Feminismo y ecología

Las reivindicaciones de los derechos de la mujer y los debates en torno a la cuestión de género se han venido sumando a las luchas ambientalistas.
Si bien parecen caminos diferentes, lo cierto es que desde hace décadas existe un movimiento que advierte que la degradación ambiental y la desigualdad de género resultan ser dos caras de una misma moneda.

El “ecofeminismo” parte de la premisa de que todas las formas de opresión están conectadas, a punto tal de establecer un vínculo entre la degradación de la naturaleza y la opresión de las mujeres.

Del movimiento verde toma su preocupación por el impacto de las actividades humanas en el mundo inanimado y del feminismo la visión de género, en el sentido de politizar el rol reproductivo y la división sexual del trabajo tradicionalmente asignado a las mujeres.

Según sostiene Alicia Puleo, directora de la Cátedra de Estudios de Género de la Universidad de Valladolid, los aportes de dos pensamientos críticos -feminismo y ecología- ofrecen la oportunidad de enfrentar la dominación usualmente sufrida por las mujeres.

Pero también, a un mismo tiempo, a una ideología y una dominación de la naturaleza ligada al paradigma patriarcal del varón amo y guerrero.
Si bien no existe un movimiento ecofeminista formalmente constituido, lo cierto es que éste se expresa en las teorías y prácticas que orientan muchas de las iniciativas actuales de las mujeres.

Iniciativas destinadas a identificar las causas de los problemas ambientales y los vínculos entre la degradación ambiental y las estructuras del poder social, económico y político.

Fue Françoise d’Eaubonne (París, 1920-2005), escritora y feminista francesa, quien acuñó el término “écoféminisme”.

El activismo ecofeminista ha venido siendo pródigo en acción. Vale mencionar el caso de las mujeres de Chipko, quienes abrazadas a los árboles de su región evitaron la tala masiva de esta zona del Himalaya en 1973.

En 2004, el movimiento de mujeres de Plachimada, también en India, consiguió que la justicia reconociera a la comunidad el derecho de uso del agua potable frente a su deterioro, producto de la acción de empresas multinacionales en la región.

En el recuerdo también se encuentran las manifestaciones pacifistas de las feministas inglesas de Greenham Common, quienes lograron cerrar bases de misiles con más de trece años de campamentos.

Y también la campaña del barrio obrero de Love Canal, en Estados Unidos, cuando las amas de casa se organizaron contra la contaminación química local que afectaba la salud de sus familias.

En América Latina las mujeres tienen desde hace varias décadas un importante protagonismo en las luchas sociales y en los procesos de auto-organización colectiva. Es lo que se ha dado en llamar “proceso de feminización de las luchas”.

Sus ejemplos más elocuentes en la Argentina, aunque no necesariamente circunscriptos a las reivindicaciones feministas o ecologistas, han incluido a las Madres de Plaza de Mayo, las Mujeres Agrarias en Lucha y las Madres del Dolor.

Doctor en Derecho – Profesor titular de la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN)


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