Créditos que ayudan a reconstruir el tejido social
Satisface en Roca el "Banco Popular de la Buena Fe".
ROCA (AR).- Un banco donde no se habla de dinero hasta tres meses después de comenzar relaciones con él, donde la garantía es solidaria y la mayor ganancia se da en las relaciones formadas a través de la confianza. El Banco Popular de la Buena Fe es una iniciativa de la Pastoral Social que a través de pequeñas organizaciones barriales intenta regenerar las relaciones sociales.
Empecemos por el principio: «No es un banco para los pobres: es un banco de los pobres», explica tranquilamente Nelly Evrard, de la Pastoral y una de las organizadoras del proyecto.
«Apuntamos a un cambio y al desarrollo local, en la mentalidad, las relaciones y la política social». Explica cada punto del proyecto con la paciencia que brindan los años y la ilusión de quien pone sus esperanzas en lo que cree: «Queremos reconstruir el tejido social, las relaciones» y agrega: «es un criterio de proximidad y un impacto masivo».
El banco de los pobres funciona de la siguiente manera: las distintas sedes de la Pastoral Social abren centros dentro de su área, que son sostenidos legal y físicamente por pequeñas organizaciones barriales como bibliotecas para llevar a cabo las reuniones. Se capacitan promotores para acompañar a los prestatarios. ¿Quiénes son los prestatarios? Aquellos que se acercan con un proyecto y que necesitan el préstamo para reactivar su economía: la gente del barrio, o sea, los dueños del banco. Se forman entonces cinco grupos, cinco personas que detrás tienen familias y proyectos.
Cómo empieza el movimiento
Comienza el proceso en el que durante tres meses no se habla de dinero. Estos grupos comienzan a ayudarse entre sí en tareas cotidianas, a relacionarse unos con otros, a confiar. Se reúnen durante la semana en su centro y organizan su banco, con la compañía de sus promotores. «Se lleva a cabo una formación y un aprendizaje en conocimiento mutuo, en vencer el individualismo» explica Evrard, y así eligen entre ellos los prestadores y se analiza cuál será el primer proyecto a poner en marcha.
El préstamo apunta a motivar «aquellas cosas que mejor sabe hacer la persona, pero que nunca se animó», según opinó una de las promotoras de Villa Obrera, Isabel Alvarez.
«Si no tienen dinero para devolver, dentro del grupo se ayudan» explica Alvarez, quien además brindó el siguiente dato: en Roca ya existen 30 proyectos (o sea préstamos) entregados, y 30 por entregar, o sea, 60 prestatarios en el banco sólo en la ciudad, cada cual con su respectiva familia. «Hablamos de alrededor de 300 personas en el primer trayecto del proyecto», acotó.
«El fondo inicial es del ministerio de Desarrollo Social. A los tres años, éste se retira y el fondo es el mismo banco, aunque creo que se van a retirar antes», afirma Evrard quien además explica que «la importancia de esto no la dan los números, sino la oportunidad de mover nuevamente la posibilidad de trabajar».
Para Nelly, «los sueños de esta gente son increíbles y esto definitivamente es mejorar la calidad de vida de los que más la necesitan». La promotora de Villa Obrera agrega: «Esto es muy positivo, porque son personas fuera del sistema, y un pequeño préstamo puede reactivar su economía, además de que en el proceso se refuerzan los principios de solidaridad y confianza en la gente del barrio»
Esta acción tiene su contexto: la mayoría de los desocupados de América latina son mujeres, situación que lejos de mejorar se agrava a pesar de la moderada recuperación del empleo en la región, aseguró un informe de la Organización Internacional del Trabajo. Según la OIT, en Latinoamérica existen 19 millones de trabajadores urbanos desocupados, «la mayoría de los cuales son mujeres». La situación laboral adversa para las mujeres no se revierte a pesar de la incipiente mejora de las economías de la región, asegura la OIT. Esto se revela en el hecho de que «cuando aumenta el empleo, siempre son más hombres que mujeres los que consiguen trabajo».
Francisco Ricci
Imaginemos a una mujer que no tiene nada de nada
Si se piensa en el microcrédito como un arma para combatir la pobreza, sería acertado decir que las mujeres del mundo tienen en sus manos el poder para generar desarrollo económico y erradicar la miseria de la faz de la Tierra.
Sorprende la cifra que se dio a conocer durante la XV Cumbre Global de Mujeres, conocida como el «Davos de las mujeres», celebrada en México.
En América Latina, donde las mujeres también son microempresarias, el acceso al crédito se les dificulta. Y es ahí donde empiezan a tallar las ong e instituciones solidarias, en general de carácter religioso,para facilitar el acceso al dinero, que siempre son pequeños montos, como el que intermedia la Pastoral Social de Roca ($ 500).
¿Qué es el microcrédito? ¿Cómo puede ayudar a reducir e incluso eliminar la pobreza en el mundo? El microcrédito consiste en el otorgar préstamos de dinero a familias pobres o mujeres, que se utilizan como capital de trabajo o para comenzar un pequeño negocio en los países en vías de desarrollo. Para entender cómo funciona y por qué es un buen mecanismo para reducir la pobreza, hay que considerar que en América Latina las mujeres suman 278 millones y son las más afectadas por la pobreza. Según cálculos del Banco Mundial (BM), más del 50% de ellas pertenecen a los sectores socioeconómicos más pobres de la región.
«Ahora imagine que usted es mujer, que no tiene nada de nada, sólo la ropa que lleva puesta, o tal vez algo más realista: usted se acaba de quedar sin trabajo y no cuenta con ningún bien u otro activo para hacer frente a la situación. Y que a eso se le suma que usted es jefe de familia y que tiene unas cuantas bocas que alimentar. Si usted sólo cuenta con sus manos y un oficio, ¿le sería útil recibir un microcrédito para iniciar un pequeño negocio? Definitivamente la respuesta es sí. Si usted pudiera abrir su pequeño negocio, lograría ser financieramente independiente. Claro está, siempre y cuando la economía de su país se lo permita y su trabajo como microempresaria sea tenaz», apuntó la prensa mexicana que cubrió la XV Cumbre Global de Mujeres
El problema está en que si no tiene trabajo y quiere ir al banco para pedir un préstamo para empezar un pequeño negocio, seguramente le pedirán un millón de documentos y activos que respalden el crédito -algo que le resultará más que difícil si usted no tiene nada de nada-, entre otras cosas.
«La clave para romper con este círculo vicioso que sólo genera más pobreza está en apostar por las mujeres. Algo que quedó muy claro en la Cumbre de las Mujeres. Y también hay que exigir a los gobiernos, entidades bancarias y financieras que brinden mayor acceso al crédito a las mujeres, así como también aliviar las exigencias legales y los trámites burocráticos a la hora de abrir un negocio. Sólo así será posible un mundo con menos pobreza, más igualitario y capaz de generar desarrollo para todos», apuntó la presidenta del comité organizador de la Cumbre de Mujeres y del Instituto Mexicano de las Mujeres (Inmujeres), Patricia Espinosa.
Importante cambio cultural
Las microfinanzas, las microempresas y los microemprendimientos para autoconsumo y reactivar en parte las economías familiares y barriales constituyen en la Argentina un fenómeno en ascenso, impulsado tanto por la crisis económica y social -incluyendo la creciente adopción, desde el Estado y las ongs, de políticas sociales no-asistencialistas-, como por la gradual expansión de una filosofía emprendedora en determinados grupos de la sociedad.
Global Entrepreneurship Monitor (GEM) recopiló datos de encuestas en 37 países, entre ellos la Argentina. El 12% de los 2.400 millones de personas de entre 18 y 64 años que integraban el universo de la investigación estaba iniciando o administrando un negocio de menos de 42 meses de antigüedad. En Argentina el porcentaje era 14,2% -3,1 millones de adultos-, uno de los niveles más altos del mundo, similar al de Brasil (13,5%) y Chile (15,7%). De la investigación citada quedó algo en claro: que el apoyo crediticio no es suficiente por sí solo, sino que debe complementarse con acciones de capacitación, asesoría y seguimiento. La promoción integral de la microempresa y el emprendedorismo supone además la coordinación de acciones entre organismos nacionales, provinciales y municipales; universidades y otros entidades sociales.
ROCA (AR).- Un banco donde no se habla de dinero hasta tres meses después de comenzar relaciones con él, donde la garantía es solidaria y la mayor ganancia se da en las relaciones formadas a través de la confianza. El Banco Popular de la Buena Fe es una iniciativa de la Pastoral Social que a través de pequeñas organizaciones barriales intenta regenerar las relaciones sociales.
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