro se produjo en medio de la pleamar, de la indiferencia de algunos pescadores que seguían probando suerte, y la desesperación de los rescatistas eran ganar cuanto antes la costa. Cuando el mar sube, prácticamente la playa desaparece y el borde del agua choca con el acantilado.

Iván Burgos, uno de los héroes.

Iván Burgos, junto a Diego Payalef y Jorge De Hormaechea -que son guardavidas como Acuña- se tiraron tras su amigo, y luego ayudó el grupo de surfistas porque el mar estaba demasiado revuelto y había que neutralizar toda posibilidad de que las personas que buscaban mantenerse a flote entren en un callejón de agua.

Ese pasadizo se formó entre el peñasco y el acantilado, y con el choque del agua de un lado y otro del acantilado en la parte posterior de la voluminosa piedra se forman peligrosos remolinos que hace imposible algún margen de maniobra sobre alguien que esté en riesgo.

Tras el salvataje y la recuperación del aliento, los niños de 10 y 12 años fueron atendidos por los surfistas ante algunos cortes que sufrieron en su lucha con las piedras, y luego terminaron sus curaciones en el Centro de Salud del balneario El Cóndor”.


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