Flancos

La disposición de los sectores opositores para enfrentar unidos en las próximas elecciones el modelo autoritario encarnado por Jorge Sobisch debería ser una buena noticia para el futuro democrático de la provincia. Sin embargo, este alistamiento, estrechamente ligado a la alternativa nacional piloteada por Néstor Kirchner, no es en sí mismo suficiente para asegurar el éxito de la difícil empresa de desplazar al MPN de las preferencias del electorado.

Bien vista, la coalición kirchnerista, o mejor dicho antisobischista, porque algunos de sus miembros sólo apoyan tácitamente al presidente y se cuidarían muy bien de hacer profesión pública de su oficialismo, es una construcción imperfecta que por momentos apenas si se mantiene en pie.

Aquello que en principio debería ser motivo de celebración -el haber alcanzado consenso para marchar juntos contra un modelo al que todos denuestan- no termina de contentar a nadie. En el PJ sienten que no se les ha reservado ningún papel en esta construcción como no sea el de aportar el caudal electoral del partido y esfumarse de la vista de la ciudadanía.

En el Frente Grande se lamentan por su escasa participación en las listas -algunos no se sienten cabalmente representados por Oscar Massei-, y también por su casi nula intervención en la construcción del proyecto político, a sus ojos armado «desde arriba» y sin mayores contemplaciones por los matices de sus integrantes.

También en Patria Libre subsisten dudas respecto de toda la construcción. Si bien el grupo tiene una mayor proporción de jóvenes y militantes «de base», y acaso por eso una mayor tolerancia al sesgo autoritario que impregna la coalición, tampoco las huestes de Jesús Escobar se contentan con su casi nula participación en las listas.

En lo que coinciden todos estos sectores es en que se ha dado demasiado poder a Quiroga. Piensan que las negociaciones que se entablaron desde la Casa Rosada con el líder radical se sucedieron de manera no muy afortunada y desembocaron en una participación desbalanceada del quiroguismo. Fundamentalmente en la lista de aspirantes a concejales.

Por lo demás, tanto peronistas como frentistas tienen muy presentes las diferencias políticas que los separan del intendente. Baste con mencionar -subrayan- que Quiroga aún no ha hecho ningún pronunciamiento público de apoyo a las políticas del presidente. Sencillamente -conjeturan- no está de acuerdo, y sólo busca sacar el mejor partido de las elecciones municipales, además de plantarse como alternativa para el 2007.

En realidad, la oposición no puede preciarse de haber hecho una alianza programática. Más allá de la saludable disposición a marchar juntos contra el hegemonismo sobischista, no se conoce ningún pronunciamiento que dé cuenta de los postulados que animan a esta coalición opositora.

Claro que tampoco Quiroga está satisfecho con el actual estado de cosas. El intendente juzga que este armado adolece de una ausencia crónica de conducción y que eso repercute negativamente en la puja con Sobisch. Luego de un largo período en el que marchó junto al MPN, el intendente ha comenzado a pagar las consecuencias de romper amarras. Entre otras cosas, con el virulento conflicto de los municipales, que Quiroga presume auspiciado y financiado por el gobierno provincial, y cuyos protagonistas llegaron esta semana al extremo de insultar a su esposa con leyendas injuriosas y xenófobas.

Por lo demás, el propio Quiroga y sus colaboradores más estrechos han comenzado a sospechar que la lista radical monocolor, fruto de su exitosa negociación con el kirchnerismo, podría no ser el mejor de los negocios. El intendente ya experimentó dos veces los costos de tener aliados muy volátiles, pero en definitiva fue con ese esquema que ganó dos elecciones. «No vaya a ser cosa de que esta vez logre poner a toda su gente pero pierda la elección», reflexionan sus íntimos.

La cuestión es bastante sencilla: es poco probable que los peronistas salgan a apoyar una lista en la que son convidados de piedra. Quien parece haber advertido este flanco es Sobisch, que trabaja en la construcción de una lista «peronista» con sus aliados del menemismo residual. Un convite en el que todos pueden estar tranquilos: paga la casa.

Si en las filas del sobischismo lo que sobran son recursos, tampoco faltan los motivos de preocupación. Una encuesta encargada por el gobierno nacional da cuenta de que en la elección de diputados existe una virtual paridad entre dos eventuales candidatos del MPN tomados al azar (aún no se conoce la lista) y la fórmula Massei-Sapag. El tema no es menor, porque a comienzos de año los sondeos daban una diferencia neta a favor del partido provincial.

No menos alarmante para el oficialismo serían los resultados de otra consulta hecha por el quiroguismo, que arrojaría un creciente saldo negativo en la imagen del gobernador. Uno y otro dato -se regodean los hombres de la oposición- darían cuenta de que el electorado ha comenzado a registrar la propuesta opositora como una alternativa. También, que se acelera el desgaste del gobernador.

Aunque nadie le ha tomado la palabra y sospecha que en cualquier momento puede volver a la carga con la re-reelección, todos los pasos dados por Sobisch han estado encaminados a asegurarse un lugar en el escenario nacional. Por eso mismo, un revés en octubre a manos del kirchnerismo podría dejar al gobernador definitivamente fuera de carrera.

Sobisch lo sabe y también que no tiene más remedio que dar la pelea. Tras ese objetivo se encaminaron sus últimos pasos. Creó una comisión ad hoc para instalar el tema de la reforma constitucional y comenzó a moverse por toda la provincia agitando una arenga guerrera contra Kirchner. Ningún recurso será desechado en esta batalla, en la que se juega el todo por el todo.

 

Héctor Mauriño

vasco@rionegro.com.ar


La disposición de los sectores opositores para enfrentar unidos en las próximas elecciones el modelo autoritario encarnado por Jorge Sobisch debería ser una buena noticia para el futuro democrático de la provincia. Sin embargo, este alistamiento, estrechamente ligado a la alternativa nacional piloteada por Néstor Kirchner, no es en sí mismo suficiente para asegurar el éxito de la difícil empresa de desplazar al MPN de las preferencias del electorado.

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