Dina Huapi: plantan 30 sauces criollos, una especie en peligro de extinción

El lugar elegido es una de las islas del delta que se forman en la desembocadura del río Ñirihuau donde se proyecta hacer la reserva urbana entre Bariloche y Dina Huapi.

El Club de Observadores de Aves (COA) Bandurria de Dina Huapi plantó 30 plantas de sauce criollo en una de las islas del delta que se forman en la desembocadura del río Ñirihuau, donde se proyecta una reserva urbana en un predio de unas 9 hectáreas.

Desde la institución, definieron la plantación como “una experiencia piloto para evaluar el establecimiento de la especie y prever nuevas plantaciones a futuro a mayor escala”.

La actividad estuvo guiada por Leonardo Gallo, doctor en Genética Forestal del INTA Bariloche, que facilitó los ejemplares; mientras que los integrantes de la Liga Sustentable apoyaron con botes el cruce a la isla.

«Este lugar forma parte de una red de sitios de restauración de Salix Humboldltiana y del Programa de Rescate Genético del sauce nativo que abarca desde el norte de Neuquén hasta el sur de Chubut», explicó Gallo y agregó: «Es un esfuerzo mancomunado entre muchísimos actores, en este caso la gente de Dina Huapi».

Allá por el 2008, un estudio de diversidad genética del sauce criollo concluyó en la degradación de la especie y en que su estado era peor que el de otras nativas.

Esa investigación a cargo de Gallo, fue el disparador de un programa de rescate genético de la especie en el 2012 que ya lleva un recorrido de 2.500 kilómetros por ríos patagónicos en busca de individuos sobrevivientes.

Hoy, la Estación Experimental Agropecuaria del INTA Bariloche resguarda la diversidad de genética de todo el material que se fue recolectando en esos ríos de la Patagonia Norte.

La Liga Sustentable aportó botes para cruzar a la isla. Foto: gentileza

Lo que hacemos es juntar ramas que traemos al invernadero de Bariloche, hacemos estacas y las multiplicamos. Con ese material, volvemos a los ríos para restaurar la especie”, recalcó Gallo.

Parte de ese material es enviado a otros viveros que se sumaron al trabajo para propagar el sauce colorado o nativo. El del INTA de Trevelín, por ejemplo, trabaja junto a Áreas Protegidas de Chubut sobre el río homónimo. También se envió al vivero de la Universidad de Flores en Neuquén para restaurar áreas en Plottier, Cipolletti y Centenario. El Vivero del Jardín Botánico Bariloche, el Vivero Provincial de Mariano Moreno y el de Viedma se sumaron a la iniciativa.

Gallo explicó que “si bien Bariloche alberga la diversidad de material genético de  todos los ríos patagónicos, lo que se envía luego a cada vivero donde se pretende propagar la especie, es el material correspondiente a los ríos de la zona de influencia de ese vivero”.

En relación a la última plantación en Dina Huapi, los integrantes del COA resaltaron: “Este tipo de actividades ayudan a poner en valor a Dina Huapi y a generar conciencia entre la comunidad sobre la importancia de conservar la zona del último trayecto del río Ñirihuau”.

Definieron la plantación como «una experiencia piloto». Foto: gentileza

El único sauce nativo en América Latina

El sauce criollo habita desde el centro de México hasta el río Chubut. La especie fue migrando de las zonas tropicales hacia el sur y adaptándose al frío. “Es impresionante la adaptación que tiene a los distintos climas. Donde no se mete mucho es en la Amazonia”, describió Gallo.   

Este doctor en Ciencias Forestales especializado en genética forestal recalcó que “es el único sauce nativo de América Latina”.

En la zona de Bariloche, no queda ningún ejemplar. Los más cercanos se identificaron en el río Collon Cura y en el Limay (muy cerca de Piedra del Águila). También se ha detectado en otras zonas del río Limay cercanas al Chocón, Arroyito y Plottier, en el río Negro en el Alto Valle, en Valle Medio (localidades como Conesa y Choele Choel), en Valle Inferior, en San Javier y Guardia Mitre.

También se ha recolectado material del río Agrio y del río Neuquén y en el sur del río Chubut, donde solo quedan pocos árboles aislados. Sucede que en esta zona, las condiciones ambientales más duras, con vientos tan fuertes, no ayudan al desarrollo de la especie. Por eso, describió Gallo, los sauces en el bosque del río Negro, por ejemplo en San Javier son más esbeltos.

La desaparición del sauce colorado en la Patagonia se remonta a la llegada de los colonos españoles. Fue la madera de mejor calidad (más recta y de buena densidad) que encontraron al ingresar al río Negro y por lo tanto, la más utilizada.

En lengua originaria, el río Negro era llamado waik leufu (“río de los sauces”) debido a la gran cantidad de sauces que lo cubrían.

Gallo explicó que se trata de una “madera liviana de color rojizo, muy bonita, con múltiples usos, con la que se pueden hacer muebles. Es más resistente, en general, que la madera de otros álamos y sauces”.

Por eso, la emplearon para construir el fuerte de Patagones, la Catedral, las primeras viviendas y hasta barcazas. El diario de viajes del explorador Villarino, mencionó Gallo, da cuenta que en una semana, “los carpinteros llegaron a cortar 17.000 sauces”.

Hoy, sin embargo, en la boca del río Negro, ya casi no quedan sauces nativos.

Propagación natural por semilla

Además de arrasar con el sauce nativo en la Patagonia, los colonos introdujeron clones de sauce exótico, con una alta capacidad de propagación vegetativa, que fue invadiendo todos los ríos patagónicos.

El sauce nativo, en cambio, se propaga por semilla. De modo que se requiere que el río lleve esa semilla, la deposite en un banco de arena que presente, a su vez, cierta estabilidad para que se regenere.

Cualquier rama del sauce exótico que cae al agua genera una planta. La facilidad de propagación compite con la mayor dificultad de propagación del nativo”, especificó.

Gallo recalcó que la erosión genética que fue “eliminando la diversidad genética de la especie nativa, conllevó a una erosión de saberes”. Relató que “en diversos parajes, donde brindan charlas sobre el trabajo de restauración, la gente joven no conoce el sauce criollo. No sabe ni cómo es. Algún viejito te cuenta que en tal río, recuerda haber visto alguno. Este programa tiene como desafío rescatar también la memoria colectiva”.

Con el trabajo de restauración, Gallo señaló que “estamos identificando los mejores micrositios para plantar. No se sabía casi nada de esta especie. Estamos generando el conocimiento. En el mundo, existen algunas experiencias de restauración con otras especie de vegetación riparia”.


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios