Hidrocefalia, la más común de las afecciones neuroquímicas

La hidrocefalia, o «cabeza de agua», «se produce por un aumento de líquido cefalorraquídeo en las cavidades ventriculares», explica la doctora Graciela Zuccaro, jefa del Servicio de Neurocirugía del Hospital P. Garrahan y profesora asociada de Neurocirugía Infantil de la Facultad de Medicina de la UBA. La función de este líquido es proteger a todo el sistema nervioso central, formado por el encéfalo y la médula, y amortiguar los golpes.

El organismo produce constantemente líquido cefaloraquídeo, que luego es eliminado por orina. Cuando se altera este proceso, se produce un acúmulo exagerado de líquido, que comprime el cerebro. Y si esta compresión dura mucho tiempo, puede dejar secuelas, desde ceguera, deterioro intelectual, trastornos de la marcha, y en casos extremos la muerte.

Aunque suele vinculársela a los bebés, la hidrocefalia es mucho más frecuente en la adultez. Alrededor de los 65 años puede aparecer lo que se conoce como la hidrocefalia normotensiva del adulto. Son pacientes que empiezan a deteriorarse intelectual

mente y muchas veces se confunde su diagnóstico con la arterosclerosis, demorando su tratamiento.

Causas múltiples

 

La hidrocefalia «es la más frecuente de las patologías neuroquirúrgicas», señala la doctora Zuccaro, y existen muchas circunstancias por las que puede producirse.

Cuando es congénita (el niño nace con hidrocefalia), puede detectarse durante el control ecográfico del primer trimestre del embarazo, lo que permite hacer una intervención quirúrgica dentro del útero para solucionar el problema antes del parto

También puede presentarse en bebés prematuros, durante sus primeras 48 horas de vida, por una hemorragia debida a la inmadurez cerebral. Por eso en los controles neonatales y pediátricos se incluye la medición del perímetro encefálico, que si crece demasiado o deja de crecer, es motivo de consulta al neurólogo infantil. Otras causas de la hidrocefalia son la complicación de una meningitis, un traumatismo, un aneurisma que se rompe u otra malformación arteriovenosa que provoca una hemorragia.

«Hoy se está investigando si existe una predisposición genética, pero no hay suficiente evidencia científica al respecto», señala la doctora Zuccaro. Sin embargo, se sabe que ciertas infecciones intrauterinas, como el citomegalovirus y la toxoplasmosis, así como la exposición a radiaciones en etapas tempranas del embarazo, pueden provocarla.

En los bebés, el síntoma más evidente es el aumento del tamaño de la cabeza. También los cambios de carácter: desde la irritabilidad al decaimiento, y náuseas. En los adultos provoca mucho dolor. Se supone que en los niños es menor porque al crecer la cabeza, descomprime los nervios.

 

Soluciones al día

 

El tratamiento de la hidrocefalia es siempre quirúrgico. Pero primero hay que investigar la causa. Si es un tumor, hay que extirparlo, si es una meningitis, curarla. Si pese a todo la hidrocefalia continúa o es congénita, hay que operar.

Hoy existen dos procedimientos. El que pasó a ser de primera elección en el mundo es la neuroendoscopía. «Se hace un orificio en la región frontal por el que se introduce el endoscopio, se llega al ventrículo lateral, de ahí se pasa al tercer ventrículo y se hace una perforación», explica la neurocirujana. Esta intervención es una especie de by pass: el líquido saltea la obstrucción congénita y al drenar, retoma la circulación alterada.


La hidrocefalia, o "cabeza de agua", "se produce por un aumento de líquido cefalorraquídeo en las cavidades ventriculares", explica la doctora Graciela Zuccaro, jefa del Servicio de Neurocirugía del Hospital P. Garrahan y profesora asociada de Neurocirugía Infantil de la Facultad de Medicina de la UBA. La función de este líquido es proteger a todo el sistema nervioso central, formado por el encéfalo y la médula, y amortiguar los golpes.

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