ENTREVISTA A RAÚL ARTOLA, POETA RIONEGRINO: «La búsqueda de la palabra 'exacta'…'total', es una utopía»

Siendo joven, en el '72, fue premiado por un jurado que integraban Adolfo Bioy Casares, Silvina Ocampo y María Elena Walsh. Hoy es un riguroso explorador de lo que llama la palabra "exacta" o "justa" a usar.

– Quizá porque uno no sabe hacer otra cosa.

– Creo que fue a Victoria Ocampo a quien Graham Greene dijo que escribía «Por la sensualidad que implica enhebrar palabras»…

– Es posible… En mi caso es lo que mejor hago, por insatisfactorio que me resulte a veces. Aprendí a leer y escribir muy pibe, pibe y de ahí en más… Recuerdo que Petrarca le dijo a Bocaccio: «Ya que debo morir, espero que la muerte me encuentre ocupado: leyendo o escribiendo»…

– La palabra…¿qué es la palabra cuando se hace poesía?

– Es juego, es risa… el hombre es palabra… la palabra es eros y sin deseo no hay arte.

– ¿Cuando se escribe hay obsesión por la palabra justa, exacta?… Eso que hay una palabra que uno no sabe dónde está, pero es «la palabra»… Eso de Borges en «Milonga del Muerto»… «Oyó las vanas arengas / de los vanos generales»… Ahí, lo vano, define tanto que no parece existir otra palabra con esa textura para esa definición…

– ¡Ah, qué tema!… La palabra justa, la palabra «única», «exacta»… esa palabra es una necesidad que ejerce mucha presión sobre el escritor. En más de una oportunidad, más de las que confesamos, esa búsqueda termina en un fracaso.

– ¿La palabra exacta como qué?

– Como utopía… Sí, sí… y como cualquier otro horizonte imposible, su búsqueda es un acicate… es el gran motor del trabajo del escritor… es un deseo.

– Si nos metemos en el deseo, terminamos en la especulación filosófica.

– No sería malo… lo mejor del deseo no es que podamos de vez en cuando culminarlo, llegar al clímax, sino su renovación imperiosa, su seguro y próximo acicate. Esta es la razón por la cual estamos en uno de los peores momentos de la historia de la humanidad…. el deseo está en entredicho. Se habla con datos ciertos de una crisis de la gente con su propio deseo, tanto por las interferencias o inhibiciones que sufre, como por las confusiones de la vida en sociedad, las tentaciones vulgares del consumo… nos traen para distraernos, para sacarnos del propio camino o para que nunca lo encontremos.

– Sigamos especulando. Lograda «la palabra», ¿qué es para la poesía el lenguaje?

– Un instrumento en función de un objetivo claro, preciso: buscar una expresión que conjugue verdad y belleza.

– En el '74, en manos del CNU y la Triple A, con vos compartimos la pérdidas de gente entrañable. Poco faltó para que te cepillaran también a vos…

– Me escondí en un campo bonaerense… Si me vas a preguntar sobre algo que alguna vez te conté, sí, te lo ratifico. Fue en ese campo, en la reflexión sobre la situación de precariedad de mi vida, que apareció…

– Una señora que no es la Virgen…

– Sí, sí, apareció 'La señora', como Juan Gelman suele llamar a la poesía… Yo escribía, pero bueno… escribía. Fue una interrupción violenta, me sorprendió y conmovió para siempre… yo no supe calibrar lo que me estaba pasando…

– ¿Qué te pasaba?

– Yo diría que… a ver, a ver…

– No lo hagamos complicado porque lo complicado comienza siendo solemne y termina sumando cero… «Toro es toro; Vaca es vaca», le hace decir Andrés Rivera a Rosas.

– Es cierto… Lo que me pasó a mí por aquel tiempo tan duro fue que, como joven con aspiraciones de escritor, comenzaron a surgirme voces interiores

que se fueron abriendo paso en forma de poema o de relato… Aprendí a escucharlas, a obedecerlas… Y fui a la poesía.

– ¿Hay un «asunto» que alienta a escribir?, que en términos de García Márquez suele ser algo más denso que el tema en sí mismo…

– En mi caso no puedo decir si hay un asunto o varios que me ocupen con preferencia, pero en todo caso confluyen en un punto: el amor. Cuando algo se mueve en el mundo, es el amor o su reverso, el odio quien lo impulsa. Y tengo la impresión que vale especialmente para todas las manifestaciones del arte. Onetti dijo: «Escribir es para mí un acto de amor, y no me pregunte en qué sentido. Tómelo como quiera».

– ¿Y en cuanto a los contenidos y las formas?

– Estoy convencido de que una idea, una obsesión, adquiere cuerpo, se materializa con la forma que necesita si el ejecutante opera según las reglas del arte, de su arte. De manera que si hay una primera frase que dice, por ejemplo: «Me viene, hay días, una gana ubérrima,

política», el resultado será seguramente un poema y si surge algo como «El tape Burgos era un troperito que se había conchabado en Tapalqué», lo más probable es que sea el comienzo de un cuento o de una novela… Sé que estoy parafraseando a Abelardo Castillo, que lo ha dicho antes y mejor…

– ¿De dónde te llegaron influencias?

– Reconozco influencias y hasta filiaciones bastante claras en lo que escribo, sobre todo en poesía, de los autores que uno fue leyendo y le provocaron asombro, admiración y estímulo. En la adolescencia fueron Antonio Machado.

– «Se le vio, caminando entre fusiles,/ por una calle larga,/salir al campo frío, aún con estrellas de madrugada»/…

– «Mataron a Federico cuando la luz asomaba»… ¡Machado total! … «El crimen fue en Granada»… Bueno, García Lorca y Susana Esther Soba, una poeta de Saladillo, muy cercana a mi pueblo, cuyos libros circulaban de mano en mano, figuran con Machado, en el primer acopio de influencias que tengo… Luego fue la revelación de la enorme poesía de César Vallejo, a quien todo poeta de habla castellana le debe algo. Y de ahí en más, Montale, Raúl Gustavo Aguirre, César Fernández Moreno, Borges, Artaud, Rilke, Trakl, Pizarnik, Nalé Roxlo, Olga Orozco, Elizabeth Azcona Cranwell, en fin, innumerables… Gelman, Irene Gruss, Liliana Lukin, Jorge Aulicino, bien diferentes entre sí, y sobre todo a dos contemporáneos, Jorge García Sabal, muerto muy tempranamente, y Juan Carlos Moisés, de Sarmiento, Chubut. Para mí ellos dos han plasmado una obra de un gran rigor, precisión formal y capacidad de conmoción, voces claras sin pretensiones ni altisonancias.

– ¿Hay un arte último, una esencia elemental a la hora de hacer poesía tal como vos la asumís?

– Yo creo mucho en la poesía, se dice «en voz baja para gritar más fuerte», para citar un verso mío… creo que así redobla su potencia y obliga al lector a indagarse, a interpelarse en relación con su destino y sus vínculos con el mundo. Es que un trabajo así con la palabra, sin concesiones a estereotipos, modas, capillas o ideologías, necesariamente se inscribe en el campo ontológico; poesía procede del griego 'póiesis', que significa creación, en su sentido más abarcativo, más amplio. Por eso cuando la poesía es realmente poesía y no meramente unos versitos más o menos bien encolumnados, toca las profundidades del ser…

– Escribistes por ahí… «Sólo me protege la vereda de la sombra»….

– Sí, lo escribí en «Aguas de Socorro».

– ¡Es la soledad total del ser!… ¡No tiene nada!

– Sí que tiene… Tiene la percepción de lo desprotegido que está… Bueno, Juan L Ortiz dijo que la poesía «es la intemperie sin fin»… La poesía conmueve y modifica… hay poesías que marcan un antes y un después… ya no somos los mismos que antes de leer determinadas reflexiones… Y si bien esa poesía está «dentro del mundo», no es cierto, como pretende afirmar Sergio Raimondi, que no hay una poesía fuera del capitalismo, que ésa sería una empresa de extraterrestres. Confunde los paradigmas el poeta de Bahía Blanca, asimila conceptos ónticos con el plano metafísico, ontológico, al que pertenece la poesía.

– Me parece que algo que no entiendo está trastrocado en esa visión.

– Sería como si yo, maliciosamente, le preguntara si el amor por sus hijos, en el caso de que los tuviera, se inscribe dentro del capitalismo. Se pontifica muchas veces con ligereza desde presuntos saberes indiscutibles, desde una erudición academicista, que no le ha aportado nada al arte como tal y, en tanto tal, como praxis irreductible a fórmulas de razonamiento.

 

PERFIL

Raúl Orlando Artola nació en Las Flores en 1947 y vive en Viedma desde 1975.

En poesía publicó Antes que nada (Fondo Editorial Rionegrino-Eudeba, 1987), que recibió el segundo premio literario regional de la Secretaría de Cultura de la Nación (1985-88); Aguas de socorro (Ultimo Reino, 1993), segundo premio del Concurso Patagónico de Poesía 1992, organizado por la Fundación Banco Provincia del Neuquén y la Secretaría de Cultura de esa provincia, y Croquis de un tatami (Asociación Madres de Plaza de Mayo, 2002; hay una segunda edición por El Camarote, 2005).

Se han incluido textos suyos en las antologías Poesía y cuentos patagónicos, editada por la Fundación Banco Provincia del Neuquén y la Subsecretaría de Cultura de Neuquén (1993), Abrazo austral. Poesía del sur de la Argentina y Chile, colección «Desde la Gente» de las Ediciones del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, Buenos Aires, enero del 2000, y en Nueve monedas para el barquero, Verulamium Press, St. Albans, Inglaterra, 2005.

En el 2002 recibió el primer premio del concurso internacional de poesía «25 años de lucha», convocado por la Asociación Madres de Plaza de Mayo, entre casi trescientos participantes.

 

 

CARLOS TORRENGO

debates@rionegro.com.ar

 

 


- Quizá porque uno no sabe hacer otra cosa.

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