Declaraciones que confunden y engañan

Por Rolando Citarella

El país no va a salir de la noche a la mañana del pozo en que se encuentra. Lo hará en el largo plazo, siempre y cuando, además, nuestros gobernantes tomen las medidas que aunque duras son las que necesariamente se deben tomar. Lamentablemente, creo que a pesar de la situación, aún estamos lejos de ese momento.

Lo que sí cabría esperar es que ya mismo se dejen de lado las declaraciones y los discursos llenos de voluntarismos, ambigüedades, medias verdades y mentiras, como para que la sociedad tenga al menos la tranquilidad de que los que mandan saben dónde estamos, hacia adónde vamos, y cómo lo haremos. Sin embargo, a la luz de los hechos, parece que también estamos lejos de eso. Vayan estos ejemplos.

1) La consultaban a la ministra de Acción Social, Graciela Fernández Meijide, respecto de declaraciones que había realizado un diputado justicialista, criticando aspectos de la política económica del gobierno nacional. Si bien las críticas del diputado coincidían con las posiciones que aquella sustentara en su campaña por la gobernación de Buenos Aires, la ahora ministra no tuvo reparos en contestar que una cosa es lo que se dice cuando se está en la oposición y otra muy distinta cuando se deben ejercer responsabilidades de gobierno. No deja de ser un avance que se reconozcan las trampas que se les hacen a los votantes, pero al menos habría que pedirles disculpas.

2) Escuché también al gobernador Carlos Ruckauf recomendando al gobierno nacional que adopte sus recetas económicas, y que abandone la continuidad del modelo menemista. O sea, un justicialista le recomienda su política económica a un radical, y además le dice que abandone la de otro justicialista. Por favor, que alguien me explique esto, porque más que un juego de palabras, esto es un juego de ideas, pero semejante al «gran bonete».

3) A propósito de la divulgación de las últimas tasas de desempleo en el territorio nacional, escuchaba las declaraciones del gobernador de la provincia de Santa Cruz, Néstor Kirchner, dando casi una cátedra de economía ya que su labor aparece como exitosa, debido a que en su provincia el desempleo es bajo respecto de otros lugares. Apoyado en esos supuestos galardones, el mandatario decía que la salida de la crisis nacional pasaba por la implementación de una política económica fuertemente keynesiana, instrumentada a través de un incremento del gasto público, que se constituya en el impulso que necesita la economía para salir de la recesión en que se encuentra.

Es una pena que los entrevistadores no hayan dispuesto de la información que permitiera cuestionar las aseveraciones del gobernador, para aclarar un poco el tema. Aclarar por ejemplo, que Santa Cruz es una de las jurisdicciones más beneficiadas por un sistema de Coparticipación Federal totalmente absurdo, por el cual la provincia recibe 319 millones de pesos al año, de los cuales, sus ciudadanos aportaron mediante impuestos, solamente 88 millones. Aclarar, por ejemplo, que esta situación significa una diferencia en favor de la provincia de 231 millones de pesos anuales, que obviamente los ponen ciudadanos de otras provincias. Aclarar que este excedente le ha servido a Santa Cruz para esconder el desempleo bajo la figura del empleo público. Mientras que el promedio nacional de empleo público, considerando los agentes provinciales y municipales, es de 52 empleados cada 1.000 habitantes, en la Provincia de Santa Cruz, ese guarismo es de 144.

Aclarar que, considerando una familia tipo de matrimonio con dos hijos, esos 144 agentes indican que 576 habitantes de cada 1.000 (¡el 57%!) viven directamente del Estado en la provincia de Santa Cruz, sin considerar los empleados públicos nacionales que pudieran hallarse en la provincia.

Desgraciadamente, de este tipo de keynesianismo hemos tenido mucho en el país… y así nos fue. Pero no adjudiquemos al economista británico culpas que no le corresponden. Porque esto que dice el gobernador no tiene nada de keynesianismo. Esto es consecuencia de un sistema disparatado, cuya justificación sólo podría estar por el lado de la geopolítica, aunque poblar el sur con empleo público difícilmente pueda ser defendido como buena política, más aún cuando hoy el país no dispone de dinero, ni siquiera para hacer geopolítica más seria.

La pregunta que cabe aquí es la siguiente: ¿el señor gobernador desconoce esto, o lo conoce pero lo aprovecha políticamente? Si fuese lo primero (es probable que así sea porque se lo notaba convencido de lo que decía), evidentemente no estamos frente a un estadista. Si fuese lo segundo, la cosa sería más grave, por cuanto no se puede hacer ilusionar a la gente con supuestos remedios que parecen estar al alcance de la mano y que en realidad están lejos de ser remedios, y más lejos aún del alcance de la mano, dado que no tenemos un peso.


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