Francia pone en marcha su plan de seguridad más duro desde el '68

El gobierno declaró el estado emergencia que autorizó el uso del toque de queda.

El gobierno de Francia impuso ayer el «estado de emergencia» y la aplicación de medidas extraordinarias de seguridad para acabar con los más graves disturbios que afronta el país desde el histórico mayo de 1968.

Las medidas extraordinarias incluyen la posibilidad de imponer el toque de queda en las ciudades francesas que sigan bajo la ola de violencia, lo cual supone una restricción para la circulación de personas y vehículos por las calles, informó la oficina del primer ministro, Dominique de Villepin.

Desde el 27 de octubre, más de 6.000 autos fueron incendiados, unas 1.600 personas fueron detenidas por al menos 24 horas y cerca de 300 ciudades y pueblos registraron hechos de violencia

La oposición acusó al gobierno conservador del presidente Jacques de Chicar recurrir a políticas de represión en lugar de generar medidas contra las causas de los estallidos.

Desde el 27 de octubre, cuando dos jóvenes de origen árabe murieron electrocutados cuando pretendían escapar de la policía, grupos violentos salen cada noche a las calles para cometer desmanes, con un resultado de miles de automóviles incendiados, cientos detenidos, varios heridos y un muerto.

Al cabo de una reunión del Consejo de Ministros que contó con la asistencia de Chirac, el primer ministro de Villepin prometió que los autores de los actos de violencia graves serán juzgados en procesos «inmediatos».

«Los franceses esperan que los responsables de estas violencias sean sancionados por sus actos», afirmó el jefe de gobierno ante la Asamblea Nacional del Poder Legislativo.

El gobierno autorizó a los alcaldes de la ciudades afectadas por los disturbios a establecer «zonas de seguridad» y toques de queda por un lapso máximo de 12 días. Esos funcionarios también podrán ordenar el cierre de lugares públicos, como cines, teatros y bares.

El estado de emergencia impuesto por el gobierno francés fue declarado por primera vez desde la revuelta estudiantil de mayo del 68 y se

fundan en la ley de seguridad de 1955, sancionada durante la guerra de Argelia.

La prefectura de Somme instituyó el toque de queda en Amiens y su metrópolis para menores de 16 años y su colega de Savigny-sur-Orge, Jean Marsaudon, tomó idéntica decisión en su comuna, dijo la agencia italiana ANSA. Quienes desafien las medidas extraordinarias de seguridad quedarán expuestos a castigos de hasta dos meses de prisión y multas de hasta 3.750 euros (unos 13.000 pesos).

El diputado socialista Jean-Marc Ayrault se opuso a la medida del gobierno y acusó al ministro del Interior, Nicolás Sarkozy, de tener una «pesada responsabilidad en el desencadenamiento de las pasiones», con sus declaraciones de tono despectivo hacia los inmigrantes y los pobres.

De la noche del lunes al martes, los vándalos quemaron 1.173 vehículos, en comparación con los 1.408 de la noche anterior, dijo la policía. Hubo 330 detenciones, en comparación a los 295 de la noche anterior.

Tras anunciar las medidas, Villepin admitió que «la restauración del orden llevará tiempo». El modelo de integración francés está en juego, para la República ha llegado «la hora de la verdad».

El premier también informó algunas ideas para aliviar la situación de los pobres, en especial de quienes viven en barrios de inmigrantes. Dijo que está prevista la contratación adicional de 5.000 profesores y la creación de un organismo para la igualdad de oportunidades. (Télam-SNI/DPA)

Anoche aseguraban que había mermado la violencia

La violencia callejera en los suburbios de París parece estar disminuyendo, según datos proporcionados ayer por el ministro del Interior francés, Nicolas Sarkozy.

Hasta las 22.00 horas locales, se había prendido fuego en todo el país a 184 coches, un tercio menos que la noche anterior a la misma hora, según dijo Sarkozy en una visita a un barrio humilde en Toulouse, donde poco antes se habían registrado incidentes.

El número de detenidos hasta las 22.00 horas se había reducido a 30, casi la mitad.

En la ciudad de Marsella, 50 jóvenes intentaron ayer por la noche saquear un supermercado, en el marco de los disturbios que se registran desde hace más de diez días en los barrios pobres de Francia. Fuerzas de seguridad y policías lograron frustrar el intento y detuvieron a nueve personas.

«Los vimos venir desde los suburbios», dijo un efectivo de seguridad. «Primero rompieron los vidrios e incendiaron contenedores de basura para generar pánico», explicó.

La policía había estacionado varias decenas de efectivos en el centro comercial de modo preventivo. La mayoría de los atacantes son menores de edad de barrios humildes, según informó un policía.

En Toulouse, jóvenes lanzaron piedras contra la policía al caer la noche. Varios coches fueron incendiados.

El gobierno conservador en París, reunido en gabinete de crisis, puso ayer en marcha un decreto de emergencia que data de 1955 -en tiempos de la guerra de Argelia- y que a partir de anoche permitirá decretar toques de queda en barrios problemáticos.

ESCENARIO : Estados Unidos observa de cerca

Estados Unidos observa atentamente las llamas de los disturbios en Francia. «No hay motivos para alegrarse por el mal ajeno», comentaron diarios conservadores como el «Wall Street Journal» y el «Washington Times».

Sin embargo, algunos visos de esta alegría se dejan entrever en los análisis y comentarios estadounidenses, según los cuales la arrogancia y la jactancia de los europeos recibieron paños fríos y que afirman que el estado social de estilo europeo tiene parte de la culpa de la miseria de los inmigrantes. «Hace apenas dos meses, Francia observaba con indignada fascinación la anarquía en Nueva Orleans, donde miembros de la clase baja estadounidense realizaban saqueos y se enfrentaban con la policía: ahora Francia es enfrentada a su propia y creciente clase baja», afirmó el «New York Times». Con cada noche de violencia, queda más demostrado «el fracaso de Europa en integrar a sus inmigrantes», sostuvo por su parte el «Wall Street Journal».

Ningún político estadounidense se expresó hasta ahora abiertamente sobre los sucesos en Francia. Sólo el Departamento de Estado recomendó a los turistas estadounidenses evitar las zonas de peligro. Sin embargo, los canales de televisión norteamericanos muestran una y otra vez las imágenes de la violencia en el corazón de Europa.

Para derechistas y neoconservadores estadounidenses no es casualidad que la violencia haya estallado en el país europeo con la mayor minoría musulmana. Hace tiempo afirman que es subvalorada la explosividad de las minorías del mundo islámico, en su visión difícilmente integrables. Muchos políticos norteamericanos, de distintos partidos, comparten la teoría del politólogo Samuel Huntington del «choque de civilizaciones», según la cual el conflicto que marcaría el siglo XXI sería el enfrentamiento entre Islam y Occidente.

Como motivo de los disturbios también se nombra el sistema económico. «En un país en el que las jornadas laborales cortas y la jubilación anticipada son sagradas, la creación de nuevos puestos de trabajo y de pequeñas empresas tienen poco peso», escribió el renombrado analista económico Joel Kotkin.

El profesor de política Niall Ferguson, de la Universidad de Stanford, en California, criticó en «Los Angeles Times» la «guetización» de los inmigrantes. «El problema es sólo parcialmente económico… Europa hizo sobre todo muy poco por la integración cultural». «Hasta ahora, Francia pensaba que su modelo social superior la protegería de brotes de ilegalidad como los de Los Angeles, Miami o Nueva Orleans en los últimos años», escribió el «Washington Post». Pero esto ya pasó. (DPA)


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