Estudio geológico desnuda problemas en Bariloche

El informe describe detalles de zonas del ejido bajo riesgo de derrumbes y erosión.

SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- El municipio local cuenta desde ayer con un detallado estudio geocientífico que describe en detalle las zonas del ejido bajo riesgo de inundación, derrumbes, erosión o ascensos freáticos y aporta información indispensable para la futura planificación urbana.

El relevamiento fue realizado por el Servicio Geológico Minero Argentino (Segemar) con financiamiento de una agencia alemana e información elaborada por técnicos propios y aportes de otros organismos como el INTA y la UNC.

El director Ejecutivo del Segemar, Pedro Alcántara, explicó que el informe precisa las zonas del radio urbano que enfrentan distintos grados de peligrosidad ante eventuales derrumbes, inundaciones, erosión, avalanchas u otros fenómenos originados en «disparadores climáticos».

La experiencia de ese tipo que está más fresca en la memoria de los barilochenses es el desmoronamiento de tierra en la Barda del Ñireco ocurrida en el invierno de 2004. A raíz de ese episodio el municipio inició un plan, todavía inconcluso, para relocalizar a más de 200 familias que viven tanto al pie como en la coronación de la barranca.

Pero al margen de ese caso, el estudio del Segemar apunta varias zonas de alto riesgo que hasta ahora no han recibido la debida atención. Entre ellas aparecen el faldeo Norte del cerro Otto, donde existe una fuerte presión inmobiliaria para urbanizar en zonas cada vez más altas; las riberas inundables del arroyo Ñireco y también la costa lacustre, salpicada de construcciones que invaden la playa pública.

Justamente los mapas aportados ponen en evidencia con claridad la desidia y la irresponsabilidad con las que el municipio manejó su crecimiento urbano, dado que abundan los barrios (incluso del IPPV) que se construyeron directamente sobre zonas amenazadas.

El director de Geología Ambiental del Segemar, Omar Lapido, dijo que «el área de Planeamiento tendrá que asi

milar esta información y ver de qué manera produce cambios».

Explicó que algunas viviendas ubicadas en sitios de alto riesgo «pueden ser protegidas con obras de remediación, pero en los casos más críticos lo recomandable es la relocalización». Entre estas mencionó las unidades habitacionales que construyó el IPPV a orillas del Ñireco.

Fernando Pereyra, otro de los especialistas, refirió que uno de los lugares más conflictivos es el cerro Otto. Consideró inviable el emplazamiento del barrio «Melipal III», en la zona más alta de ese faldeo y alertó sobre los «impactos severos» que se están produciendo en el cerro Catedral, por desmonte.

En cuanto a la Pampa de Huenuleo, donde se extienden los barrios humildes, Pereyra dijo que es una zona apta para el desarrollo pero que tiene «un fuerte pasivo ambiental», por la existencia del basural y canteras.

Señaló que el estudio recomienda prohibir todo tipo de construcción en cotas superiores a los 950 metros y aún debajo de esa altura también debería correr la misma restricción en pendientes mayores a los 30 grados.

En la presentación realizada ayer llamativamente estuvo ausente el subsecretario de Planeamiento local, Raúl Ferrari, y sólo participó la directora de Medio Ambiente, María Coccia.

La funcionaria reconoció que el estudio tiene «la autoridad de las conclusiones que elabora un organismo especializado», pero en realidad señala problemas que el municipio «ya tenía detectado». De hecho existían desde hace 30 años informes que señalaban el peligro de construir sobre el Ñireco, pero las sucesivas gestiones comunales ignoraron la recomendación.


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